Opinión

Un gobierno agotado y sin recursos

Ocho días tardó Sánchez en interrumpir sus vacaciones y desplazarse a los lugares afectados por los tremendos incendios. Unos días antes lo había hecho la ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico, la señora Aagesen.

Esta llegó con el discurso aprendido y lo primero que dijo fue que los incendios se debían al "cambio climático", quedándose tan tranquila. Después apareció su jefe y, como dice el refrán español: "Cuando un tonto coge una linde, la linde se acaba, pero el tonto sigue". Y repitió lo mismo: que estos incendios se debían al cambio climático. Eso sí, él le añadió dramatismo y lo llamó "emergencia climática".

La verdadera emergencia es la que tenemos todos los españoles para quitarnos de encima a este gobierno de inútiles.

Como solución a esta tremenda catástrofe, propone un pacto de Estado. O sea, nada, ya que los únicos pactos que firma son con partidos que no quieren a España: independentistas, golpistas y terroristas. Pero ahí lo deja para que su panda vea que "hace algo".

Todas las leyes aprobadas desde 2018 para acabar con el cambio climático solo han contribuido a empeorar los desastres naturales.

Con este gobierno hemos sobrevivido a una pandemia, a una DANA, a un apagón general y ahora a este desastre del fuego. Incapaces de resolverlo, se encomiendan a que bajen las temperaturas y a que llueva.

Van más de 350.000 hectáreas calcinadas en lo que va del mes de agosto. Y nuestro "amadísimo" presidente nos dice que el clima quiere matarnos. Este mensaje lo repetirán hasta la saciedad en televisión, radio y periódicos. Lo importante es que cale la idea de que es el propio clima el que se rebela contra los ciudadanos, y no sus políticas ecologistas, totalmente ineficaces, que son las que nos están trayendo todos estos problemas.

Pretenden que todos los partidos políticos comulguen con su fe climática para culpar de todos los males al "enemigo invisible".

Si este gobierno apoyara a la ganadería, y sobre todo al pastoreo —que limpiaba de broza, hierbas, rastrojos y matorrales los montes, evitando así la propagación del fuego—, las cosas serían distintas. Bastaría con dejar a agricultores y ganaderos realizar quemas controladas de restos vegetales en sus explotaciones.

También habría que anular la actual Ley de Montes, que prohíbe talas y desbroces y que, reforzada por las zonas protegidas (Red Natura 2000, LIC, ZEPA, parques naturales), hace que estas labores sean prácticamente imposibles, pues requieren permisos complejos y en la mayoría de los casos son denegados por motivos de "biodiversidad".

Incluso limitan el desbroce en primavera por la cría de aves, lo cual choca con los calendarios tradicionales de agricultores y pastores.

Pero este presidente insiste en que el culpable de todo este desastre es el cambio climático, negándose a reconocer que la raíz del problema está en el abandono del campo y del monte por parte de agricultores y ganaderos, provocado por sus políticas alarmistas y sin sentido.

Asegura que ha aumentado los medios de prevención de incendios, pero todos sabemos que es una gran mentira. Dice que no tiene más efectivos. ¿Dónde están esos militares? Firmó recientemente en la sede de la OTAN una inversión del 5% del PIB nacional para rearmar a nuestras fuerzas armadas, y ahora, con toda la cara, pretende justificar dicho gasto militar como "inversión climática".

Todo en este personaje es mentira: no dice una verdad ni por equivocación.

Cada catástrofe la afronta diciendo a los damnificados lo que quieren oír, pero luego nada de lo prometido se cumple.

Hace tres años, con el volcán de La Palma, prometió todo el dinero que hiciera falta. Todavía no ha cumplido.

En la DANA de Valencia, de la que se cumplen ya más de 100 días, el Gobierno solo ha pagado el 13% de las ayudas prometidas, y la Generalitat, el 38%.

Ahora, con los daños y las muertes —de momento cuatro personas— provocados por estos incendios, pretende resolverlo con un "gran pacto de Estado". Lo cual equivale a decirles a los afectados que no verán ni un euro.

Pero todos siguen viviendo en su mundo feliz.

Decía Dostoievski: "Llegará un día en que la tolerancia será tan intensa que se prohibirá pensar a los inteligentes para no molestar a los imbéciles".

José García Martinez

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Moisés S. Palmero Aranda