Opinión

Serenidad y resiliencia

Los valores éticos se vuelven, a cada momento, más necesarios en la vida moderna. La serenidad mental y la resiliencia son útiles para las personas, y les proporcionan una mayor fuerza, energía y poder para afrontar las dificultades y problemas de la vida cotidiana. De esta forma, se mantiene un cierto equilibrio psicológico y también una considerable estabilidad emocional. La serenidad, en realidad, es una especie de estado de paz y calma interior. La resiliencia es la capacidad de recuperación y adaptación ante la adversidad, algo que se hace presente para todas las personas, a lo largo de su existencia. Además, la calma mental facilita, sin duda, la toma de decisiones más reflexivas y menos impulsivas. Frente a la aceleración de la sociedad digital es preciso saber organizar el tiempo personal, para que la propia vida con sus exigencias laborales no devore el merecido tiempo de ocio de cada sujeto. El perfeccionismo debe tener unos límites, tanto a nivel individual como social y laboral. La burocracia no debe ser una especie de apisonadora que lo arrasa todo, a costa del excesivo esfuerzo de las personas. Indudablemente, la habilidad para el manejo de los conflictos, de una manera constructiva, es otra de las consecuencias positivas de la aplicación de la energía mental y la tenacidad y perseverancia. Es cierto que la consistencia y la determinación, junto con la fuerza de voluntad construyen un mejor presente y futuro. No se trata de evitar el estrés o el sufrimiento, lo más adecuado es saber enfrentarlo y aprender de él. Sobre todo, porque no siempre se puede evitar el dolor y el nerviosismo excesivo. También es decisivo poseer una perspectiva positiva, ya que de esta forma se enfrentan los desafíos de una manera más eficaz y eficiente.

El manejo de las emociones, con la denominada inteligencia emocional es otro de los resortes o palancas de las actitudes o conductas humanas, que hacen posible que se desarrolle una vida saludable a nivel consciente. El realismo vital es esencial para no desperdiciar el tiempo de vida del que podemos disponer, ya que no es ilimitado. Enfocarse en lo positivo, desde una clara autoconfianza en nuestras capacidades es clave, y sirve también para ponerse metas realistas, pero ambiciosas. El bienestar personal se logra con la serenidad y la resistencia mental. El que resiste gana. En relación con la fortaleza mental, no es algo con lo que se nace necesariamente, ya que se puede aprender. A lo largo del tiempo podemos usar los problemas como oportunidades de crecimiento, en todos los sentidos. En cualquier caso, conviene tener presente que fortalecer la mente requiere práctica y compromiso y es una tarea posible y realizable con constancia, sin tener miedo a nada y luchando.

Como escribió Spinoza en su Ética "Un hombre libre en nada piensa menos que en la muerte, y su sabiduría no es una meditación de la muerte, sino de la vida". Es una reivindicación del valor del cuerpo y del entusiasmo y la alegría de la vida en todo su esplendor y plenitud. Contento que, en la filosofía racionalista y monista de Spinoza, es la expresión de la integración con lo divino en los seres humanos. Estamos hechos de la substancia o naturaleza divina, desde el panteísmo de este gran pensador. Desde los planteamientos filosóficos de este filósofo la idea de Dios no presupone algo antropomórfico o abstracto, ya que es la manifestación de la unidad de todo lo real, que incluye a todo lo existente, al ser.

La naturaleza es divina y esto es lo que debe hacernos pensar en que estamos fusionados con la realidad de todas las cosas. No somos algo diferente a la materia pura y dura, salvo porque pensamos. Pero, el pensamiento, aunque tiene su origen en el cerebro y una base material, física y fisiológica produce conceptos y sistemas de ideas y también crea conocimiento, incluido el científico.

En definitiva, desde la actitud filosófica de Spinoza es evidente que la libertad es lo más esencial y la razón forma parte de nuestro bagaje personal, para el pleno desarrollo de nuestras capacidades, en la propia vida. También Leibniz, desde otro enfoque, resalta el valor del optimismo antropológico y ontológico, ya que vivimos en el mejor de los mundos posibles. En cambio, Descartes separa la mente y el cuerpo y otorga la primacía al alma, de una forma nada convincente. Es preciso reconocer, por otra parte, la gran labor realizada por este filósofo francés, ya que creó el racionalismo y estableció las bases de la filosofía moderna. Dedicó un libro o tratado a las pasiones y consideraba que eran necesarias para una vida de calidad, pero bajo el control de la prudencia o la razón. El estoicismo está presente en las obras de Spinoza y Descartes. En este sentido, es indudable que la serenidad mental que proponen los filósofos estoicos es algo a incorporar en la vida de cualquier persona, aunque sea con matices, y el gran valor de la ética de Epicuro y su afirmación de la vida frente a la muerte.

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Por María Beatriz Muñoz Ruiz