Ahora mismo, aunque Europa anda de trastada en trastada, no hemos de olvidarnos que es una auténtica dama a lo largo de su historia, al estilo de las grandes esculturas que nos serpentean por nuestro continente: Victoria alada de Samocracia, La Piedad, Venus de Milo, Nefertiti o el Éxtasis de Santa Teresa de Bernini en Roma, algunas mutiladas, otras con cierta inexpresión y las que su expresión es sublime. Con el paso del tiempo, nos siguen ejerciendo la fascinación entre los millones de visitantes procedentes de lugares más lejanos, al estilo de los grandes santuarios europeos marianos de Lourdes , Fátima o Torreciudad.
Ahora, con el paso del tiempo, al igual que las grandes esculturas, pinturas y otras grandes majestuosidades, pese a su aparente vejez, hemos de conservar la dignidad y serenidad a valorar en su justa medida nuestra Europa, a la cual le debemos tanto. Cierto compositor nos dejaría el siguiente legado" la tradición no consiste en adorar las cenizas, sino avivar el fuego". Aún así, no nos basta la queja, las malas miradas, el desencanto, sino la admiración del donde vivimos, aunque sigamos oyendo el entredicho tantas veces "quien a hierro mata, a hierro muere". Europa, de unos años a esta parte, sufre en sus carnes historias nefastas que proceden de ultramar o de nuestro mismo continente como la Leyenda Negra u otras grandes necedades, y el resto mundano, mira por dónde, ante la debilidad de muchos, de nuestras mismas instituciones, ante la baja estima que nos tenemos, la terrible insensatez muchas veces se ha instalado entre nosotros, entre sus mismos ciudadanos. Hemos tragado de lo lindo y no nos hemos sentido en ningún momento apoyados por los que deberían haberlo hecho.
La nefasta Agenda 2030 y todas sus raíces, las élites globalistas y los diferentes lobby , están en guerra continua de todos contra todos. Pero los hay, y muchos, que seguimos admirando y actualizando esta Europa tan nuestra. El resto de civilizaciones no sabemos si andan en condiciones de dar lecciones y "a mal de muchos, consuelo de tontos" donde tales paradojas procedentes de personas que se jactan de su gran intelectualidad. Ello se ha ido irradiando al resto de nuestra ciudadanía y lo hemos asumido con frivolidad. ¿Existen motivos para caer en las profundas pozas de tales decepciones? A nuestra vieja Europa, a la que, por cierto, últimamente le gusta meterse en demasiados charcos, sigue conservando, aunque no lo parezca, su poderío de seducción y al mismo tiempo, con sabor a chocolate amargo, también sigue enarbolando la bandera de ser el continente más visitado por el turismo, donde las coberturas sociales son universales, libertad de expresión, derechos de las minorías, mayor índice de seguridad, atmósfera donde el mundo intelectual puede lanzar sus ideas sin miedo a represalias.
Los retos de Europa son algo complejos: armonizar su diversidad y uniformidad, preservar nuestros valores auténticos, el cuidado de los derechos universales adquiridos y pasarlos intactos a nuestras siguientes generaciones y, ello exige una política fiscal y de deuda pública realista: consolidación de las propias instituciones jurídicas y políticas. Si somos capaces de respetar y valorar nuestro patrimonio, menos capaces de conseguir el desafío. Ninguno de estos nobles desafíos será posible si no nos empeñamos en levantar nuestra autoestima que conlleva nuestro estimado y querido pasado y el esperanzador presente que así esperamos.
MARIANO GALIÁN TUDELA