Opinión

Gastrocultura: Patatas a la importancia de Palencia

De la necesidad se hace virtud, dice el refrán, en tiempos de carestía las patatas como ingrediente básico.

Contando con patatas, cebolla, harina, huevos, caldo de pollo, diente de ajo, perejil, sal, aceite de oliva, agua, aire, fuego, y, un recipiente para construirlo y una cazuela o plato para presentarlo.

Plato típico de Palencia, es una receta modesta y simple y sencilla, con bastante predicamento en los años cuarenta del siglo pasado, la famosa postguerra. Primero se fríen las patatas, después se guisan rebozadas añadiéndole caldo, vino blanco, harina, perejil, azafrán… y, convirtiendo un plato sencillo y modesto y económico, en un manjar para algunos.

Podríamos indicar que es la creatividad del pueblo, que tiene que seguir viviendo y sobreviviendo, es la creatividad de las personas del pueblo. Porque no olvidemos los índices de inteligencia y creatividad e ingenio, está en todos los estamentos sociales, en los que se han cultivado con palabras y libros, y, en los que no. Esta receta es una muestra de ello.

Este plato es hacer más complejo lo simple. La patata que en aquella época era un alimento básico, hacerla de modos diferentes. Uno de los vaivenes y aportaciones de la comida, casi siempre regentada por abuelas y madres y mujeres e hijas mayores sin madre, ha sido poner lo que se tiene. Lo de siempre, hacerlo de otro modo. Este ha sido un caso de originalidad, de la patata hacerlo un alimento más degustativo, diferente, lo mismo hacerlo diverso, como esas compases de música de Bach, que son variaciones…

Como todo lo humano, en tiempos mejores económicamente, con la base de la receta anterior, se han creado variedades se le han añadido trozos de chorizo, trozos de jamón, almejas, incluso algunos otros mariscos como cigalas, también queso manchego.

Algunos autores, expertos gastrónomos, que no es el caso de este escribiente de este artículo, dicen que estas patatas a la importancia, es una variedad, de la denominada “patatas viudas”, que es un plato típico y modesto que son patatas guisadas sin ningún añadido de carne, pero si verduras. Por eso se le denomina viudas. Las patatas riojanas, por ejemplo, con el mismo corte básico se le añade chorizo, según  nos indica la Wikipedia, demos al César lo que es del César.

Aunque supongo que ustedes no lo saben, llevo comiendo como ustedes toda la vida. Toda la vida necesitamos alimentos. Por tanto, algo de ello todos sabemos. Porque a veces, me gusta calcular. Si cada diez años vivimos y existimos tres mil y pico días. Es decir, degustamos comida, al menos una vez al día, hemos degustado tres mil y pico veces. Multipliquen por dos o tres o cinco o seis, si ya llevan en sus pieles, veinte o treinta o cincuenta o sesenta años… Calcularán las veces que se han puesto sus ojos frente a un plato. Solo contando una comida al día.

Con lo cual, todos sabemos algo de platos y comidas, incluso para las personas que esta actividad no les agrade demasiado. Pero, diríamos que son existenciales universales, todos los días, a no ser por accidentes o realidades complejas, todos los días tenemos que dormir unas horas, todos los días tenemos que ingerir alimentos…

Pues a toda esa experiencia anterior, debo añadir, que he reflexionado, no demasiado, no quiero decir algo que es mentira, pero si algo, sobre las comidas, los alimentos, quizás, desde la cultura general, desde algo del pensar filosófico, algo desde la historia, etc. Y, ahora, desde hace unos años, he rellenado algunas hojas, al menos una centena de artículos periodísticos sobre la comida y cosas semejantes. Por lo cual, algo voy perfilando en mis ojos y en mi mente… Diríamos, que estamos insertando ideas y datos y conceptos, en un género, la columna periodística de opinión y literaria, y, con una temática concreta los fogones y los guisos…

Me oriento en esta temática, esencialmente, no ofreciendo recetas concretas, ni comentando otras realidades semejantes, sino fijándome en perspectivas que se mezclan, la temática concreta, especialmente comida popular y típica de algunas zonas de nuestro territorio, y, le voy aportando reflexiones históricas, sociales, culturales, religiosas, económicas, incluso políticas, pero también filosóficas, en sentido estricto se deberían titular estos artículos, no solo como gastrocultura, sino gastrofilosofía o gastrosofía. Quizás, posiblemente, realice y construya algunos en el futuro próximo, con ese titular…

Sé, que estamos en unos tiempos, que pronto surgirá el Nobel de la Gastronomía, que ya está asomando por la ventana. Pero también debemos recordar a millones de personas, que durante miles y decenas de miles de años, han tenido que vivir y sobrevivir en su medio natural, en su medio social, en su medio cultural… Han tenido que luchar por la comida, han tenido que luchar en la comida. Los platos son un ejemplo, son un homenaje pertinente, es un ejemplo, de ese ansía de vivir y sobrevivir de la humanidad -me digo, algún día haré, no sé si así será, hablaremos sobre la comida sumeria, la comida bíblica, la comida egipcia antigua, la comida equis y zeta, para adaptarlas al presente, para darnos cuenta como muchas comidas de hoy, son biznietas de aquellas…-.

Es el ejemplo de esta comida y de este caso típico que merecemos como especie vivir y sobrevivir, aunque ahora esté con nosotros ya la IA. Merecemos vivir y sobrevivir, y las “patatas a la importancia de Palencia” es el ejemplo singular. Que demuestra la lucha anónima de millones de personas, a lo largo de los siglos para seguir respirando y viviendo con dignidad y humanidad. Paz y bien…

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Por María Beatriz Muñoz Ruiz