En la Región de Murcia ya conviven miles de árabes. Se trata de una comunidad que se ha extendido por los 45 municipios.
Según el estudio Demográfico de la Población Musulmana elaborado por la Unión de Comunidades Islámicas de España, nuestra Región se sitúa en el quinto lugar del país con más de 92.000 residentes musulmanes.
Por ejemplo, en San Pedro del Pinatar el 39% de la población proviene de Marruecos, en San Javier es el 37%, en Cartagena el 41% y en el municipio de Torre Pacheco asciende a un 47,6% de marroquíes, lo que significa que los alumnos en edad escolar asisten a centros de enseñanza y donde no se les facilita el aprendizaje ya que no hablan el español la mayoría de ellos, permaneciendo en un pupitre y sin entender ni una palabra de lo que el docente imparte.
Esto se convierte en un serio problema porque se sienten totalmente excluidos del resto. Pero poco o nada parece importar ni a la Consejería de Educación y por ende al Ministerio de Educación que son conocedores de la situación y no hacen nada para arreglarla.
Cuando acuden padres de estos alumnos al centro el problema es el mismo. No hablan castellano y en el centro no hay intérprete que medie para poder dar un servicio, así que sacan a cualquier chaval de su clase para que traduzca y comunique la información.
Todos hablamos de inclusión, pero ¿realmente se da en los centros públicos de la Región? La respuesta es tajante: no.
Es el propio Ordenanza o Conserje el que tiene que intentar adivinar qué es lo que quiere esta persona, que acude al centro en busca de ayuda o información, mientras el equipo directivo mira hacia otro lado, como si aquello que ocurre delante de sus narices no fuera con él.
Estos chavales se sienten impotentes al comprobar que allí no son prioridad para nadie. Sienten que molestan, que son un estorbo. Es lamentable que en este siglo, aún existan tantas diferencias, ya que el discurso del político de turno o del propio director de cualquier centro de estos municipios es otro bien distinto cuando saben que los escuchan, pero realmente en petit comité se expresan de un modo bastante diferente y repulsivo.
Esto no pasaría si los inspectores que vienen y van no fuesen amiguetes de los equipos directivos y tampoco pasaría si de verdad habláramos de una inclusión real, dónde todos los niños y niñas tuviesen las mismas oportunidades sin importar de donde vengan y sin importar de qué color es su piel o el idioma que hablan.
José Antonio Carbonell Buzzian