Opinión

Que no se quejen de la falta de clientes

En la cadena de cines Ocine que está en Gijón hace falta más empatía con los espectadores. No se pueden proyectar películas con una sesión o dos, porque eso es discriminatorio, porque muchos aficionados al cine no pueden asistir, con esa reducción de horarios o sesiones, por diferentes motivos que están en la mente de todos.

El criterio de la afluencia para poner las sesiones no es suficiente, porque no respeta el derecho a ver las películas en horarios normales. Las sesiones tendrían que ser a las seis de la tarde, ocho de la tarde y diez de la noche, con una posible variación de media hora. Precisamente la buena estrategia de marketing es ofrecer, como mínimo, tres sesiones en cada película, independientemente de la afluencia de gente a la misma. Y si consideran que solo debe proyectarse un fin de semana por el poco público, que la quiten de la cartelera a continuación. Sería la expresión de un adecuado respeto a los espectadores.

En Gijón y en Asturias Ocine tiene que adaptarse al público que ve las cintas y no al revés, como es lógico. En Cataluña o en otras zonas de España puede haber, tal vez, otros horarios en las sesiones, pero en Gijón no. En las películas de terror ponen hasta seis sesiones frente a dos que ponen en otras. Esto no puede ser. Si consideran que con nueve salas no pueden ofrecer tres sesiones en cada película sobran los comentarios. Como sigan en esta línea me parece que van a tener que cerrar. Existen otros problemas como, por ejemplo, que en la mayor parte de las salas los reposacabezas de los asientos cortan la imagen de las películas, porque se ha pensado que todos los espectadores miden 1,80 metros y no hay la suficiente inclinación en el suelo de las salas. Es un error. Algunas salas no están bien insonorizadas y ha habido comentarios o protestas de espectadores al respecto y con toda la razón.

En lo que sí funcionan bien es en los descuentos con la tarjeta de Ocine. Una parte de la gente no puede ir al cine cuando quieran los directivos de esta cadena, porque circunstancias personales que pueden afectar a cualquiera lo impiden en determinadas situaciones. Pero no me opongo para que se ofrezcan más sesiones, pero lo fundamental es lo que ya he comentado al principio de este artículo de opinión. Es verdad que mucha gente prefiere ver películas a través de las grandes plataformas como Netflix, HBO y otras o por cadenas de pago de televisión. Solo hay cuatro sillas y mesas en la entrada a Ocine y a una altura de más de 1,80 metros, con lo que una persona de menos estatura no llega a poder sentarse.

También es cierto que ver películas en casa no es lo mismo que en las salas, pero la economía se impone a la calidad del espectáculo y a la mejor experiencia de sonido e imagen. Lo que está sucediendo es que, en general, una parte considerable de los ciudadanos va menos al cine, porque es caro.

Si encima no se ofrecen las suficientes sesiones para ir con comodidad y flexibilidad a disfrutar de los estrenos en pantalla grande, lo que va a suceder es que cada vez habrá menos espectadores, cosa que ya está pasando. Están cerrando muchas salas de cine en toda España.

También es verdad que tienen que convivir el cine en televisión y las salas de cine, pero con una buena actitud, por parte de la dirección de las cadenas de cines, habría más espectadores. Lo primordial es que aumenten los descuentos o regalos en forma de entradas por la asistencia frecuente a las salas en Ocine y sobre todo, que pongan tres sesiones entre tarde y noche. Si esto no se hace no creo que resistan mucho tiempo en Gijón como cadena.

La atención al cliente debe basarse especialmente en atender las necesidades y gustos de los clientes que son los espectadores. Si todo se supedita a criterios mercantiles inflexibles las consecuencias serán negativas más pronto que tarde.

La competencia es considerable y si en otra cadena de cines de Gijón o de Oviedo se ofrecen más sesiones en todas las películas, lógicamente la afluencia puede ser mayor. No se trata de ofrecer mucho cine de terror e infantil. También se trata de buscar un equilibrio. Al menos deberían ofrecerse cinco películas para adultos y cuatro infantiles o de terror, por ejemplo.

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Por María Beatriz Muñoz Ruiz