Nuestra ciudad es un fiel reflejo de ello, sin ir más lejos tenemos al Partido Popular con una chequera de dinero público que gasta por doquier, ya que con su marca no consigue convencer a los ceutíes de su nefasta gestión que practica a lo largo de su mandato.
Esta compra de voluntades tiene que ver con una crisis de valores, donde todo vale prevaleciendo frente a la ética e ideales y partidos, donde los que deberían ser modelos de conducta para toda una sociedad que sufre sus caprichos y errores, ratifican tener un precio, ya sea por dinero o por poder. De ahí, la existente corrupción implantada a día de hoy en Ceuta.
La compra de voluntades, es vieja como la historia, donde Judas Iscariote fue, según la biblia el apóstol que vendió a Jesucristo a cambio de treinta monedas. Individuos que traicionan a un jefe o a un amigo. Políticos que cambian de opinión de la noche a la mañana y donde dije digo, digo Diego.
La Administración ceutí es una mezcla explosiva de caciques en potencia, economistas de ambición desmesurada, los cuales mantienen hoteles de cinco estrellas y restaurantes, creando lo que llamamos red clientelar, lo cual no es otra cosa que poner precio a las personas y a sus voluntades, mediante abundantes dádivas que no cuestan nada al generoso benefactor.
Se les da de maravilla gastar dinero a manos llenas, tirando de tarjeta, con un dinero que no les pertenece a ellos porque es de todos los caballas. Pero no hay que olvidar a esos que venden sus voluntades al mejor postor, esos mismos que se dicen una y otra vez como si de un mantra se tratara: "Yo no puedo decir nada de estas personas porque a mí me han ayudado cuando los he necesitado".
Y así pasan los años, con el mismo escenario de siempre, mientras el pueblo se ve sometido a las decisiones de los mismos una y otra vez y Ceuta cada vez está peor.
Estamos necesitados de una sociedad democrática que busque cauces de participación que aún no estén corrompidos por sinvergüenzas con traje y corbata. Todo, menos que sigan gobernando los compradores de voluntades y que desaparezcan esos que traicionan a su clase por un puñado de euros.
José Antonio Carbonell Buzzian