Opinión

Noche de San Juan

Hará un par de años, una noche como ésta, 23 de Junio, fui invitado a una cena medieval en torno a los factos de San Juan. Una finca situada en pleno campo, cercana a la pedanía murciana de Fuente Librilla. Realmente fui llevado en plena sorpresa y al llegar me di cuenta del personal existente ahí, con ropajes del siglo XII preparaban aquella noche con cena medieval, poesías y todo lo que conlleva. Eran artistas y poetas que se unían en torno a la noche mágica y como colofón, tras postres que en mi vida había visto, una buena hoguera para echar un papelito escrito por ellos, con lo que consideraban debía morir en sus vidas y quemarlas. No se me olvidará.

Ahora, pasados estos años, pienso por un momento que los aledaños a esta fiesta y recordando los hechos acaecidos en Fuente Librilla, en el fondo de la cuestión se está representando el triunfo de la vida. Ya era así en su origen pagano y sigue continuando desde hace siglos supuestamente por la tradición cristiana. Estamos de lleno ante una noche que exalta la vida representada por el fuego, cuyo significado es el deseo de hacer prevalecer todo aquello que es vida y olvidar, quemar, romper todo aquello que no ha merecido la pena en el último año vivido. Al mismo tiempo, toda esta "buena feria" va hilada al mundo de los ciclos de las estaciones y de las cosechas. De la intención de evidenciar el triunfo de la luz, que representa la fuerza de lo vital, frente a la oscuridad, procede la tradición de las hogueras. Hacer que el día venza a la noche donde las hogueras han de permanecer encendidas y el alba del día 24 encontrar a todo el mundo despierto.

En su momento estudié que el cristianismo supo atraer a su cosmovisión esta celebración prerromana del solsticio de verano donde el mundo cristiano aprecia "una semilla de verdad" en las inclinaciones religiosas de las civilizaciones antiguas, lo que explica la pervivencia de los elementos esenciales de la fiesta pagana. Ambas visiones, la pagana y la cristiana ya se ve que comparten el espíritu de renovación. Estudiado con esmero he podido saber que en la tradición cristiana, San Juan se convierte en una "exaltación de la fuente de la vida, que es el mismo Cristo. No en vano, fue San Juan quien anunció la llegada del Salvador. La importancia del cristianismo concede a esta festividad precisamente la trascendencia de este anuncio. Algo que explica, también su ubicación en el calendario, donde guarda una perfecta simetría con el nacimiento de Jesús. San Juan es el precursor, el que anuncia que aquél que se dispone a bautizar es el Mesías. Y, como precursor que es, nace antes. Concretamente 6 meses. Si dividimos el año en dos mitades de seis meses, vemos que un nacimiento, el de Jesús, coincide con el solsticio de invierno y, si miramos el del Bautista, coincide con el solsticio del verano.

En su momento, sería la ciudad de Barcelona la que en España llevase la batuta de tales celebraciones, remontándose al siglo XV, con documentos en los que ya se describe la utilización de la pólvora y los petardos. Sin embargo, como se ha dicho anteriormente, tales festejos simbólicamente están ligados a los campos, al mundo rural, a una sociedad que baila y celebra antes de acometer las tareas agrarias más duras: la cosecha, la vendimia o la siega. De este origen agrario viene la costumbre de recoger, entorno a San Juan, las hierbas aromáticas y, más de uno sabe que estos días son los ideales para coger la tila, pues la flor del tilo se cierra y ya no sirve para hacer infusiones.

Ya vemos que los artistas que me encontré en los campos de Fuente Librilla, al respecto, andaban lejos de la realidad, como muchos otros. Como decía en un momento dado Juan Manuel de Prada "en la cultura de hoy se refleja una tensión entre el presente y la tradición, que a veces adquiere forma de conflicto. La dinámica de la sociedad absolutiza el presente, aislándolo del patrimonio cultural del pasado y sin la intención de proyectar un futuro". Siempre es bueno tener presente las buenas tradiciones y saber en qué se fundamentan. Lo contrario será siempre tirar por el carril del centro sin saber el porqué de las cosas y a qué viene lo que hacemos.

MARIANO GALIÁN TUDELA.

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