Opinión

¿Hasta cuándo vamos a permitirlo?

Un país que se deja pisotear

Basta ya. Es hora de decir las cosas claras, sin medias tintas ni eufemismos. Este país se ha convertido en un campo de experimentación para políticas que solo benefician a unos pocos mientras el ciudadano de a pie carga con todo el peso.

La baliza V-16: obligatoria y a tu costa

Primero nos imponen la baliza V-16. No es opcional, no es una recomendación: es obligatoria. ¿Y quién paga? Pues el ciudadano, como siempre. Porque a nadie se le ocurrió pensar que si algo es obligatorio por ley, quizás debería ser subvencionado o al menos facilitado. No, aquí la lógica es simple: te lo exigimos y tú lo pagas. Sin alternativas, sin debate.

¿Les parece poco? Aparentemente no.

Ahora van a por los Bizum

Y ahora, la última genialidad: controlar y gravar las transferencias entre particulares. Sí, has leído bien. Si ayudas a tu hijo con un Bizum, o él te ayuda a ti, Hacienda quiere su parte. Porque claro, la solidaridad familiar, el apoyo entre padres e hijos, eso también tiene que tributar.

¿En qué clase de sociedad vivimos cuando ayudar a un familiar se convierte en motivo de fiscalización? ¿Cuándo un gesto de cariño o necesidad entre padre e hijo tiene que pasar por el escrutinio del Estado?

¿Dónde están los que quieren gobernar?

Y mientras tanto, ¿qué hacen los partidos políticos que aspiran a gobernar este país? ¿Dónde está la oposición real? ¿Dónde están las propuestas concretas para frenar este atropello constante al ciudadano?

Silencio. O peor aún: ruido vacío, promesas huecas, peleas de gallos en los platós mientras la gente real, la que madruga, trabaja y paga impuestos, sigue siendo exprimida hasta la última gota.

No es izquierda ni derecha: es sentido común

Esto no va de ideologías. Va de dignidad. Va de respeto. Va de entender que un gobierno está para servir a sus ciudadanos, no para convertirlos en una fuente inagotable de recaudación.

¿Cuántas medidas más vamos a aceptar sin rechistar? ¿Cuántas imposiciones más vamos a tolerar mientras nos dicen que es "por nuestro bien"?

La corrupción: el negocio más rentable

Y hablemos claro de la corrupción, ese elefante en la habitación del que todos hablan pero nadie hace nada efectivo. ¿Qué pasa cuando pillan a alguien robando dinero público? ¿Pagan de verdad por ello?

Van a la cárcel, sí. Pero a los tres meses están en la calle. Porque alguien tira de la manta, porque hay un indulto, porque aparece un tecnicismo legal, porque "las condiciones de salud", porque "la buena conducta". Siempre hay una razón, siempre hay una puerta giratoria.

Mientras tanto, el ciudadano que debe 3.000 euros a Hacienda tiene el embargo garantizado. Pero el político o empresario que se lleva millones en comisiones ilegales sale por la puerta de atrás con una palmadita en la espalda.

Les sale barato. Demasiado barato. Y mientras siga siendo así, seguirán haciéndolo. Porque el mensaje es claro: roba lo que quieras, que al final sales ganando.

¿Dónde está la justicia real? ¿Dónde están las condenas ejemplares que disuadan a otros de meter la mano en la caja? No existen. Y todos lo sabemos.

Es hora de despertar

La pregunta no es solo qué pasa con este país. La pregunta es: ¿qué vamos a hacer nosotros al respecto?

Porque seguir con los brazos cruzados, quejándonos en el bar o en redes sociales, no cambia nada. Hace falta presión real, exigencia real, consecuencias reales para quienes nos gobiernan.

Necesitamos políticos que actúen, no que prometan. Necesitamos medidas que protejan al ciudadano, no que lo asfixien. Y sobre todo, necesitamos dejar de ser un país que se deja pisotear.

Porque si nosotros no nos defendemos, nadie lo va a hacer por nosotros.

Jose Antonio Carbonell Buzzian 

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