Opinión

¿Qué buscan los jóvenes?

Si los jóvenes médicos saltan el Pirineo buscando un desempeño de su profesión más llevadero, otros muchos, me consta, están repartidos por Europa, América, Canadá, Nairobi, Vietnam e incluso por el archipiélago de las 33 islas que son la entrada del Golfo Pérsico: Bahérin, donde se dice que se situó el mítico Dilmun, el posible jardín del Edén. Entre redes sociales, correo electrónico y watsApp estoy al día de su dinámica, su día a día y, cómo no, de su felicidad tan ansiada. ¿No había algo más lejos? Unos antes y otros después buscaban algo más de lo que se les promete desde el Sur de Europa. Abu Dhabi tampoco se ha quedado atrás.

Son pocos los jóvenes que tanto en redes sociales como en entrevistas hablan bastante claro. Pocas posibilidades se les dan. De los terrenos políticos como económicos "pasan" una barbaridad y, argumentan que lo que buscan, sus mayores, ni han sido ejemplos de vida ni la herencia que buscaban, la sed de vida que deseaban arañar aquí no la han encontrado: todo es una pantomima. Visto así, es una pena, pero no les reprocho muchas razones que nos dan. Hace pocos días, un joven español ha saltado a los medios aduciendo que a sus 19 años su vida ha dado un giro inesperado. Comenta que la autenticidad del personal de hoy es mas bien pobre. Está cansado de vidas que son mentira; que tanto idealismo anula la verdad y que, cuando un joven percibe la autenticidad en alguien que comparte tanto sus buenos como sus malos días, y que habla desde el corazón, lo reconoce de inmediato. Termina su exposición diciendo "lo que es verdadero es bello y llega, y es atractivo". Ya comprendemos que, mientras nos mayores andan en torno a la "bolsa y empresas", nuestros jóvenes buscan una fuente de sentido a su vida.

Aún así, no creo que muchos jóvenes anden por esas alturas de pensamiento, pero las nuevas generaciones que se nos acercan llevan un paso muy distinto al que otros muchos dan. Y es que, la autenticidad nunca ha sido un ideal pacífico. Desde el mundo romanticista, se sigue discutiendo hoy si ser fiel a sí mismo significa entregarse a una espontaneidad desbordante, o si ese imperativo tiene que ver más bien con la forja paciente del carácter. En el contexto actual, muy sesgado hacia el sentimentalismo, parece que triunfa la primera versión. El consejo "sé tú mismo" es tan versátil que lo mismo sirve para un post de Instagram que para un artículo del Corriere della Sera, para un anuncio de refrescos que para un videoclip contra el consumo de alcohol entre adolescentes…

Del videoclip, llama la atención la audacia con que el antiguo rapero Rayden convertía un manido slogan en una invitación a tomar las riendas de la propia vida; a aprender a esperar; a no ceder a los chantajes…

My friend, no quieras correr, tener prisa por crecer

Ya serás mayor de edad y sabrás qué es madurar.

En la vida hay más de un tren; espera el tuyo, chaval,

Y podrás ser especial. (…)

Que nadie venga a imponerte sus opciones.

Que nadie venga a despojarte de tu llama.

Tal canción es buen ejemplo de cómo se puede reformular en términos más saludables un ideal valioso que a menudo anda descafeinado. Es lo que necesita hoy la autenticidad: un replanteamiento que le devuelva su poder subversivo.

Nos podrían valer tres ideas para conseguirlo. A) Escucha a tu corazón, pero de verdad, donde sería genuino invitar a integrar la razón, la voluntad y la afectividad cuando el sentimentalismo es la norma. B) Pensar por ti mismo. Tener valor de servirse de su propio entendimiento. B) Ser valiente: Pensar de forma independiente nos sitúa ante el mundo de un modo único. Pero hace falta un paso más para ser auténticos: tener la valentía de expresar las propias convicciones. Uno puede tener buenas razones para callar en circunstancias concretas. Sin embargo, carece de autenticidad quien de modo habitual esconde quién es.

Es verdad que la espontaneidad desbocada puede falsificar la autenticidad, pero no es más sincera la contención que se protege tras una amabilidad tan correcta como vacía. Lo sugería Jutta Burggraf en una entrevista en la que hablaría de la necesidad de ser auténticos: "Uno percibe cuando no es querido, por mucho que le sonrían". ¡Y que lo digan!

Sobre la valentía por mostrarse tal como es, interesante lo que dice Fernando Sarráis en su libro Auténticos: "El miedo es la causa principal de la mentira y de la falsedad". Los motivos que activan dicha emoción pueden ser variados: el temor a quedar mal, a no ser aceptados, a crear un conflicto o pasar mal un rato. En general, el elemento común a todos esos temores es "el miedo a sufrir".

A todos esos jóvenes, a tantos, aquellos que recelan del funcionamiento social de hoy en día, a los que se encuentran en un difícil cruce de caminos, a los que tienen ansias por volar y están atados a unos dictámenes ancestrales, a los que desean llegar a la luna…que tengan en cuenta, si procede tres elementos: Regresar a su interior, pensar por ellos mismos y ser valientes para mostrarse como son. Entonces, solo entonces, surgirá un ideal de autenticidad más armónico que el que hoy dicta la cultura de la moda. Y seguramente también más genuino, pues genuino es invitar a integrar la razón, la voluntad y la afectividad y, como dice Sarráis, cuando el sentimentalismo es la norma.

Será así cuando teniendo claro el camino a tomar, no dudarlo, el mundo se queda pequeño y, digan lo que digan, volarán alto y feliz. Suponemos que ello es lo que buscan nuestros jóvenes de hoy. Lo contrario sería seguir el mismo carril de otros, con una vida tan agrietada como devastada haciendo de "tripas corazón".

MARIANO GALIÁN TUDELA

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