Opinión

Aquel libro comprado a principios de los 90

El sentido de mis letras...

Recuerdo que en alguna Navidad de principios de los años 90 compré un bellísimo libro de poemas que, aunque lo perdí, siempre ha formado parte de mi vida, del mismo modo en que también pueden acabar formando parte de nuestras vidas aquellas personas que han estado o están siempre a nuestro lado de manera incondicional.

Ese libro fue la “Antología poética” de Juan Ramón Jiménez, «uno de los poetas más importantes de su generación literaria, el Modernismo, y tal vez ha faltado que se le diera más protagonismo». Creo conveniente indicar que a la Generación literaria de Juan Ramón Jiménez, el Modernismo, también perteneció el gran Rubén Darío (recuerdo su hermoso libro titulado “Azul...”).

Cuando compré la “Antología poética” de Juan R. Jiménez, creo que yo no tenía ni 21 años, y sí que había leído cosas de él (“Platero y yo” o “Diario de un poeta recién casado”) en clases de Literatura Española, así que me dejé llevar un poco por mi intuición para llevármelo a casa, tras haber hojeado brevemente el libro.

Esa misma situación la había vivido ya varias veces desde la adolescencia, cuando adquiría libros de escritores y de escritoras que aún no conocía mucho, y sólo por una especie de corazonada entre temeraria, sentimental y literaria.

Por suerte para mí y para mi alma literaria, esos pálpitos me acabarían saliendo bastante bien en la mayor parte de los casos. Y así sucedió con la “Antología Poética” de Juan R. Jiménez, que me fascinó desde el primer momento por la claridad y profundidad con que expone sus inquietudes, sus deseos o sus experiencias.

Los estudiosos de este gran poeta suelen destacar la vertiente existencialista de buena parte de su obra y la presencia casi constante del amor y la nostalgia en ella.

En sus poemas se hallan a menudo palabras o conceptos como vida, amor, esperanza y luz, una luz que a veces consigue abrirse paso entre la oscuridad, como esos rayos de sol que logran atravesar algunas nubes en un día completamente encapotado, dejándonos una imagen inesperadamente melancólica y, a la vez, muy hermosa y especial.

En aquella época, cuando leía poemas que me gustaban mucho, los enmarcaba siempre entre corchetes, con independencia de quién pudiera ser su autor, y así lo hice también con algún texto que aparecía en el libro de Juan R. Jiménez. 

Ese anhelo constante del gran poeta del Modernismo siempre me ha parecido una manera preciosa de describir lo que es o puede ser la labor de un poeta. En la poesía de J.R. Jiménez, desde la primera estrofa de su primer poema, la vida llama a la vida, y siempre con una misma dirección dulce y romántica...

Creo que por eso escogí el camino seguro que me ha llevado a la profundidad de la poesía del poeta de Moguer (Huelva), una poesía en la que nunca he dejado de hallar o de intuir un principio de fulgor y de luz.

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Moisés S. Palmero Aranda