Hay personas que creen que todo lo que ocurre a su alrededor nada tiene que ver con ellas, y miran su vida a través de una televisión, como si se tratase de una película dirigida por no se sabe muy bien quién y ellos fueran meros espectadores.
Nunca saben decir a qué quieren dedicarse realmente en la vida, porque “total, es imposible, con esta crisis...”.
Otras, en cambio, pasean por la calle como auténticos protagonistas de su propio videoclip, y hablo de ese género de “creyentes” que siguen a rajatabla los preceptos básicos : “todo es una cuestión de actitud”.
Propongo, querido lector, que establezcamos una tregua y aceptemos durante unos minutos la famosa frase de mi admirado José Ortega y Gasset “yo soy yo y mis circunstancias”.
En realidad, todos vamos dando bandazos entre las personas espectadoras y las creyentes, y en general, nuestra posición depende de con qué ánimo nos saluden las circunstancias y con qué pie nos levantemos.
Ya llevamos tiempo dándole vueltas a la circunstancia económica con la que tenemos que lidiar desde hace ya muchos años, siendo los culpables esos grandes gigantes que reinan en nuestra sociedad, que son las grandes corporaciones elitistas.
Resulta que, en su particular ecuación, las “abejas reinas” se han dado cuenta de que las “obreras” son las únicas capaces de “salvar la colmena”.
En este momento, las organizaciones consideran que los mayores agentes de creación de valor con los que cuentan son las personas, dado que son las que marcan la diferencia entre ellas y sus competidoras.
Esta realidad se refleja en el lenguaje que actualmente se emplea en la “colmena” : ahora no buscan abejas que cuenten con determinadas habilidades, ahora se buscan “competencias”.
Por otro lado, los profesionales encargados de gestionar a las personas son los que conforman el Departamento de Personal : ese término ha evolucionado al de “recursos humanos”, y comienza a manejarse el término de “gestión del talento”..