El Estado y la sociedad han criado una juventud irresponsable, reñida con el esfuerzo, más adicta al subsidio que al trabajo, e incapaz de ser rigurosa y disciplinada.
No toda la juventud española es un fracaso, pero sí lo es una parte importante de la misma, quizás la mayoría.
Esa juventud es la que está realizando una gran fechoría, y de gran calado que marcará el destino de España y que tal vez la hunda en la pobreza : sostiene con sus votos al comunismo y al socialismo más radical y antidemocrático que nos gobierna hoy día, y que por otra parte, está resucitando.
El Estado, en manos de partidos políticos corruptos y plagados de mediocres y ladrones, ha procurado embrutecer a las nuevas generaciones, privarlas de la capacidad de pensar, y aborregarlas mediante un inmoral y sucio adoctrinamiento televisivo.
En estos tiempos que corren ya no se escucha aquello de “bendita juventud”, ya que el objetivo bastardo y miserable de los últimos gobiernos de izquierda ha sido criar borregos fáciles de dominar desde el poder, no a ciudadanos responsables capaces de pensar en libertad y de ser exigentes con el poder.
Las familias, por su parte, han colaborado eficientemente en ese profundo deterioro moral y educativo de las nuevas generaciones, a las que se han mimado en exceso y no se les ha sabido inculcar y transmitir valores tan sólidos como la responsabilidad, el esfuerzo, la lealtad, el respeto y la libertad democrática.
El resultado de esa gran conspiración de políticos cobardes y padres y permisivos miserables ha sido letal, ya que generaciones de jóvenes que poseen títulos universitarios y oficios demasiado fáciles de conseguir, están llenos de carencias y deficiencias que los han convertido en ineptos, inútiles y viciosos, y que sólo están preparados para ser esclavos.
En fin, que aquello de “bendita juventud” ya pasó a la historia.