El nacionalismo no es solamente el que vivieron en los Estados nación europeos durante los siglos XIX y XX. Ahora han cambiado de disfraz, donde el caso catalán se enarbola ante nuevas pasarelas, pasarelas que no vemos entre las trincheras, pero sí entre agudas divisiones que puede llevarnos y, ya nos dirige hacia mucho más que divisiones: ruptura de un país.
A la sombra de Populares y Socialistas, el nacionalismo catalán durante más de 40 años ha sabido pasearse y doblegar descaradamente las mentes ante la impasividad y anemia de unos y de otros. A partir del 2012, se inicia una deriva de tal nacionalismo que no solo plantea ya la secesión, sino el ir por libre respecto a las exigencias constitucionales, bailar a las decisiones judiciales, limitar derechos fundamentales y siempre desde el poder. El Parlamento Catalán, marcando el paso, ha sabido ser la administración española al servicio de planteamientos ilegales siendo observado de manera continua por el Gobierno de España. Como las "cosas de palacio van despacio", al igual que socialistas, durante 40 años han ido mermando España. Cataluña ha seguido su ejemplo y, mientras, Populares, asistiendo en primera fila a ese devenir sin rechistar. El cocimiento, con el tiempo, ha derivado en este desguace.
Utilizar el poder público al margen y en contra de la ley, desobedeciendo y criticando sentencias judiciales y vulnerando, en demasía, derechos individuales, es radicalmente contrario a lo que es exigible al Estado de derecho y supone también, la vulneración de principios esenciales de nuestra democracia. Por otro lado, Populares, asistiendo a la susodicha pasarela a lo largo de estos largos años, donde también está incluido en este tripartito. Unos y otros han sido los productores de esta agónica película.
El marrón que le ha caído a España y la verruga cancerígena que le ha salido a Europa no es peccata minuta. El conjunto de la sociedad española y la Unión Europea no han sabido estar a la altura de la fractura que se les venía encima. El pueblo español no estaba asumiendo la gravedad de la situación y la Unión Europea, de perfil a la enfermedad que sufría un estado miembro. A partir de ya, lo que no se ha resuelto a nivel regional ha acabado llegando a ser un tema estatal y europeo. Tras lustros permitiendo vulneraciones de principios democráticos de primera índole, los mismos vicios que se habían apreciado allí ya son una realidad en las cuatro esquinas europeas. Lo que en principio solo era una mancha de aceite, con el tiempo, más que una mancha, ha pasado a ser algo así como la película "Cuando ruge la marabunta". Los mismos que abrieron los chiqueros a los berracos ahora son los que se quejan. ¿Quién pone puertas al campo?
Sin pretender comparar situaciones que se viven en otros países, sería desastroso que de la "unidad" que tanto se vanagloria Europa iniciásemos el camino hacia el aldeanismo. Tampoco es descartable que, de la misma forma en que los ataques nacionalistas al Estado de derecho se han extendido desde Cataluña al conjunto de España, se produzca una transmisión semejante al conjunto de Europa.
La profunda división del mundo catalán como consecuencia del desafío nacionalista podría adelantar también tensiones a nivel europeo, que dependerán en buena medida de si las familias políticas europeas deciden hacer seguidismo de los planteamientos españoles. No hace muchos meses una comisión del Parlamento Europeo hablaba de la exclusión del castellano en los centros educativos catalanes produciéndose un boicot que secundaron los socialistas. Así, ante tal perplejidad, el nacionalismo, una vez más es división y para evitar que tome más vuelos hemos de tener claro la defensa del Estado de derecho, de los principios democráticos y de los derechos fundamentales.
Pensar que los mundos regional, estatal o europeo están libres de ser alcanzados por alimañas nacionalistas es de ingenuos. Solamente si en todos ellos se respetan de manera excelente los principios que recoge el articulo 2 del Tratado de la Unión Europea, seguro evitaremos las distintas confrontaciones que tantos políticos sensatos a lo largo de la historia nos han dicho alrededor del mundo nacionalista.
El frenazo puede serles cruel al igual que una cirugía a vida o muerte, pero a la larga las aguas deben volver a su cauce, aunque para ello tengamos que utilizar otros procederes. "Buen tema a llevar hacia los Comicios Europeos".
MARIANO GALIÁN TUDELA