Opinión

Colegas de la vida pública

Salvando las distancias, al igual que los cristianos aguardamos con ilusión la próxima Pascua, a partir del próximo día 1 de abril, los que añoramos la venida de los comicios europeos, empezaremos a contar los pocos días que nos faltan para el inicio de sus diversos embalajes que conllevarán. De todas maneras, andamos ante una era secular, posmoderna, poscristiana, posverdadera y transhumanista (no nos falta de nada) y, no falta acierto en tales calificativos, que respondan a un común denominador: vivir de espaldas al que ha dado la vida por nosotros, los cristianos, y como si los seres humanos tuviésemos el derecho absoluto de ocupar su lugar al estilo de los auténticos "dioses del universo".

Nuestros espacios públicos parecen haber quedado secularizados; las religiones han sido relegadas al ámbito privado cuando no al de intimidad: la ley natural cuestionada e incluso rechazada de plano por cristianos de alto copete, el pensamiento metafísico sustituido por pensamientos débiles y relativistas, por considerarse este el más adecuado para una sociedad abierta y pluralista. La conciencia moral tratada como mera certidumbre subjetiva. Todo, como si el mundo se hundiese para los creyentes y gentes de buena fe.

La autoridad política desligada ahora de cualquier principio moral vinculante más allá de los derechos humanos, considerados estos, ya no como exigencias naturales, sino como productos de consenso humano, y por tanto modificables y extensibles a la protección de actos contrarios a la naturaleza.

El positivismo jurídico ahoga los ordenamientos y asfixia a los ciudadanos. La familia matrimonial como una opción más de oferta a las puertas de la poligamia. El derecho a la educación, pisoteado por los poderes públicos como instrumento de adoctrinamiento social. Lo políticamente correcto restringe a la libertad de expresión y, la cultura de la cancelación sigue validando la venganza como arma política, donde el populismo de derechas e izquierdas campa a sus anchas en el espacio público y, entretanto, la práctica religiosa cayendo alarmantemente por motivos serios donde muchos, por desgracia…mejor no hablar.

Si nos faltase poco, la persecución física e indirecta que están sufriendo los cristianos en Europa y en otras partes sigue requiriendo de grandes ideas. El Sur de España no se queda atrás. El informe anual presentado por organizaciones españolas y extranjeras sigue señalando cristianos asesinados, donde el número de iglesias atacadas bajo diferentes niveles de violencia va a más. Si hablamos de abortorios concertados desde Asambleas Regionales, llevados por cristianos el tema aún se pone más crudo. No se preocupen, todo está amañado y bien se les paga al mundo mediático para que todo pase de manera licuada.

Así las cosas, transformar la vida pública en nuestros días no solo requiere de grandes ideas y cabezas, sino también y sobre todo de grandes guerreros, de cristianos con uñas, ejemplares y valientes en los foros públicos y, partidos políticos en su inquebrantable compromiso con la verdad, por su respeto a todas las personas con independencia de las ideas que defiendan, por su capacidad de perdonar setenta veces siete, compromisos con la justicia social y su rechazo a cualquier forma de corrupción política, incluso a aquellos que utilizan el guante blanco sin que se note, aunque muchos lo sabemos.

Nuestro tiempo demanda un buen puñado de ciudadanos magnánimos, libres, que ennoblezcan la esfera pública, convirtiéndola en un lugar de encuentro con Dios y servicio a la humanidad. Aún queda bastante sitio por si se animen.

Feliz Semana Santa.

MARIANO GALIÁN TUDELA

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""Comience por volver la paz a nuestro hogar, lo que conlleva considerarse y quererse, para ser los inventores de la reconciliación de uno consigo mismo""