Opinión

Umbral y la Ciudad y los Días

¿Qué es una ciudad, qué es una ciudad para ti, qué te hace una ciudad a ti, qué haces tú a una ciudad, somos ciudad y en ciudad, sea la ciudad o pueblo o aldea, desde el neolítico o antes? 

Cita el maestro del columnismo Francisco Umbral, en 1961, un artículo publicado en el Diario de León, el 30 de enero de 1961, dónde nos narra o habla o dialoga con la ciudad y con nosotros, nos habla de una ciudad, León y de la ciudad en general, nos habla de nosotros y nos habla al presente y al futuro. 

Umbral que estaba empezando o siguiendo el empiece de una carrera literaria, que se había trasladado desde Valladolid a León, para trabajar en la radio, empezando de administrativo, pero continuando con un programa de radio, dónde todavía existen los pequeños artículos radiados, y, al mismo tiempo, redactando los primeros artículos en periódico y, también, lo que le dio dolores de cabeza, ese programa de cine en el cine. Umbral que empezaba/reempezaba de escritor, después de las primeras armas en el Norte de Castilla, León el paso intermedio entre Madrid, Laguna de Duero, Valladolid, León y el semiparaíso de Madrid. Donde terminarían sus huesos-cenizas, dónde conquistaría la ciudad, la Cultura, el Parnaso y, al final de su vida, según Raúl del Pozo, al que preguntaba: “perdurará mi obra”. Dicho de otro modo, si su producción cultural estaría al lado de la de Quevedo, Cervantes, Baroja, Galdós, Azorín y la gran literatura en español… (Dirá algún purista, muy entendido que Umbral no apreciaba la literatura de Baroja, ni de Galdós ni de Azorín. Pero también es verdad, que esos autores están en la historia de la literatura española…). 

Todos somos en una ciudad, todos estamos en una ciudad. Sea una ciudad-aldea de cien habitantes. Dicen que desde el neolítico, pero desde la prehistoria, como todos los primates, somos gregarios, vivimos y existimos en grupo, desde la prehistoria, ya se situaban durante algunos meses o años o lustros, en algún lugar, esa era su ciudad. Todo el mundo existe en un lugar, van cambiando los nombres, pero todos tienen la misma esencia y, solo cambian los accidentes… 

Por León la vida y la existencia y el existir me han llevado, el azar y los accidentes y las causas y las causalidades varias veces, varias veces. No podemos narrarlas: viaje entre estudios, servicio militar de paso al Ferral o Astorga, viajes de novios, viajes posteriores, visita al Museo de la Catedral de León, Museo o Museos –no recuerdo ahora el nombre oficial-, siempre buscando el corazón del mundo, el propio corazón en el corazón del mundo… Viajamos, por multitud de razones, viajamos por multitud de fines. 

Supongo que cuando el maestro del columnismo Umbral, FU, redactaba este artículo, estaba en una situación de espera, sabía y quería vivir de la literatura, pero sabía, como ha indicado muchas veces que de los libros nadie vive en España, ni siquiera Delibes, en aquella época de la literatura, salvo alguna excepción, había que vivir de los artículos en periódico, que también es literatura. Quería realizar una carrera sentándose y viajando en el tren del columnismo, columnismo literario, como un género más de la literatura y algo de información, más los libros más literarios. Ese era su verdadero viaje. Tuvo suerte y tuvo capacidad de saber vivir de ello. Realizó, dicen que al menos, veinte mil artículos. Veinte mil trozos del corazón derramados en palabras, veinte mil trozos de realidades metidas en su corazón y transformadas en imágenes…  

¡Bien, harían los escritores de hoy, sacar a Umbral del purgatorio de los escritores, bien se merece las miles de páginas escritas, que vuelvan a estrellar las mañanas y las noches de los hombres…! ¡No, no estoy totalmente de acuerdo conmigo mismo, en algunos aspectos del hoy o del ayer, por tanto, no puedo estar de acuerdo, totalmente, con todos los conceptos e ideas, del maestro Umbral que ha ido vertiendo en miles de páginas, pero tampoco estoy de acuerdo en todo con Quevedo o con Cervantes o con Larra o con Unamuno o con Ortega y sé que son luces que nos tienen que alumbrar, para hacernos preguntas, siempre preguntas, estamos hambrientos de preguntas, somos animales que comemos preguntas…! 

Quizás, mi situación actual, en cuanto al articulismo sea semejante, a la misma que Umbral en 1961, cuando él estaba a punto de dar el salto hacia Madrid. En cambio, mi situación es la tercera edad, esta es mi etapa vital, acaso yo, si doy el salto es a la eternidad, espero que eternidad buena. Pero en estos meses o años o lustros que me quedan de estar o de ser en este mundo, entre otras pequeñas o medianas esperanzas, me digo a mi mismo, ¿podré conquistar Madrid, algún periódico nacional de Madrid, con mi teclado de ordenador…? ¡Bien, sabe Dios que lo intento, en estos diez últimos años, en otras etapas también, pero nunca se abre una puerta o ventana a las letras en forma de artículo firmadas por mí…? 

No puedo preguntarme, seria y racionalmente, “si mi literatura-filosofía va a perdurar”, sería engañarse y mentirse a uno mismo. Porque mi situación, prácticamente ha sido el silencio, el silencio de las letras e imágenes y visiones y metáforas e ideas y conceptos que he ido rellenando. Pero si desearía esperar y desear, supongo que no es pedir mucho, que al menos, las miles de páginas escritas, en forma de artículos o en forma de otros géneros literarios-filosóficos, perduren en alguna biblioteca, por si dentro de varias generaciones, aplicando la Inteligencia Artificial, se podría obtener ideas o preguntas o conceptos o datos o argumentos, algunos al menos, que puedan servir a los seres humanos. Paz y bien… 

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Por María Beatriz Muñoz Ruiz