Opinión

Las artes como sabiduría del mundo

Desde el siglo XX, las bellas artes las han conformado la arquitectura, pintura, escultura, música, literatura, danza y cine. No son fenómenos secundarios o periféricos dentro del actuar de nuestros ciudadanos y poseen mucha más importancia de lo que aparentemente da la impresión. Se hallan en el centro de nuestra vida y son un auténtico motor conformando rasgos propios de la especie humana, a los que es imposible renunciar. Los humanos siempre han plasmado artísticamente sus emociones, pero el arte no solo involucra al ser humano desde un punto de vista sensorial. Acercarse, admirar, escuchar una obra de arte, en cualquier categoría es asumir una experiencia muy compleja. En muchas ocasiones podríamos decir que el arte unido a la mano de la cultura son los medios más importantes de los que disponemos para entendernos entre nosotros. Nos hacen sentir curiosidad por lo diferente o lo que nos resulta más desconocido y, en su caso, aceptarlo, e incluso hacerlo nuestro.

El enjambre que hemos tenido y seguimos contemplando en y desde España en asuntos artísticos ha sido descomunal. Compatriotas nuestros han sido y siguen siendo aclamados en todo el orbe. Pongamos algunos ejemplos: Federico Chueca, Ruperto Chapí o Amadeo Vives (música de Zarzuelas). Velázquez, Greco, Zurbarán o Antonio Sánchez -hoy- (Pintura). Picasso, Juan Miró, Dalí (Escultura). García Lorca, Bécquer, Quevedo, Lope de Vega (Escritores). Nacho Duato, Ángel Corella (Danza). Gaudí, Moneo, Santiago Calatrava (Arquitectura). 22 ángeles (Cine). Plácido Domingo, Ainoa Arteche y Monserrat Caballé (Ópera). Aún así nos quedamos cortos.

Ahora mismo en España y tras los Pirineos, nos encontramos con muestras palpables, pequeñas antorchas que rezuman un buen sabor hacia las artes españolas: las 24 Academias de la Lengua Española en España, América, Filipinas, Ecuador y Méjico Los diversos Institutos Cervantes recorriendo todo el globo mundial. Nuestra Biblioteca Nacional en Madrid que ahora mismo trabaja y expone a Nebrija, José Hierro, al marqués de Santillana, el exilio intelectual del español en Puerto Rico o al gran Beato de Liébana. Sin dejarnos por supuesto el lugar de encuentro de los Premios Adonáis de Poesía que este año ha recaído en mi buen amigo Luis Escavy, e incluso, para más, la presentación de los décimos de lotería sobre los escritores de la generación del 98. Pero todo no va a ser color de rosa en estos caminos del arte español. Los premios Príncipe de Asturias y el premio clamoroso de la Editorial Planeta también se le debe dejar constancia en estas letras. De "pura chiripa" nos hemos enterado que Portugal y España tienen un acuerdo al respecto sobre concursos artísticos de varias modalidades pero hasta ahí llega la noticia sin saber nada más.

El mundo relativista, posmoderno y laicista ya se ha encargado de bajar el listón al igual que en los mundos de la educación y de la cultura. La falta de ambición política para subir el mundo artístico es inigualable y, si deseamos vender con glamur nuestra cultura y nuestras artes hacia Europa, América o Asia antes hemos de arreglar primero nuestra casa. Al mundo de las editoriales españolas les está costando saltar los Pirineos y nuestros escritores se las ven y se las desean. Nos faltan verdaderas Escuelas de Directores de Orquestas y Bandas de Música a lo largo de nuestras tierras. Escuelas de Baile Superior faltan por doquier en nuestras Autonomías. Concursos de jóvenes poetas y escritores por autonomías es muy mejorable, al igual que en el mundo pictórico. Aunque vemos un salto positivo en el mundo del cine, hemos de salir cuanto antes de las heridas políticas que España sigue acarreando. La propia Ainoa Arteche viene pidiendo desde hace tiempo tomarnos en serio que existan por todos lados grandes y verdaderos coros desde pequeños por barriadas. Al respecto de los coros, Nicaragua, hoy por hoy, es un ejemplo a seguir en todo el orbe. Los Museos, en una sociedad hipermoderna han experimentado una importante mutación en el siglo XXI: están dejando de ser lugares de conservación y exposición del patrimonio para convertirse en espacios didácticos abiertos a la sociedad y sumergidos en lo más profundo del capitalismo.

Estamos en una época de caimiento en nuestros museos. Han pasado de ser un templo de Apolo o la Kaaba a lo que nos inspira hoy: se construyen museos de formas espectaculares que celebran el ocio, el entretenimiento, más que el aspecto sagrado del arte. Ya son muchos los que no creen en la dichosa posmodernidad en estos mundos y en el agotamiento de las grandes utopías. No es posible que la tecnología, el mercadeo, el individualismo nos lleve de cráneo. En las autopistas culturales españolas sobre los museos: los 30 de Málaga, Museo Picasso, Centro Pompidou, Carmen Thysen o el ruso de San Petesburgo, el Guggemheim, han ido transformando el urbanismo, la sociología y las relaciones económicas. El Museo ahora se va convirtiendo en un instrumento de desarrollo urbano y regional, una herramienta para el desarrollo turístico por su propia reputación y en definitiva, un elemento estratégico. Hemos de cambiar las perspectivas que teníamos hasta la fecha.

Ellos, los Museos, son clave en los procesos de globalización de las ciudades del mundo. Ahora, cuando llegue el 2023, Año por excelencia sobre Picasso, deseemos estar a la altura de nuestro paisano tanto en Museos, como en la calle y como en lugares tan cercanos como pueden ser los Centros de Formación Profesional, Universidades o cualquiera que se precie alrededor de conferencias, concursos, ediciones de libros, Institutos, etc.

LAS ARTES COMO SABIDURÍA DEL MUNDO (II)

Con el anterior artículo sobre el mundo del arte quedaba claro que es peligrosa la dicotomía entre ciencias y humanidades, así como pasar por alto el lugar de estas últimas en los planes de estudios de nuestros alumnos. No hemos de renunciar a ellas: Humanidades-Cultura y Artes pues tanto la ciencia como la técnica dependen de esa creatividad que explica el nacimiento de la cultura y del arte: " La razón nace de nuestras experiencias culturales y, las obras de arte llevan consigo la sabiduría del mundo.

Siguiendo con las aventuras de la literatura y de la música es muy hermoso saber qué se ha realizado en España y desde ella a toda Europa. El mundo de Iberoamérica, a través de España, no se quedó atrás y hasta la fecha ha sabido estar a la altura de lo que los españoles dejaron en aquellas queridas tierras.

Calderón de la Barca, Diego Velázquez y Juan de Herrera fueron algunos de los protagonistas más insignes del Siglo de Oro Español. Pero esta etapa de la cultura hispánica no solo brilló por la literatura, las artes pictóricas y escultóricas o la arquitectura: también lo hizo por la música. No nos olvidemos que España, en un momento dado, fue uno de los centros nucleares de la cultura y de las artes y, a través de nuestro país, también empezaba a llegar desde el Viejo Continente gran cantidad de trabajos que más tarde se expandirían por toda Europa, así, cultura y artes formaron una red auténtica del conocimiento por todo nuestro continente.

A partir de entonces se ha decidido "colmar lagunas" sobre los grandes compositores del Siglo de Oro, un período alabado por su literatura, artes plásticas, escultura y arquitectura. Los grandes sabios del XXI comentan que este gran puzle de la edad más excelsa de la cultura hispánica es poco sin esta pieza: la música. El Reino de Nápoles, Países Bajos e Iberoamérica tenían mucho que aportar. En el fondo lo que se ha ido buscando es el compartir un patrimonio común y conocer la propia identidad. Los retazos de cultura nos conforman como personas, nos ayudan a saber cómo somos y a sentirnos plenos. La música, sin duda, es un cromosoma más de nuestro ser. Felipe IV y Carlos II fueron los creadores de la zarzuela y la ópera española en colaboración con Calderón de la Barca y, estas expresiones del arte le evocan la efusividad del carácter propio de tierras hispánicas.

Las manifestaciones culturales y artísticas del territorio peninsular fue la apertura de la piel de toro al mar Mediterráneo por un lado y al océano Atlántico por el otro, con todas sus implicaciones en cuanto a las relaciones e intercambios con numerosos pueblos y las influencias mutuas. El hecho de que el público del siglo XXI tenga menos contacto con muchas composiciones nacidas en España, alrededor del mundo cultural y artístico, es síntoma del empobrecimiento cultural de nuestras gentes hoy día.

Pregúntense cómo se ha conseguido mantener vivas las memorias de grandes compositores europeos y la de grandes Humanistas o Literatos. Un dato concreto lo tenemos cómo a finales del siglo XX nuestros conservatorios españoles, por ejemplo, no ofrecían especializaciones en música antigua. Nuestro acervo sigue siendo riquísimo y hemos de darle una oportunidad. Es importante que las administraciones españolas se animen a dar más impulso a este legado. La experiencia nos ha demostrado que, si esa sensibilidad no se plasma en leyes que favorezcan las industrias culturales, artísticas y financiación, competir en el mercado global "se convierte en una azaña". Si el patrimonio que poseemos ni se graba, ni se programa, el público es incapaz de llegar a apreciarlo. Es de justicia señalar que en el 2020 tuvimos la suerte de estrenar en Viena la primera ópera española y, resulta extraño que se interprete por vez primera en tiempos modernos en la capital austríaca y no en el país de origen, algo falla.

Me cuestiono por qué ha conseguido mantener viva la memoria de Juan Sebastián Bach o de Henry Purcell, por citar dos nombres, mientras que la tradición hispánica aún espera la mano de nieve que puede arrancarlas, citando libremente a Bécquer. Es posible que la tardía incorporación de la Musicología como disciplina universitaria en los planes de estudios españoles tengan algo que ver. Mientras que en España empezaron alrededor de 1980, los países centroeuropeos ya lo iniciaron en el siglo XIX. Hablamos así de casi un siglo de retraso en la formación de profesionales dedicados al estudio, análisis y transcripción del repertorio y, hasta las últimas décadas del siglo XX nuestros conservatorios superiores no ofrecían especializaciones. Para nuestra sorpresa, España sería uno de los países de Europa con un mayor volumen de obras de la Edad Moderna.

Frente al experimentalismo formal de la producción artística del siglo XX los nuevos caminos del mundo artístico deberían tomar nuevos rumbos. Desde el momento en que un pensamiento o sensación, sea éste la desesperación o la belleza, es transmitido intencionalmente por un ser humano a otros a través de un lenguaje que apela a los sentidos es arte. Curiosamente, las inmensas posibilidades de manipulación de la imagen que ofrecen los avances tecnológicos son consideradas menos peligrosas para el concepto de arte que estas regresiones al papel del artista como guía de nuestra sensibilidad, como mago que nos descubre viejas y nuevas fuentes de belleza y armonía, como investigador estético y ético que ve y hace visibles las zonas oscuras de nuestra sociedad.

Hemos de entrar de lleno al arte de la relación. Relación con la sociedad, en sus temas y en su dirección. Los artistas han salido de la torre de marfil en la que la modernidad le había situado para entrar en contacto con el mundo que le rodea. Romper el dualismo entre valor social y estético es quizá el reto principal del artista del futuro. La nueva moralidad artística debe construir y desenmascarar el uso que se hace de la imagen para propósitos siniestros a la vez que servir para reconstruir un mundo armonioso en el que todas las personas sean capaces de reconocerse.

Mariano Galián Tudela

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Por María Beatriz Muñoz Ruiz