El árbol de Navidad, el belén y los adornos navideños en balcones y en el interior de nuestros domicilios podemos decir que ya están en el lugar que les corresponde. Llega el momento de los grandes pensamientos frente al belén, las buenas lecturas de libros que nos hagan mejorar nuestras esperanzas y, a partir de ahí, con vistas al 31, hacer balance como lo haría una buena empresa que se precie e incorporar fundamentos sólidos para el 2023.
A estas alturas, el que más y el que menos hasta es posible que haya hecho algunos deberes adelantados. Un servidor algo ya ha realizado y si ustedes me lo permiten les envío un pequeño esbozo.
La actual crisis europea- Occidente en general según mis notas-, viene coleando desde el siglo XVIII y ha alcanzado su vana plenitud en los últimos años. La visión de más de una persona al mundo de la Modernidad deja mucho que desear pues, sin duda, provoca "a lo bestia" el abandono a las raíces espirituales y culturales que poseía nuestro continente y forjaron la Europa que no conocemos ahora. Les recuerdo que tales raíces vinieron de la filosofía griega, el derecho romano y la religión cristiana. Son muchos los que al respecto, en muchas películas y libros acertados, nos vienen a decir que un país, un continente, una familia o una empresa, que no cuida de dónde surgió en un momento dado, antes o después, está desbocado a desaparecer.
Así, Europa ha renunciado a la verdad que la ha sustentado estos años atrás, al sentido de la justicia y a la fe que nos trajeron nuestros ancestros y la propia Iglesia Católica, la cual también anda bastante resfriada. Con todo ello, la moral se ha ido al garete, la ciudadanía se ha desmoralizado y está indefensa ante los avances de los populismos totalitarios. El jaque mate a la búsqueda de la verdad, la pérdida de la belleza en lo que nos rodea y el bien que somos capaces de hacer ya son harina de otro costal.
El problema no solo es la España laicista que nos abrasa y nos hace ver auténticos rosales donde solo existen más que crisantemos, gladiolos, orquídeas o zinnias, propias de un cementerio. Estamos ante un hecho más grave. Nos situamos ante un proyecto "anticultural", impulsado por el Desgobierno y una oposición "que mírame y no me toques", donde se pretende por un lado una transformación totalitaria de la sociedad para vaciarla de los pocos principios que les quedaba y, por otro, un desear ir por esta vida con una vela al diablo y otra a Dios, es decir, una vida desnaturalizada y enaltecida de sinsabores envueltos en celofán de mentiras y doble vida. ¡Todo un manjar!
No se trata aquí de negar el bien y la verdad, sino de sustituirlos, "por sus pistolas", por el mal y la mentira en ambos casos, y somos muchos los que pensamos que ya ha llegado el momento de frenar este caos dirigido a la barbarie por un lado, y hacia la doblez de vida por otro. Nos ubicamos ante uno de los grandes fundamentos de VALORES, defendiendo y promoviendo, entre otros, una alternativa cultural hacia nuestro país. Es muy de agradecer cómo D. Alfonso Galdón, presidente, se está dejando la piel en ello.
Las grandes crisis históricas han surgido de facto desde los mundos educativos y culturales. Tal es así que es plausible pensar que si no estuviésemos ante una auténtica crisis intelectual y moral en grandes sectores de nuestra sociedad otro gallo cantaría, aunque también es verdad que alguna antorcha intelectual, de forma esporádica, es de agradecer verla y escucharla. La crisis de la concordia política que emergió cuando la Transición al mundo de la democracia procede sin duda de la falta de concordia cultural y moral. Aún mejor, de la decadencia de la vigencia social del cristianismo. No se trata aquí de "cristianizar", de "evangelizar" las diversas instituciones, sino de promover la reforma intelectual y moral de las conciencias. No nos olvidemos de que la defensa de la vida, la verdad, la dignidad de la persona, la familia, la bien entendida libertad, la unidad de nuestro país y, la monarquía bien llevada, se pueden defender por quienes no son cristianos y sí por personas de bien.
Que sepamos, no existe mejor vacuna contra los elementos que nos rodean ahora mismo, tanto en Bruselas como en muchos estados miembros, que la alianza entre la cultura clásica y la fe cristiana. Echemos un vistazo a la historia. San Benito salva de la destrucción los sabios libros antiguos, sienta la base de la vida monástica, y crea la identidad entre Europa y la Cristiandad. Muchos siglos después, Edith Stein, otra de las grandes, diagnostica una lucha encarecida entre el bien y el mal, lucha que solo se puede ganar desde el respeto y el amor. Ante esta lucha es imposible la neutralidad. O somos o no somos. VALORES ni desea, ni ansía ser neutral ante el conflicto intelectual y moral que vivimos. ¡Qué menos en un partido político Humanista Cristiano!
Ha llegado la hora de la verdad y pienso que cada uno de nuestros belenes, bien llevado, si tiene el oído atento y el corazón abierto, es capaz de escuchar con esmero todo aquello que saldrá de nuestros pesebres.
Feliz Navidad en familia, junto al Belén y, dando lo mejor que tengamos dentro de nosotros mismos a todos los que pasen a nuestro alrededor.
MARIANO GALIÁN TUDELA