Opinión

Entender la digitalización de las pymes, el camino para que España se convierta en una incubadora de empresas

¿Saben las administraciones lo que representa para una empresa iniciar un proceso de digitalización? ¿Saben los bancos lo que hace falta para lograr la digitalización de una compañía? No, no lo saben. Al menos no todos los gobernantes o entidades financieras. Y esto es importante que cambie. Administradores y bancos deben comenzar a entender las necesidades de una pyme cuando comienza el camino hacia la transformación digital.

Internet y el comercio electrónico han hecho el mundo más pequeño. Con un clic estamos vendiendo productos en otro país, pero detrás de esta instalación digital está la complejidad de la logística. No cabe duda de que, para cualquier empresa, poder vender más allá de las fronteras supone una gran ventaja. Pero, ¿cómo hacerlo con unos costes logísticos razonables? Cualquier pyme que se inicie hoy en la logística tendrá como mínimo el doble de precio por unidad transportada que tiene hoy una gran empresa internacional. Y estos precios se alcanzan invirtiendo en grandes cantidades y asumiendo las pérdidas por la ineficacia de entrar en el mundo de la logística internacional. Pero, ¿cómo explicar a un banco o a su departamento de riesgos que la inversión en eficiencia logística está en pérdidas? En otras palabras, sólo hay dos maneras de ganar competitividad en términos de logística: una es nacer grande; y, la otra, es invertir en pérdidas.

Con el auge del comercio digital, acelerado aún más por la pandemia, el crecimiento orgánico dentro de Internet es un espejismo. El comercio electrónico tiene la gran ventaja de ser transfronterizo; sin embargo, esto también supone un aumento exponencial de la competencia. ¿Cómo ser entonces eficientes en el marketing digital? En el marketing digital nos encontramos con los mismos principios que en la logística, es decir, o naces grande o tienes que invertir en pérdidas. La formación de analistas y la producción de contenidos son inversiones dolorosas a corto plazo e inevitables a medio plazo. Una vez más, ¿cómo explicar al departamento de riesgos de un banco que la inversión en marketing se hace con un aumento de los costes y la inversión en pérdidas?

Sólo con una inversión en personas y tecnología es posible interconectar las empresas con su ERP (Enterprise Resource Planing), con la logística, con el marketing y con cada una de las plataformas internacionales. Sin esto, sin información inmediata y en línea, no es posible controlar toda esta operación. No es posible analizar y corregir los errores al ritmo que exige el mundo digital. La tecnología de la información es hoy uno de los departamentos más importantes de cualquier empresa que quiera estar preparada para el futuro.

Pero más allá de toda esta complejidad viene la parte fatal, que es ¿cómo valorar la inversión en pérdidas? ¿Cómo valorar los activos digitales? ¿Cómo valorar a una marca que posea algunos de los productos más vendidos del gigante Amazon? Sencillamente, las normas contables en España no permiten reconocer ninguna inversión o activo digital. En otras palabras, una pyme que ha tenido un excelente desempeño en el comercio digital, pero no tiene otros negocios tradicionales o activos que equilibren el negocio digital contablemente es una empresa quebrada.

Como resumen, luchar contra lo inevitable es un desperdicio de energía, es decir, el mundo digital está aquí para quedarse y será el futuro para todas las empresas. Los que no se adapten al mundo digital acabarán sucumbiendo. Sin embargo, todos los actores implicados en el mundo empresarial tienen que entender que la digitalización no es una simple modernización, sino una revolución organizativa y lógica. El impacto de que la sociedad económica entienda las nuevas necesidades de las empresas marcará la diferencia entre tener pequeñas empresas digitales de barrio o que España se convierta en una incubadora de gigantes digitales. Para ello, tenemos que responder a las nuevas necesidades de las empresas.

Paula Belén González, CEO de Levira International

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Por María Beatriz Muñoz Ruiz