Opinión

"Columna y yo-tú”

A estas alturas de la vida, de mi existencia, creo que estoy capacitado para rellenar una hoja, DINA-4, con una serie de comentarios sobre cualquier tema. 

Por consecuencia me puedo considerar un columnista-articulista literario-periodístico con los suficientes recursos, estéticos-estilísticos-conceptuales-noticas-informaciones-datos-argumentos para hablar-dialogar conmigo mismo y con usted de cualquier tema o de casi cualquier realidad. 

Pero a estas alturas de mi existencia, habiendo acumulado, una cantidad suficiente de experiencias, una cantidad ingente de observaciones-percepciones y, de lectura-reflexiones-análisis, que son otra forma de percibir y de pensar. También soy, demasiado cauto, o dicho de otra manera, sé que apenas sé casi nada, porque quizás he bebido de muchas fuentes y me he asomado a muchos abismos. Sé que de todo, no es que existan muchas interpretaciones, que existen, sino que existen muchos archivos-documenta-bibliotecas-conversaciones que para la mayoría de los mortales, nos son desconocidas. 

Mis colegas columnistas, pienso que me puedo autotitular formar de este círculo, aunque ellos se consideran profesionales,  porque reciben un estipendio en forma de dólares-euros, y, en mi caso, solo recibo silencio. Pero pienso, que salvo esta distancia, que es corta o larga, distante o cercana, esencial o accidental. Salvo en esa diferencia, puedo concebirme-percibirme a mi, como columnista profesional sin emolumentos económicos. En todo lo demás, soy semejante a todos, los que reciben plata o los que no las recibimos, que en estos momentos, formamos un ejército, parece ser de varias legiones-divisiones. 

Indicaba que mis correligionarios en esto de la columna, hablan de todo o casi todo, y, en el fondo, o hacen de que se creen que saben casi todo, o es una forma retórica de exponer la realidad, o solo, redactan-expresan-comunican para un sector de la sociedad. Pero en mi caso, estimado-a lector-a, animal rugiente como yo de entender-saber algo de lo real. En mi caso, reiterativa fórmula estética de figura literaria, sé que apenas sé de casi nada. Pero, a veces, pienso-siento que he ido-caminado-viajado más lejos que muchos que predican en todos los foros de lo digital y de la prensa escrita. Ya dirán, se ha colado la vanidad-soberbia-petulancia de un engreído desconocido de provincias. Y, si expreso lo contrario, dirían, ya está aquí un letraherido que no ha superado la etapa adolescente de la personalidad literaria. 

En ochocientas palabras, solo se pueden expresar trozos de parte de subpartes de mundo, de micromundos. Solo puedo intentar ser honesto, avisar al lector, que no sé de todo, sino de casi nada, porque de lo que pienso que sé, sé y soy consciente, que apenas sé, incluso de las temáticas, que el Estado me ha otorgado un título oficial de profesional teórico de esa actividad-saber-disciplina-ciencia ortodoxa. 

Creo que los articulistas, debemos admitir una ética deontológica sobre la información y sobre la escritura. Debemos ser conscientes, que no podemos solo indicar lo que nos sale del vientre o de las neuronas más profundas, de las heridas y traumas que están durmiendo en las despensa de nuestro corazón. No podemos quitarnos esos trajes, pero tenemos que racionalizar todo y en todo. Quizás, seamos los nuevos predicadores laicos, ya no estamos encima del ambón, dando el sermón dominical, pero si en forma de bits nadando en la piscina megaolímpica del mundo. 

No quiero convencerle a usted de nada, a los pocos lectores-lectoras que de mis artículos-columnas-opiniones con cierto sistema exprese. Solo deseo, que con los datos que le ofrezco, con las preguntas, argumentos y reflexiones, usted, siga pensando-repensando, analice-reanalice esas cuestiones, complete-complemente lo que se le indica, por mi mano o voz, que en definitiva es heredera de selecciones múltiples de experiencias y lecturas, condensadas-aliñadas con la realidad viviente de hoy, con las heridas y alegrías que la vida ha ido dejando en mi existir, porque yo soy como usted. 

No olvide que una columna es como un enorme espejo o espiral o laberinto de palabras-ideas-frases que intentan atrapar un pájaro de realidad, de trozo de realidad. Es un intento de poner algo de sentido a la enorme complejidad del mundo. Suceden las cosas, pero los humanos necesitamos, sentimos la necesidad de darle significado-sentido-contenido. Somos significados que buscan significados. Todo eso es la Historia de la Cultura-cultura, la historia de lo humano-humanidad. 

Cada cierto mes, me autoevalúo a mi mismo, de mi caminar entre estos artilugios culturales que hemos denominado artículos de opinión, en mi caso, literarios-filosóficos de opinión, que modestamente, colgamos-clavamos no en la Iglesia de Nuremberg, como las noventa tesis de Lutero. No llegamos a tanto, pero que aspiramos, al menos yo, a servir a los otros, con palabras-frases-conceptos-percepciones-datos-argumentos, un poco más verídicos-verdaderos, más bondosos-buenos, más bellos-estéticos. Paz y bien.  

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Por María Beatriz Muñoz Ruiz