Una ciudad es un aliento del pasado-presente-futuro, Cáceres nos recuerda algo de lo que somos, algo de lo que estamos, tiempo y espacio, Cáceres nos vuelve a pensar, que todo lugar, tiene su encanto y su enigma y su misterio.
Todo ser humano vive y existe en un espacio y en un tiempo. Existir y vivir en Cáceres es una forma de ser y estar singular. Rodeados de belleza, la ciudad antigua, muros y piedras que buscan volar en los ojos de los viandantes y caminantes.
Cáceres es una tarta con sedimentos de muchos siglos, con el chocolate medieval y renacentista que perdura especialmente. Toda ciudad-localidad hoy, tiene que levantar una bandera, para que otros ojos-oídos la miren-oigan, y así los presentes, nacidos o residentes entre sus pasos y lunares de alquitrán en las carreteras y su corazón, entiendan el misterio-enigma en el que existen, perciban todo lo bueno y no solo todo lo mediocre de su lugar.
Los que existimos en el Oeste de Europa, alejados de los centros de poder, miramos al centro, sea Madrid, sea Berlín-París-Viena con ojos expectantes y esperanzadores. Esperando que una lluvia de afecto nos caiga en nuestros adoquines y en nuestros ojos. Necesitamos al centro y centros de poder, para que nos quieran un poco más, nos estimen un poco con labios rellenos de flores de abanicos de paz y bondad.
Los dos viajeros han visitado este lugar-tiempo-espacio-color-calor varias veces, una con su retoño pequeño, realizando una foto movida en la entrada de la puerta-piedra de la plaza con el calor del verano. Pero somos en la ciudad que nacemos, somos en la ciudad que habitamos, somos en la ciudad que soñamos. Todos tenemos varias ciudades, reales e imaginarias, materiales y mentales. Cáceres puede ser una de ellas. Merece estar en la mente-corazón-carne-alma de muchos. Porque nos enseña, que siglo tras siglos, vienen revoluciones y guerras y descansos. Es como la pleamar y bajamar de la historia-Historia, en Cáceres, con sus torres mochadas, se notan los conflictos del pasado, Reyes Católicos o contra Reyes Católicos, Isabel de Castilla o contra Isabel de Castilla. Pero siempre es lo mismo, solo cambian escenarios y nombres y colores de banderas y teorías conceptuales de las conspiraciones-ideologías.
¿Por qué sentimos la belleza y qué es la belleza ante ciertas realidades, cuadros o ciudades o andares de la adolescencia o…? ¿Qué tenemos dentro de nosotros, que además de ansiar la verdad y el bien-bondad, también deseamos la belleza, belleza que tenemos palabra, pero milenios arrastramos desde Sócrates y Platón al menos, intentando definirla? ¿Cómo describir-definir-esencializar la verdad-bondad-bien-belleza de esta ciudad que en un altozano respira sosiego de siglos, como si no hubiese sucedido nada, cuándo como en todas ha estallado y restañado heridas de conflictos y de paces, de vergeles y de desiertos, de destierros y de fiestas…?
Cáceres como tantos territorios del Oeste de Europa, del Oeste de Eurasia necesita trenes rápidos e industrias y teleinformáticas, necesita ascender-subirse siempre al tren-barco-avión-satélite del mundo. Ir, más rápido, para estar a la misma altura del ruido-silencio de este planeta. Cáceres entre conventos y palacios, entre rezos y espadas ha transcurrido su sueño-vigilia. Cáceres espera que usted, joven viajero o adulta viandante le puede enseñar algo de usted mismo, porque si mira con detenimiento es un conjunto de espejos, que reflejan, como Medusa el misterio de los ojos, de dentro de cada uno, de alguna manera, transformando al visitante-vidente en una especie de piedra. Piedra dulce rellena de aire, porque le enseña algo de su ser-estar de cada mirada humana.
Se quejan, con razón, de la deshabitación y deshabituación de tantas comarcas-provincias de la Hispania eterna, pero cuándo empezaron a concentrar industrias-servicios en determinados parajes y lugares de la Celtiberia-Ibería-Piel de Toro que pensaban que iba a suceder. Hay zonas, que parece que el destino de las mujeres, de sus vientres es criar retoños hijos para que emigren o migren o inmigren o sean exmigradores. Llevamos siglos padeciendo esa nube-tormenta-huracán, unas veces, en el silencio de las generaciones, otras, con el lloro-llanto de los ojos sin lluvias de agua-lágrimas.
Llegará el día, que los bolsillos con ciertas monedas, comprenderán-entenderán, que las pequeñas y medianas ciudades-villas-aldeas-pueblos de este territorio de La Tierra de Conejos, todas los lugares tienen su encanto, y que deben repartir sus dinares-maravedíes entre unas tierras y otras, entre unos mares y otros, entre unos lagos y otros, entre unos aires y otros, porque todos somos-formamos esta unidad de ser y estar en un destino del pasado y un destino del futuro. Bien merecemos todos, ya que todos hemos soportado las penurias de la historia, todos también soportemos las alegrías de la historia.
Cáceres transatlántico de piedra y aire encima de una loma, espera que los ojos-corazones-miradas-tactos de millones de seres bípedos implumes racionales, pisen las piedras de su historia pasada y presente...