Viajar

Ahora que volvemos a poder viajar, ¿qué tal una escapada a Marte

El parque Futuroscope abre de nuevo sus puertas con una gran atracción

Los viajes a Marte de seres humanos de momento entra en el terreno de lo futurible, estimando entre 20 y 50 años para que se puedan hacer realidad. Por ahora solo es posible el viaje de ida, pero aún no hay la tecnología suficiente para la vuelta. Y, claro, un viaje con humanos solo de ida no se plantea. Pero quien sí lo hace –ida y vuelta y circuito completo– es alguien que entiende mucho de futuro: el parque Futuroscope, cerca de Poitiers, en el corazón de Francia.

Como si se quisiera huir de la crisis del coronavirus que ataca a todo el planeta, la novedad 2020 y también en 2021 lleva como sugestivo título: "Objetivo Marte", pero la pandemia obligó a cerrar el parque y apenas se ha podido estrenar. En la nueva etapa que ahora se inicia, con la reapertura progresiva del parque desde el 9 de junio, Futuroscope asume plenamente su identidad lúdica, con una atracción de sensaciones para toda la familia: la primera montaña rusa, en la que se ha hecho la mayor inversión de la historia del parque, con 20 millones de euros. Una atracción capaz de combinar tecnologías de vanguardia, algunas únicas en Europa, con una tematización sobre el espacio y su conquista, tan arraigado a nuestro ADN.

Esta nueva atracción permitirá al visitante ponerse en la piel de un futuro astronauta y medir sus habilidades para partir a una misión al planeta Marte. El pre-show ludo-sensitivo incorpora distintos tests que permitirán evaluar la resistencia física de los visitantes que tendrá lugar en el módulo de contención. Campos electromagnéticos, erupciones solares, aceleración supralumínica, puntos de alta velocidad hasta los 55Km/h... Futuroscope pone toda su experiencia tecnológica al servicio de la creación de una montaña rusa familiar de nueva generación.

Una reapertura progresiva

El parque estará abierto del 9 al 13 de junio de forma ininterrumpida, el fin de semana del 19 al 20 de junio y luego todos los días a partir del 26 de junio. Se aplicará una tarifa de temporada baja en todas estas primeras fechas. Futuroscope implementa medidas de salud diarias para garantizar la seguridad de los visitantes y de sus empleados. No se requiere pase de salud o prueba PCR para acceder al parque. El uso de una mascarilla sanitaria es obligatorio en todo el recinto de Futuroscope, tanto en exteriores como en interiores. Es obligatorio a partir de los 11 años y recomendado a partir de los 6 años. La gran extensión del parque (40 hectáreas) también permite y hace más fácil respetar el distanciamiento físico de todos los visitantes y empleados de Futuroscope.

Además, Futuroscope está instalando un sistema de cola virtual (Lineberty) en cuatro de sus atracciones principales (L'Extraordinaire Voyage, Vienne Dynamique, Sébastien Loeb Xperience, l'Age de Glace) que permitirá a los visitantes reservar una plaza para facilitar los flujos.

Como su nombre indica Futuroscope es un parque del futuro, de la alta tecnología, de las tres o cuatro dimensiones en pantallas gigantes, de la realidad virtual, de los efectos sensoriales, de los grandes espectáculos... pero casi todo eso ha estado vedado durante años, por razones de seguridad, a los niños que midan menos de 1,20 (no importa la edad sino el tamaño), lo que dejaba fuera a buena parte de los menores que debían conformarse con unas cuantas zonas de sencillos juegos infantiles y algunas atracciones ligeras.

Pensando en esos pequeños pero importantes clientes, Futuroscope inició el año pasado un singular cambio. En abril de 2019 reinventó “El Mundo de los niños” y creó Futuropolis, una verdadera mini ciudad de 10 hectáreas con 21 atracciones para los niños pero también para los padres y donde los niños realizan sus sueños de mayores. Organizados alrededor de un centro-ciudad, los barrios de esta ciudad imaginaria proponen a los niños jugar a ser atletas, pilotos, jardineros o arqueólogos. Aunque con un enfoque más moderno, se trata de ofrecer de nuevo las atracciones de siempre: toboganes, juegos de agua, coches eléctricos, barquitas...

La visita a Futuroscope siempre es interesante, así lo atestigua el alto número de visitantes repetidores, incluyendo los españoles que suponen el 43% del total de los extranjeros. Hoy siguen siendo grandes éxitos atracciones como "Baila con los Robots" que se estrenó en 2013, o más aún la enternecedora "La Vienne Dinámica" de 1994 y que sigue siendo uno de los iconos del parque. Entre las más recientes, sin duda la de mayor éxito es "El Viaje Extraordinario" de 2017. Es la atracción favorita del parque. Inspirada en "La vuelta al mundo en 80 días" de Julio Verne, propone dar la vuelta al mundo pero en... 4 minutos; pasando por el desierto egipcio, Dubai, el Himalaya o el Taj Mahal. Instalados en una gran plataforma aérea que se mueve al paso de los diferentes paisajes, los visitantes se sienten inmersos gracias a la pantalla gigante donde se proyectan imágenes de gran nitidez.

Rico pasado y animado presente

La visita a Futuroscope resulta aún más atractiva gracias a su vecina Poitiers, una ciudad que parece vivir entre dos realidades bien distintas. Por un lado su rico pasado histórico, que le ha permitido conservar un abundante patrimonio arquitectónico y cultural compuesto por unos 600 monumentos y, por otro, la apuesta por el presente que la ha convertido en una ciudad animada y vital.

Está situada en el centro de una región, Poitou-Charentes perteneciente a la gran súper región Nouvelle Aquitaine, la mayor de todo el país, que va del centro de Francia hasta la costa vasca fronteriza con España, con ambiente y paisajes sureños y costa puramente atlántica, en la que la naturaleza es protagonista y está surcada de ríos y canales que han hecho que sea denominada “la Venecia Verde”.

Al recorrer la ciudad, salen al encuentro sus huellas medievales en forma de restos de la muralla que en su día la envolvió, en los nombres de gremios y oficios que bautizan sus calles, en la quietud anclada en el tiempo de sus plazas y terrazas, en el laberíntico entramado de sus calles que ha llevado al Ayuntamiento a pintar unas líneas en tres colores (azul, rojo y amarillo) marcando rutas que llevan a los tres barrios monumentales y permiten regresar al punto de partida sin riesgo de extravío. A cualquiera de ellas se asoman iglesias románicas casas medievales, palacetes, abadías y otros edificios y museos de interés. También modernos locales comerciales que se apoyan en restos de templos góticos o muros románicos.

Dos personajes históricos de parecido nombre marcaron hitos importantes en la ciudad. Uno fue Martel, Charles Martel, que frenó a las puertas de Poitiers a los moros imparables que subían desde la península ibérica. El otro Martín, San Martín, que fue muy popular también en España ya que enviaba numerosos peregrinos hacia la tumba del apóstol en Santiago. Aquella fue una de las épocas más gloriosas de Poitiers, cuando la ciudad se llenó de iglesias románicas. También se pueden seguir los pasos de la controvertida reina Leonor de Aquitania, que supuestamente nación en Poitiers, con una visita a su Palacio y a la Catedral de San Pedro, cuya construcción ordenó.

Leonor fue reina de dos países rivales, Francia e Inglaterra, madre de diez hijos –entre ellos el célebre Ricardo Corazón de León–, la historia la presenta como una figura enigmática, como una mujer indómita, rompedora con las normas y costumbres de su época. (Vale la pena leer el último Premio Planeta “Aquitania” de Eva García Sáenz de Urturi que narra una parte de la intensa vida de esta mujer que fue rompedora en su época, ¡hace 900 años!)

Una de las rutas marcadas desciende hacia el llamado “barrio episcopal”, donde está la catedral, un templo de sorprendentes dimensiones, con una intrincada filigrana en su fachada, cuajada de ángeles y santos, demonios y condenados, gárgolas y postizos en forma de fantásticas criaturas. A pocos metros de la catedral está el baptisterio de St-Jean, la reliquia más antigua del cristianismo francés, ya que data del siglo IV. Está convertido en museo lapidario, pero son interesantes sus pinturas románicas. Los museos también ofrecen un amplio surtido de propuestas, que van desde el museo Sainte-Croix, con sus colecciones de arqueología y bellas artes, al museo Rupert de Chièvres, que alberga pinturas antiguas y objetos de artes decorativas, pasando por el Espacio Pierre Mendès France, que presenta exposiciones y animaciones relacionadas con la ciencia.

Pero sin duda el lugar de honor lo ocupa Notre Dame la Grande, en el centro de la urbe. La fachada es un catecismo de piedra, donde se codean San Hilario y San Martín con Adán y Eva, Isaías o Nabucodonosor. El interior es igualmente fascinante y sorprendente ya que está pintado de colores de arriba abajo. Para que no falte nada, en las noches de verano el magnífico espectáculo de Luz de las Policromías devuelve los colores originales a las esculturas de la fachada de la iglesia. Un momento exclusivo que no hay que perderse.

Ciudad viva y animada

Poitiers es también una ciudad viva y universitaria, la mitad de sus habitantes tiene menos de 30 años. Cuando cae la tarde, las terrazas de bares y restaurantes se llenan y hacen aparecer una nueva faceta de esta ciudad histórica y cultural. El centro de la ciudad es peatonal, lo que permite pasear por sus calles, sentarse a la mesa para disfrutar de alguna de las especialidades de la región mientras los niños juegan y se divierten al lado. Ya de noche, hay que dirigirse a uno de los numerosos bares temáticos de la ciudad para bailar, cantar, disfrutar de juegos de mesa o charlar, varias formas de pasar una buena velada. Una gastronomía de renombre, un ambiente festivo y una vida tranquila.

Hay que pasear por las callejas y adentrarse en los pequeños comercios en los que descubrir la artesanía transmitida de generación en generación: fábrica de paraguas (una de las últimas de Europa), joyas, cerámica... También deambular entre los puestos del mercado, al pie de la iglesia, y compartir un momento de conversación cordial con los productores locales. Un buen lugar para degustar alguna de sus especialidades: el farci poitevin, una especie de pastel con verduras envuelto en hoja de col que se toma frío o caliente, o el tourteau fromager, un pastel de queso muy jugoso con una corteza exterior quemada, unos macarons, los típicos caracoles y por su puesto los quesos y vinos de la región.

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