Tal como nos muestra el título del artículo, de la noche a la mañana parece hemos pasado en denominar a las generaciones de nuestros jóvenes desde las Z, Centenials, Baby Boomers, de Cristal, Millennials, Alfa a la del "fango", la del compromiso, la de dar la cara. Nuestras actuales generaciones han surgido desde la trágica herencia de unos adultos que no han sabido estar a la altura de lo que se esperaba de ellos. Ahora, nuestros "jóvenes del fango", venidos no solo desde Valencia sino de toda España, algunos de lugares atípicos de Europa, nos demuestran con valentía que son mucho más, en muchos aspectos, de sus generaciones anteriores. Lo hemos comprobado.
Al mismo tiempo, finalizando el recuento de las elecciones americanas, partiendo que no soy adepto ni a Donald Trump ni a Harris, me alegra cómo cuando no se vislumbraba lo que aquí podía pasar, tal estaban los Estados Unidos, han salido en masa desde sus nidos para sacar adelante su país. En este momento, por lo que veo, Donald Trump lleva 267 frente a Kamala Harris con 224. Se puede decir que EEUU ya tiene nuevo presidente. Lo importante: multitud de votantes ante el desvarío americano.
Ambos ejemplos: Valencia y Estados Unidos de América, sobreviviendo, según se vea, a las lágrimas, el abatimiento y desesperación, han sabido salir a base de coraje, pero un coraje no venido de nuestros representantes políticos sino desde la ciudadanía de a pie. Un conocido, en varias ocasiones, me echaba en cara de manera despectiva, que en esta vida sobraba la filosofía, el pensamiento, ser cauto sin dejar de ser luchador y, a favor de ir de charco en charco, hacer sin pensar, y temas parecidos. Sabemos de cierto que durante los últimos años el mundo tecnológico ha ido reduciendo nuestra capacidad de concentración llevándonos a extremos históricos y al final, crean o no, eso ha ido menoscabando nuestra propia capacidad de deliberación.
El hecho de que nos hayamos vuelto sujetos inatentos, sobre estimulados, manejables por el último reclamo que nos presentan, hace que nuestras tertulias, discusiones o pensamientos vayan siendo demasiado efímeros y superficiales. No toda la culpa recae en lo tecnológico, no, la sequedad mental en no pensar, no hacernos crítica a nosotros mismos, falta de lecturas que merezcan la pena, tener nuestra propia hoja de ruta en este mundo plagado de carroñeros y, no por su culpa, hacen que el ser humano ande bastante perdido. Esta mescolanza de sinsabores ciudadanas anda sin rumbo y si lo encuentran, no lo duden, no es lo que buscaban.
Nuestros amigos americanos, valencianos y españoles, no lo responsables políticos, hemos visto como han corrido para cortar todo el desangrado que estaban contemplando. Cáritas y asociaciones muy diversas, asociaciones de estudiantes, religiosas y otras surgidas en media hora han hecho que la banalidad del bien sea efectiva en tiempo y forma. Da la impresión de que, al impedirse de forma material la edificación de una vida buena en nuestra ciudadanía, lo único que nos queda son unos valores mercuriales que vienen a sustituir la virtud que muchos ciudadanos llevan en su ADN. Prefiero hablar de virtudes en las personas, en los valencianos y españoles en general, en los americanos y, en cambio, sí que son una especie de chatarrita que podemos almacenar, que puedes enseñar a las visitas como si abrieses un arcón enseñando joyas diciendo:" oye mira qué valores tan bonitos tengo". La virtud en estas algarabías valencianas y americanas han podido ustedes comprobar cómo son contagiosas. No se olviden que cuando pones la proa hacia el ideal, hacia la virtud, puede que nunca alcances el destino, pero por lo menos te mueves un buen trecho.
La empatía, a diferencia de la compasión, aunque etimológicamente sean lo mismo, no es algo que se alberga, sino más bien algo que se muestra, con lo cual no te compromete a nada, porque el hecho de mostrar empatía significa que eres capaz de ponerte en los zapatos del otro.
Para quien va con la antorcha por la vida todos son tibios, relativistas, sicarios del poder, colaboracionistas, pero no es lo mismo ser tibio que templado, ya que éste, significa en el fondo que tienes temple, como los buenos toreros.
En España, durante las dos últimas décadas se ha visto una abstención creciente. La única forma de movilizar es por medio de la crispación. La polarización es el último invento que han descubierto los partidos para activar aquellas personas que no votarían de ninguna de las maneras. Cuando decimos ¿por qué estamos todos tan enfrentados, por qué estamos tan encabronados? Bueno, pues habrá que preguntárselo a los políticos que han ido sembrando la cizaña progresivamente para crear un clima absolutamente artificial, que nos enfrenta por cuestiones creadas ad hoc.
En definitiva, el hecho en sí es que nos siguen quedando conciudadanos de bien que están dispuestos a cortar la sangría que otros producen y ello, sin duda, hemos de agradecerlo. Mujeres y hombres llenos de virtudes. Hemos de seguir congratulándonos que sigue habiendo entre nosotros gentes de una pieza que buscan el bien a toda costa de su patria, de su barrio o de su ciudad. Los insectos suicidas que vuelan sobre nosotros, sin duda, ni caso. Es lo mejor.
MARIANO GALIÁN TUDELA