Opinión

Ventanales desde el tacón italiano

La Abadía benedictina en la bahía de San Vito, desde el siglo X, a pocos kilómetros de Polignano, como reina madre y orientada al mar, se levanta con todo su esplendor mirando allá donde nuestros ojos alcanzan y donde nuestros pensamientos nos hacen llegar paladeando las historias de su pasado. Todo un esplendor donde se separa la península italiana de los Balcanes y mirando día y noche a otros estados como Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Montenegro y Albania. Por aquí rondan también el Tirreno, Egeo y el Jónico que, para los versados en historia tiene como que decirnos. Bastante.

La Región de Puglia, ama de llaves del tacón italiano, junto a la Sicilia de D, Vito Corleone, donde he tenido la oportunidad de convivir estos días por las mismas aceras que Giorgia Meloni y familia, a un tiro de piedra de Albania, sigue poseyendo la impronta entre sus rocas de los cascos de caballo del imperio romano que dejarían la lucidez del gran derecho romano. Si a ello le unimos la isla de Eolo, cerca de Sicilia, donde habitaba el rey de los vientos y, donde Ulises se las vio y deseó, donde Atenas enviaba a ráfagas el buen mundo del conocimiento, donde la isla de Malta será espejo y continuación de las palabras y de los Hechos de los Apóstoles de Pablo de Tarso, sin duda, ya me pueden cantar por "soleares" unos y otros que, el humus recibido a lo largo de la historia en este centro nuclear geográfico, sin duda, no tiene fragancia alguna a Bruselas, ni a los socialdemócratas, ni al laicismo francés y mucho menos a los "populares europeos". Aquí se huele, se palpa y se baila a ritmo del humanismo cristiano. Lo he podido comprobar en sus fiestas populares, tradiciones de todo tipo, mundo de las familias, alegría reinante y nada de ideologías baratas como se lleva en España.

¿Por dónde volver a empezar? La Abadía de Montecasino a principios del siglo VI es donde nos lleva la esperanza. Los estudios, los diferentes documentos que salieron desde allí irradiaron mucho más e hicieron el efecto dominó para un humanismo cristiano sólido. Hoy, las Universidades, si tuviesen el buen afán que deberían poseer harían lo propio de lo que la Abadía italiana, cerca de Nápoles, se propuso e hizo.

Los que hemos pasado por la Universidad sabemos de sobra que cuando la sola utilidad y el pragmatismo inmediato se erigen como criterio principal, las pérdidas pueden ser dramáticas: desde los abusos de una ciencia sin límites, más allá de ella misma, hasta el totalitarismo político que se aviva fácilmente cuando se elimina toda referencia superior al mero cálculo de poder. Sin embargo, la genuina idea de Universidad es precisamente lo que nos preserva de esa visión reduccionista y sesgada de lo humano.

Desde los balcones y paseos ante la Abadía de San Vito ,razonando y sin miedo al peligro ,se puede comprobar desde este centro de Europa que, nuestros jóvenes europeos necesitan maestros del saber que les ayuden a conformar coherencias internas y externas, que den lugar a propuestas de trascendencia en una sociedad rota y egoísta. Las diferentes parcelas del saber desde Bruselas han crecido como las malas hierbas, desunidas y enfrentadas y , el enfrentamiento impide que cada persona encuentre coherencia en lo que aprende y vive. Como decía un buen escritor: "Nos toca coser con el hilo que nos suministra la verdad y el bien, tanto sus desgarrones como el entender" y ello, lo lleva de sobra el Humanismo Cristiano que enarbola el partido nacional VALORES, partido que a lo largo de tres años lleva con autenticidad.

MARIANO GALIÁN TUDELA

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""Sin amor, nada es valioso para el ser humano, ni su vida ni su muerte. Sin amor no hay nada que merezca la pena. Sin amor no hay ni siquiera filo-sofía…,que debería ser no solo un amor por la sabiduría sino una sabiduría por amor""

""La vida no es fácil para nadie, tenemos que empezar a valorarla cada día, sabiendo que cada instante es un arco iris que esconde el negro, pero también un horizonte inmenso lleno de posibilidades""