Opinión

La crítica y los críticos culturales y Magda Donato

Existe un sector cultural que se dedica a la crítica o análisis del arte, del toreo, del futbol, de la ciencia, de la literatura, de y de… Suelen denominarse críticos de arte/cultura.

Cada persona se suele especializar en un campo de la actividad o de la realidad social  o cultural. Por lo general, como no son oficios bien pagados, pues las personas que se dedican a ello, suelen mezclar esa actividad con otras, con la enseñanza, con la universidad, con las editoriales, con el periodismo o con cualquier otra realidad económica, que es el sustento principal y esencial.

Desde luego también, hay que indicar, que no son ignorantes, por lo general, o llevan mucho tiempo practicando esa realidad, o, tienen estudios que completan y complementan dicha realidad. Por lo cual, no se puede negar su eficiencia o su capacidad o su sabiduría en esos terrenos.

Pero también hay que indicar, que ante una entidad o acontecimiento –no me gusta la palabra evento- cultural, si nos encontramos con diez personas que hacen una crítica, será casi siempre diversa, salvo lo que haya que comentar-criticar-analizar sean o formen parte de los popes de la cultura, y, ya haya llegado a un estadío que nadie se atrevería a comentar aspectos negativos, o si lo hace sería muy sutil, quién criticaría negativamente hoy a Picasso o a Mozart o a Kant… ¡Nadie, a lo sumo indicaría algunos matices para completar algunas ideas, porque ya el análisis académico y universitario lo ha realizado…!

Pienso y opino y creo y estimo –utilizo todos estos verbos, no por oratoria o erudición o figura literaria, sino porque creo que cada término completa y complementa y matiza los anteriores, y, entre todos, forman un cuerpo y una estructura más totalizadora de la idea que deseo sugerir-.

Opino, indicaba, que en cada actividad cultural, sea la que sea, entran a formar parte de ellas, diversos oficios y profesiones que entre todas forman y conforman la totalidad de esa realidad. En el toreo, no solo entra el torero, ni solo el toro, sino la arquitectura del edificio, cientos de personas que asisten a esa corrida, la crítica del periodismo sobre esa tarde, los empresarios de la plaza, los empresarios del toro y la ganadería, Hacienda con sus impuestos…

Y, también personas que han deseado ser toreros o banderilleros y al final, se han quedado en casi nada. Que se han vuelto a sus casas y viven o medio viven con el deseo de un día haber sido o haber querido ser o haber podido ser, si aquel empresario del toreo se hubiese fijado en él. Si aquel crítico del toreo le hubiese mirado a su capote y manos. Y, si es mujer, sabemos que han existido varias mujeres-toreras con el mismo grado de calidad que los hombres…

Así ocurre también en el resto de oficios culturales o de interpretación social y humana, que eso es la cultura, actos y actividades de la interpretación cultural, hoy, los sabios hablarían de la hermenéutica y de la exégesis. En definitiva, al paisaje de la mañana con el canto de los pájaros, llega Bach y crea una sonata, y, llega un director de música y la interpreta, y, llega un príncipe y desea que sea representada en su palacio, y, llega un crítico o profesor académico e interpreta sus valores, sus colores, sus timbres, sus significados y sus contenidos…

Y, en ese juego de vida y existencia se nos va pasando la vida y la existencia, en ese caminar vamos rellenando nuestros huesos y nuestros ojos y nuestros labios y nuestros caminares.

Pero existe una realidad que el pintor, el fotógrafo, el escritor, el poeta, el novelista, el bailaor, el… no solo le sirve su actividad y su arte y su realidad cultural, creativa o de investigación, o ambas cosas a la vez, sino que necesita “todo el resto de la industria cultural que está dentro y fuera de esa entidad cultural” para que se aprecie y se valore su trabajo. Sea éste mejor o sea éste peor. Que lo seleccione, lo antologize, lo coleccione, lo compre…

Durante siglos hemos ido creando las “teorías estéticas o teorías culturales”, concretadas en cada tipo de actividad, “teoría o estética de la literatura o del arte plástico o de la música o…”. En definitiva, para poner un poco de orden al trabajo que se hace, al trabajo que se valora, al trabajo como se valora. Y desde hay se induce y deduce qué obra, qué obras, qué autor, qué autores/as son productores de genialidades o de obras maestras, que merecen que continúen en el tiempo y en el espacio. Que puedan entrar en el juego cultural, y, por tanto, de todas ellas, se obtengan los Beethoven o los Kant o los Velázquez de cada siglo, que sigan dando luz al futuro, al futuro de nuestro presente, del pasado y del presente para el futuro. Es como cartas que se envían al futuro, cartas culturales con obras y nombres.

Todo esto me lo ha recordado al medio-leer un artículo de Magda Donato, titulado: ¿Por no enterarse? Dice, publicado en España, el 21 de agosto de 1920. Hace ya un siglo, y, si miran se darán cuenta, que todavía existen temáticas similares.

Pero en ese movimiento del teatro de la cultura, que cada uno representa un papel. Se necesitan saber dos cosas-realidades. Una, que se necesitarían códigos deontológicos culturales y de la cultura y sobre la cultura, igual que existen en todas las profesiones –las universidades deberían fijarlos, supongo-.

Segundo, que no olvidemos, que muchas personas, se han quedado en las cunetas de la historia cultural. Puede que hayan producido cosas de segundo o tercer orden. Pero una sociedad civilizada, como creemos que somos, se debería plantear, que esas producciones culturales, al menos, en formas de textos o imágenes, se debería buscar modos que permaneciesen para el futuro. Quién sabe si en el futuro nuestro presente se juzgue de otra manera. Paz y bien.

Noticias de Opinión

""Activar la paz es un deber de todos para todos, lo que requiere la mera convicción, de que se trata de algo esencialmente natural, totalmente viable""