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Fin de año lejos de casa: cómo los expatriados pueden lidiar con la soledad y mantener su bienestar emocional

Encuestas españolas revelan un aumento de la soledad no deseada; un experto aconseja a los expatriados que mantengan el equilibrio emocional durante las fiestas

Para muchos expatriados, la Navidad y el Año Nuevo dejan de ser solo fechas conmemorativas y pasan a simbolizar un punto de tensión emocional. Lejos de la familia, de los afectos cotidianos y de las tradiciones que han marcado toda una vida, es habitual que la nostalgia se intensifique y que la sensación de no pertenencia se haga más evidente. Este torbellino emocional puede afectar directamente al bienestar, especialmente en un periodo en el que la sociedad valora la unión, la celebración y la presencia. 

Comprender este fenómeno es esencial para que quienes viven fuera del país puedan aceptar sus propios sentimientos y buscar formas más saludables de superar esta etapa.

Según la última encuesta del Observatorio Estatal de la Soledad No Deseada (SoledadES), alrededor del 20 % de la población española afirma sentirse sola, un dato que refleja una realidad más amplia de lo que muchos imaginan. Especialmente entre los jóvenes, el impacto es aún mayor: el 34,6 % de los españoles de entre 18 y 24 años y el 27,1 % de los que tienen entre 25 y 34 años afirman enfrentarse a este sentimiento de forma recurrente. 

Estos datos cobran aún más importancia si tenemos en cuenta que el sentimiento de soledad se convierte en un riesgo concreto para la salud. La soledad no deseada, además de afectar al bienestar y la calidad de vida, está asociada a la mortalidad prematura, al empeoramiento de la salud mental y a otras consecuencias graves, según las estimaciones globales de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

“Estar lejos de casa, de gente que habla tu idioma, de risas conocidas, puede acentuar esa sensación de estar “desconectado”, y eso duele más en las fechas que simbolizan unión, pertenencia, historia familiar”, afirma Luciane Rabello.

Para pasar las fiestas de fin de año lejos de tu país de origen sin perder el equilibrio emocional, Luciane Rabello sugiere algunas medidas prácticas:

Reconocer el sentimiento y aceptarlo: Aceptar que la añoranza y la nostalgia forman parte de la experiencia de vivir fuera; validarlas sin culpa ya es un primer paso para lidiar con el dolor.

Crear rituales simbólicos de pertenencia: Preparar una cena con platos típicos de tu país, hacer videollamadas con familiares y amigos, intercambiar mensajes con quienes están lejos. Estos pequeños gestos pueden reavivar el vínculo con tus raíces.

Buscar conexiones locales: participar en grupos de expatriados, eventos culturales o religiosos, voluntariado, cualquier cosa que ayude a construir una nueva red de apoyo y convivencia.

Prestar atención a la salud mental: estar atento a los signos de tristeza persistente, apatía o aislamiento y recurrir a ayuda profesional si es necesario, especialmente en un contexto extranjero, donde el salto de la adaptación a la vulnerabilidad puede ser sutil.

Aprovechar la experiencia de vivir en el extranjero como una oportunidad de crecimiento: reinventar tradiciones, crear nuevos significados y valorar el aprendizaje cultural. A menudo, vivir en el extranjero amplía la percepción de la identidad más allá del lugar de origen.

A pesar del impacto, evidenciado por las cifras de España, la soledad no tiene por qué ser una sentencia. Como señala el Barómetro de la Soledad en España 2024, la mayoría de las personas que se han sentido solas han logrado superar ese sentimiento en algún momento de su vida. «La soledad puede doler, pero también puede ser pasajera. Lo que necesitamos es cultivar la conexión, ya sea con quienes están lejos o con quienes están cerca. Y construir sentido en nuevos lugares», concluye Luciane Rabello.

En estas fiestas, quienes viven fuera del país pueden encontrar formas de sentirse parte de algo y alcanzar el bienestar emocional, transformando la distancia en un puente hacia nuevas conexiones.

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