Economía

AZUME: ¿Por qué las administraciones se han olvidado del mosto?

En los últimos días están apareciendo noticias en diferentes medios de comunicación de las negociaciones impulsadas por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para adoptar medidas extraordinarias para contrarrestar la crisis del sector del vino originada por la pandemia de COVID 19.

Asimismo, los medios de comunicación recogen el posicionamiento adoptado por la Consejería de Agricultura de Castilla-La Mancha, centrada en impulsar una destilación de crisis de dos millones de hectólitros de vino, el almacenamiento privado de otro millón y medio de hectólitros, la reducción de la producción por hectárea y el incremento de las prestaciones vínicas.

Desde la Asociación Empresarial de Mostos de Uva y Zumos de Uva de España (AZUME) advertimos con preocupación como la Administración hace una propuesta olvidando por completo a los mostos de uva y el papel que tradicionalmente vienen desempeñando como mecanismo de balance de las vendimias. 

Es especialmente difícil de entender cómo en la negociación europea en la que mediante Reglamento Delegado se ha conseguido recuperar la destilación de crisis y el almacenamiento privado, no se ha exigido la prohibición de la chaptalización.

Conseguir esta reivindicación histórica permitiría equilibrar el balance vitivinícola, sustituyendo la utilización de azúcar por mostos concentrados rectificados,  dando una salida a la producción y mejorando el balance vitivinícola. Además, se eliminaría una práctica que desvirtúa un producto genuino, el vino, que debe elaborarse partiendo únicamente de la uva vinífera.

Para entender la importancia del mosto y cómo afectaría la supresión de la chaptalización al balance nacional, es necesario echar la vista atrás y ver cómo estaba el sector, por ejemplo, hace 15 años y cómo se diversificaba la producción vitinícola.

Si recordamos, por ejemplo, las campañas 2002/2003, 2003/2004 y 2004/2005 veremos que en España se elaboraban entre 6 y 7 millones de hectólitros de mosto, de los cuales el 85% los hacía Castilla-La Mancha.

Más importante aún que el volumen de mosto elaborado es el dato de lo que el mosto suponía en la producción. Se destinaba casi un 25% de la producción regional a mostos de uva.

A este dato hay que añadir que a la destilación se destinaba un volumen aún superior que a la elaboración de mostos. Y de los demás vinos se destinaba una parte a la elaboración de vinagres.

Es decir, que de todo lo que producían nuestros viñedos sólo había que comercializar, a máximos, la mitad como vinos. Se entendía entonces que el gran valor del mosto, alcohol y vinagre era que permitían ajustar el balance y las existencias, y en definitiva defender mejor el precio del vino al tiempo que se podían recoger y pagar todas las uvas.

En el Informe Especial nº 7/2012 “La reforma de la organización mundial del mercado del vino: situación actual” suscrito por el Presidente del Tribunal de Cuentas Europeo y aprobado en reunión del 7 de marzo de 2012 se recogía:

“16. En los años en que el clima es desfavorable, el enriquecimiento puede ser necesario para que el vino producido tenga el grado alcohólico requerido. En Europa, un promedio de 27 millones de hectolitros de vino se enriquece cada año con mosto de uva concentrado o mosto de uva concentrado rectificado y 28 millones de hectolitros con sacarosa (este proceso se llama chaptalización). La suma de los dos, o 55 millones de hectolitros, corresponde al 30% de la producción total de vino de la UE. El enriquecimiento en esta escala implica el uso de 5 millones de hectolitros de mosto y 90,000 toneladas de sacarosa.

17. La Comisión propuso inicialmente la abolición de la ayuda para el uso de mosto concentrado y la prohibición del uso de sacarosa. El abandono del enriquecimiento por medio del azúcar en favor del mosto concentrado rectificado no plantearía problemas técnicos importantes, pero contribuiría a aumentar los costos de producción, incluidos los costos de transporte del mosto concentrado rectificado. La Comisión creía que esto habría ahorrado 130 millones de euros al año y habría ayudado a equilibrar el mercado (4,4 millones de hectolitros tras la sustitución de sacarosa por mosto de uva concentrado rectificado). Sin embargo, la propuesta se encontró con una fuerte oposición de algunos Estados miembros que argumentaron que tendría un impacto negativo en la competitividad de los productores afectados y que conduciría a un cambio en las prácticas tradicionales en regiones donde no existía. sin excedente estructural. El Consejo decidió poner fin a la ayuda para el uso de mosto concentrado a partir de la campaña vitivinícola 2012/2013 y continuar autorizando el uso de sacarosa en ciertas regiones (tal como se define en el Anexo XVa Reglamento (CE) no 1234/2007). Por lo tanto, no se pudo lograr la reducción teórica de 4,4 millones de hectolitros.”

En el artículo publicado por SEVI en Mayo 2017, el que fuera durante años Presidente de la OIV, Don Gabriel Yravedra, afirmaba “el volumen de azúcar de remolacha utilizado para vinificación en el conjunto de bodegas de la U.E., para aumentar de forma artificial el grado alcohólico natural del vino, lo estimo en 500.000 toneladas por campaña, que equivaldría a una flota de 50.000 camiones cargados de sacos de azúcar, circulando en la época de  vendimias con destino a las bodegas”.

Todo esto parece haberse olvidado en la actualidad, sin tener en cuenta que nos encontramos en un momento especialmente difícil en el que se están adoptando medidas extraordinarias que deberían defender la eliminación de la chaptalización, como medida que ajustaría por lo menos 4,4 millones de hectolitros del balance y posiblemente un volumen cercano al doble, conforme las estimaciones más actualizadas señaladas. Todo ello con la ventaja, además, de que no supondría un coste económico adicional, pudiendo utilizarse el presupuesto en medidas estructurales más eficaces y de largo plazo.

En definitiva, todo lo expuesto nos devuelva a la misma pregunta:

¿por qué las Administraciones se han olvidado del mosto?

Fuente: FEGA

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La jornada, organizada por la Cátedra EMURI, ha reunido a representantes de 13 empresas referentes en I+D+i de la Región, así como a los rectores de la UMU y la UCAM