Salud

Covid: Ahora sí, casi tenemos la inmunidad de grupo. ¿Es el final de la pandemia?

Estamos viviendo un momento relevante en la evolución de la pandemia, y resulta curioso cómo este momento tan significativo está pasando desapercibido. 

Los datos reflejan que, acabado el verano, la incidencia de covid se ha mantenido bastante estable y no ha habido ninguna ola. Era bastante razonable un repunte con la llegada del otoño, y lo hubo, pero fue muy leve. Quizá pudo contribuir la climatología tan favorable que tuvimos en el último trimestre. Quedaba la prueba de fuego de la Navidad, donde las interacciones sociales se maximizan y donde era de esperar un aumento en la incidencia, pero pasaron las semanas y no ha aparecido ninguna nueva ola. Y todo ello pese a la constante aparición de nuevas variantes.


Si a todo esto le añadimos que ya casi no hay medidas restrictivas, podemos concluir que, por primera vez en la pandemia, estamos bordeando la inmunidad de grupo, también llamada inmunidad de rebaño


Es curioso, pero hace tiempo que no se habla de inmunidad de rebaño. Quizá porque ha sido un concepto muy manoseado en 2021. ¿Recuerdan cuando Sánchez nos prometió la inmunidad de rebaño para mediados de agosto de ese año?

El caso es que, pese a alcanzar el objetivo de vacunación fijado por el Gobierno, no se alcanzó la inmunidad de grupo.


Recordemos la evolución de la incidencia en Murcia, destacando fechas relevantes:

Fuente:
https://www.murciasalud.es/pagina.php?id=467973&idsec=6575 (pulsar Serie IA municipio)
Datos actualizados a 10 de febrero de 2023


La gráfica anterior nos permite tener una visión general de la incidencia en nuestra región. Y nos permite comparar las distintas olas que hemos sufrido. 


Según esta gráfica, la peor ola fue la comienzos de 2022 (ómicron), pero, ¿qué son esas olas, en negro, más a la derecha? Como comentaremos después, el Gobierno de España ha tratado de ocultarlas. Y lo consiguió, pues la mayor parte de la población no ha oído hablar de ellas. Pero, ¿son los datos anteriores representativos de la realidad?


¿Por qué el color negro de la gráfica? 


Cuando comenzó el proceso de “gripalización del covid”, promovido por el Gobierno, se actualizó la Estrategia de Vigilancia y Control frente a la COVID-19 y la realización de pruebas diagnósticas empezó a centrarse en personas con factores de vulnerabilidad (por ejemplo, los mayores de 60 años), ámbitos vulnerables y casos graves. Desde que se puso en marcha la nueva estrategia, los datos oficiales de España dejaron de tener validez estadística. Es a partir de ese momento cuando comienza la gráfica de trazo negro. 


Desde el cambio de la estrategia de vigilancia, las gráficas de incidencia para mayores de 60 años, como la empleada aquí, todavía permiten hacerse una idea bastante fiel a la incidencia real, eso sí, de manera sesgada, por limitarse a un sector de la población y porque, además, los mayores llevan más cuidado en seguir las recomendaciones sanitarias. Podemos decir que las gráficas para mayores de 60 años reflejan la incidencia real del total de población de forma cualitativa, más que cuantitativa.


Como podrán imaginar, la gráfica de incidencia para el total de la población difiere notablemente de la incidencia real desde el cambio de estrategia (por eso ni siquiera se considera aquí), y las dos olas anteriores en negro prácticamente desaparecieron de la estadística oficial si se considera la gráfica para todas las edades


Esas olas que no contempla la estadística oficial para todas las edades, pero sí aparecen en la gráfica para mayores de 60 años, son las que hubo antes del verano y en la primera parte del mismo.


La misteriosa mortandad en la primera parte del verano de 2022


Durante los meses de julio y agosto, quitando los muertos por calor de este tórrido verano, hubo un exceso de más de 12 000 muertos en España, lo que significa un exceso de unos 200 muertos diarios de media, según datos proporcionados por el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo).


Normalmente, cuando hay un exceso de muertes tan acusado, saltan las alarmas y se debe investigar qué está pasando para tomar medidas.


El Gobierno de la Nación, lejos de actuar, ignoró esas 200 muertes diarias por encima de la normalidad. 200 muertes de media durante cada uno de esos 60 días. Inexplicadas.


“Los factores que han conducido a esta situación podrían ser la relajación de las medidas restrictivas” frente al covid, “o la pérdida de concienciación de la población” declaró, al diario El Mundo, Antonio Guirao, investigador de la Universidad de Murcia y experto en datos pandémicos. La viróloga e inmunóloga Margarita del Val, en declaraciones a Europa Press, además criticaba que se hubieran eliminado los diagnósticos y se permitiera “acudir al trabajo a personas contagiadas”.


El proceso de “gripalización”


Veamos con perspectiva ese proceso de “gripalización”, que conllevó esa relajación de las medidas restrictivas frente al covid, así como la pérdida de concienciación de la población a los que hacía referencia Antonio Guirao. Abajo, ampliamos la gráfica previa desde el inicio de la 1ª ola de ómicron:



Inicio del área verde claro:

6 marzo 2022, Sánchez anuncia la inminente retirada de las mascarillas en interiores

Obsérvese que en ese momento todavía estábamos viviendo un descenso pronunciado de la incidencia (y eso que un mes antes, el 6 de febrero, el Gobierno retiró las mascarillas en exteriores. Medida que aunque era poco eficaz, su retirada tuvo efecto en la población en cuanto que empezó a rebajar la percepción de la gravedad de la situación que vivíamos).


Inicio del área verde oscuro:

6 de abril de 2022 (miércoles de la semana previa a Semana Santa), el Gobierno anuncia que las mascarillas dejarán de ser obligatorias en interiores el 20 de abril (miércoles de la semana de Pascua).


Fin del área verde oscuro:

20 de abril. Tras una Semana Santa sabiendo la población que la retirada de mascarillas en interiores era inminente, se hace efectiva la retirada de las mismas.


A todos los mensajes anteriores lanzados por el Gobierno, hemos de añadir que desde el 28 de marzo (cuando se actualizó la Estrategia de Vigilancia) los datos sobre la incidencia que llegaban a la población (los correspondientes para todas las edades) nunca volvieron a ser preocupantes. Además, en muchos medios de comunicación, en esos meses previos al verano, era frecuente escuchar que se referían a la pandemia como si fuera cosa del pasado: “después de la pandemia”, decían. 


A modo de muestra, el lector puede fijarse en la gráfica siguiente, también desde comienzos de noviembre de 2021, y compararla con la previa (téngase en cuenta que son gráficas distintas: una para Murcia y la otra para España, una para >60 años y la otra para todas las edades, una de la IA a 14 días y la otra para 7 días). Lo que se quiere destacar es lo que ocurrió tras la ola ómicron que aparece al comienzo de las dos gráficas; en la primera lo que más o menos ocurrió, y en la gráfica inferior la versión “oficial”, donde prácticamente no hubo más olas. Versión esta última que fue la que llegó a la mayor parte de la población, que ingenuamente hacía su vida como si ya casi no hubiera covid.




¿Nos podemos fiar de los datos de Murcia para mayores de 60 años?¿Qué datos son fiables?


Los datos de Murcia para mayores de 60 años tienen a su favor que no ocultaron, como sí que lo hizo la estadística “oficial” para todas las edades, las olas posteriores a la primera ola ómicron, pero surgen dudas razonables sobre si recogen fielmente la incidencia real, por ser solo para mayores de 60 años y porque el número de test realizados y de positivos registrados en la estadística oficial se ha ido reduciendo (en algunos casos porque los positivos detectados en test de antígenos realizados en domicilios particulares a personas mayores no se han incluido en la estadística oficial, quizá, simplemente, porque no se han reportado. O quizá la infección de covid pasó como simple “catarro” y el afectado ni siquiera llegó a hacerse test).


Para hacernos una idea de la evolución real de la pandemia en España, dado que los datos oficiales de incidencia no reflejan la situación verdadera desde finales de marzo de 2022 (comienzo de la gráfica de trazo negro), tenemos que consultar otras fuentes que sean más fiables. Utilizaremos para ello el  análisis de aguas residuales.


Evolución general de la Comunidad de Madrid, excluyendo la capital
Fuente: https://www.canaldeisabelsegunda.es/documents/20143/6924481/20230208_Vigia_informe.pdf/348c275e-18a1-6172-0c43-740589201367?t=1675847334543 (Gráfico 3. Detalle)


Los datos proporcionados por aguas residuales, por su propia naturaleza, son bastante objetivos. Tan solo se pueden ver alterados por dilución del agua debido a las precipitaciones. Sin embargo, en la gráfica anterior, y según indica la fuente de la que procede, las lluvias no fueron significativas durante las dos olas que se aprecian en la misma.


Compararemos los datos de aguas residuales en la Comunidad de Madrid, excluyendo la capital, con los datos oficiales de la Región de Murcia para mayores de 60 años, que consideraremos similares a la incidencia real para el conjunto de la población murciana. Creemos que esta comparación resulta más fiable al excluir la capital de España ya que, por las peculiaridades de la misma, es razonable que se comporte de forma más alejada de lo que ocurrió en Murcia. Las poblaciones involucradas son del mismo orden de magnitud (3.46 millones en el primero y 1.56 para la región de Murcia).


Teniendo presente que son gráficas diferentes y que en cada región la incidencia tiene su propio ritmo de evolución, sin embargo, podemos sacar las siguientes conclusiones:


Tras la ola ómicron, y coincidiendo con el comienzo de la “gripalización” hubo un aumento muy notable de contagios en las dos regiones: en forma de una gran ola en la Comunidad de Madrid, y en forma de dos olas consecutivas en la Región de Murcia.

Para el caso de la Comunidad de Madrid, los datos sugieren que el número de contagios fue el doble del registrado durante la primera ola ómicron (compárese el área de las 2 olas). Para el caso de Murcia los datos oficiales (para mayores de 60 años) indican que el número de casos de covid durante las 2 olas tras la gripalización fue algo superior al número de casos registrado durante la ola ómicron. Teniendo en cuenta que son datos sesgados e incompletos, probablemente el número de contagios en el total de la población murciana fuera bastante mayor, en concordancia con los datos obtenidos para las aguas residuales de Madrid.


Por tanto, es razonable concluir que el número de infecciones de covid en España desde el comienzo de la gripalización hasta finales de agosto fue comparable, y probablemente superior, al número de infecciones durante la ola ómicron (considerada oficialmente como la peor ola de la pandemia). 


Probablemente, pues, lo peor de la pandemia en cuanto al número de infectados, vino en los meses posteriores a la gripalización. Oficialmente ese aumento de incidencia no existió y la causa del aumento de mortalidad en el verano de 2022 sigue sin explicación.


Seguramente la protección proporcionada por las vacunas evitó que hubiera más muertes, pero a falta de una explicación oficial de lo ocurrido, y debido a la ocultación casi total del número real de casos, muchos antivacunas han culpado precisamente a las vacunas como causa del aumento de mortalidad. (¿Han escuchado lo de muerto por “Repentinitis”?)


Flaco favor se hace a la sanidad de un país cuando su gobierno, por interés propio, actúa de forma que aumenta el rechazo social a una de las herramientas que nos ha permitido “superar” la pandemia y volver a la “normalidad”, reduciendo significativamente el número de muertes que hubiera habido sin ellas. ¿Estaremos los españoles en la próxima pandemia tan dispuestos a vacunarnos como en esta?


¿Mereció la pena la “gripalización”?


¿Qué responsabilidad tuvo el Gobierno en la evolución de la incidencia real durante el proceso de “gripalización”?

¿Las infecciones, casos de covid persistente, los muertos, han merecido la pena?
¿Se podría haber actuado de otra forma?


Es posible que haya quien crea que era un precio que había que pagar, pero, ¿es ético haber “engañado” a la población?¿Es ético haberla sometido a una infección masiva, en búsqueda de la inmunidad, haciéndoles creer que el covid es como una gripe y ocultando los datos reales de la incidencia?


Recordemos que hay estudios que apuntan a que más de un 10% de infectados por covid sufre síntomas de larga duración (uno de cada ocho sufre síntomas de larga duración, según un estudio publicado por The Lancet en el verano de 2022 (https://www.eldebate.com/sociedad/20220805/cada-ocho-infectados-covid-sufre-sintomas-larga-duracion.html ) y a finales de noviembre pasado hemos sabido que en España hay más de un millón de personas que sufre covid persistente (https://cronicaglobal.elespanol.com/vida/menos-10-pacientes-covid-persistente-alta_745139_102.html). 


¿Hemos alcanzado, por fin, la inmunidad de rebaño?


Las gráficas vistas para la incidencia en la Región de Murcia, así como de aguas residuales de Madrid, nos indican que desde finales del verano, ahora sí, la situación ha cambiado y ya no hay olas de covid: la incidencia se mantiene bastante estable. Pese al frío, pese a la Navidad, y pese a las nuevas variantes. Y casi sin medidas restrictivas.


Sin embargo, no nos debemos equivocar, los mismos datos de aguas residuales de Madrid muestran que la incidencia de covid no es alta, pero tampoco es baja. Y se resiste a bajar. 


Podemos concluir, por tanto, que estamos bordeando la inmunidad de rebaño, pero que todavía no la hemos alcanzado, momento en el que la incidencia, de forma espontánea, iría remitiendo.


No debemos de olvidar que la pandemia todavía no ha terminado y, al igual que pasó con la fallida inmunidad de grupo prometida por Sánchez, que no se pudo alcanzar por la aparición de nuevas variantes, ahora nos puede pasar lo mismo: La mayoría de los países han aceptado altos niveles de propagación del virus. De hecho, Van Kerkhove, epidemióloga de enfermedades infecciosas de la Organización Mundial de la Salud, dijo este 3 de febrero que el virus está circulando alrededor del mundo prácticamente sin control en ese momento, y que saben que los datos oficiales están claramente subestimados.


Se puede decir que hemos creado el caldo de cultivo perfecto para la aparición de nuevas variantes. Prueba de ello es que el número de variantes ha crecido exponencialmente desde la implementación de políticas de gripalización, como se puede observar de los datos mostrados en NEXTSTRAIN (https://nextstrain.org/ncov/gisaid/global/6m).


No podemos descartar que, con tantas mutaciones que está experimentando el virus, aparezca una que cambie las reglas del juego y nos vuelva a poner en un apuro.


O, sin llegar a una situación tan dramática, puede ocurrir simplemente que esas nuevas variantes que estamos generando retrasen la consecución de esa ansiada inmunidad de grupo que casi hemos alcanzado. Esto, precisamente, es lo que parece que está ocurriendo en este momento.


Y, ¿por qué no hacemos un pequeño esfuerzo y bajamos la incidencia? 
Dado el alto grado de inmunidad que tenemos, basta un poco de ciencia y sentido común para, con muy poco esfuerzo, aumentar significativamente las dificultades para que el virus se propague. Básicamente hemos de mejorar la calidad del aire que respiramos. Lamentablemente, el Gobierno no hace pedagogía al respecto.


Si hiciéramos lo anterior, la incidencia de covid en nuestro país bajaría bastante. Se evitarían muertes y se evitarían muchos casos de covid persistente. Lo ideal sería permanecer todo el tiempo posible con una incidencia baja, en espera de nuevas vacunas más eficaces.


¿Por qué no dejamos atrás nuestra complacencia con el virus, dejamos de alimentar la pandemia con nuevas variantes y, aprovechando que casi tenemos la inmunidad de rebaño, actuamos de forma sensata y finiquitamos pronto la pandemia? 


Quedará pendiente una cuestión: Es cierto que con la propagación alcanzada por el covid a nivel mundial, las políticas de covid cero se fueron haciendo insostenibles, pero, ¿qué hubiera pasado si todos los países del mundo, desde los primeros momentos de la pandemia, hubieran implementado correctamente políticas de covid cero?¿Hubiéramos erradicado el virus, tal y como en su día se erradicó el SARS y se controló el MERS? La respuesta nunca la sabremos. Lo que sí es cierto es que ya el Covid nos acompañará para siempre.


Juan Antonio Martínez, Secretario de Vida de Valores Región de Murcia

 

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