Salud

Un etiquetado nutricional para fomentar dietas saludables y sostenibles: no hay consenso en la UE

Ingredientes de la granja a la mesa: NutriScore D. Alimentos artificiales: NutriScore A. Es una generalización, sí, pero la realidad supera la ficción. Sobran ejemplos de las malas calificaciones que le otorga el etiquetado francés NutriScore a productos tradicionales españoles como el aceite de oliva,  jamón ibérico, queso manchego, mejillón de Galicia, entre tantos otros. También son muchos los ejemplos de alimentos malsanos con NutriScore A y B. Lo que puede llevar a los consumidores a creer, falsamente, que esos productos son mejores que los anteriores. 

Los desarrolladores del esquema francés se defienden de esta crítica al decir que el sistema no está pensado para que los consumidores comparen alimentos de diferentes categorías. Sin embargo, la comparación es evidente. Lo que es aún más grave es que, aún utilizando el sistema como supuestamente debe ser utilizado, es decir, comparando alimentos de una misma categoría, el etiquetado sigue fallando. Principalmente porque el NutriScore no tiene en cuenta la manera de cocinar los alimentos. Esto explica por qué unas patatas fritas tienen un Nutri-Score bueno, A, verde. 

NutriScore tampoco tiene en cuenta la porción de consumo, ni el grado de procesamiento de un producto. Tampoco penaliza la presencia de edulcorantes artificiales. Lo que explica por qué ciertos productos como la Coca Cola light obtienen un marcador verde. Otro ejemplo es el de los yogures con edulcorantes que obtienen mejores notas que los naturales.

Todo esto demuestra que, contrario a lo que algunos quieren hacer creer, el sistema no ayuda al consumidor a elegir mejor. Esta afirmación no se basa en un supuesto, ni siquiera en que los productos tradicionales salen en la zona roja, sino en el irrefutable hecho de que hasta el momento, no existe evidencia científica que así lo demuestre. 

Esta herramienta “no ha demostrado de forma fehaciente y con garantía científica que sea beneficiosa para la salud pública, ya que no hay evidencia de que reduzca el riesgo de sufrir las enfermedades que se trata de prevenir”, explica un grupo de más de 60 expertos de España que mostraron su preocupación por la implantación voluntaria del NutriScore en España. Esto sucedió meses atrás, cuando se creía que el etiquetado francés llegaría a España. Sin embargo, queda claro que desde entonces, el esquema ha perdido apoyo, no solo en España sino también en el resto de Europa.

“No será NutriScore”, declaró la representante de DG Santé, Claire Bury, durante un evento realizado en la capital francesa semanas atrás. Sin embargo, aún no queda claro si la Comisión ha descartado por completo la propuesta de Francia a la hora de evaluar cuál será el etiquetado que llegará al resto de los países de la UE. De hecho, un debate organizado por el medio Euractiv recientemente en Bruselas ha puesto de manifiesto la confusión y falta de consenso que hay en la UE con respecto a este etiquetado. Tampoco hay certeza sobre cuándo se tomará la decisión ya que algunos rumores indican que Bruselas ha pospuesto el debate a 2023. 

De ser así, la discusión con respecto al etiquetado armonizado europeo, podría entrar en la agenda de la Presidencia Española de la UE. Desde Agricultura, Pesca y Alimentación, el ministro Luis Planas ya ha señalado que velará “por que el etiquetado nutricional se haga con toda precisión para transmitir las propiedades saludables del aceite de oliva, alimento básico de la Dieta Mediterránea”. 

La portavoz del Partido Popular en el Parlamento Europeo, Dolors Montserrat, también ha dejado en claro su oposición al etiquetado francés, que en su opinión, “perjudica injustificadamente la saludable dieta mediterránea y no es útil para los consumidores, según ha anunciado la Autoridad Italiana de Competencia”. 

A la par que crecen las críticas al sistema, también comienzan a surgir interrogantes sobre cuál podría ser la alternativa al modelo francés. Entre los esquemas que la Comisión está evaluando figuran el Keyhole utilizado por los países nórdicos y el Nutrinform Battery, la alternativa presentada por Italia. Esta última tiene un gran potencial para ser adaptada a las necesidades de los españoles. Esto debido a que tiene en cuenta los beneficios de la dieta mediterránea y los reivindica para ayudar a los consumidores a que puedan identificar cuál es la contribución de cada porción de alimento como parte de una dieta equilibrada.

Según el profesor del Campus biomédico de Roma, Luca Piretta, “el Nutrinform constituye un antídoto al Nutriscore”. Así lo ha explicado durante un evento realizado en torno a la Semana de la Cocina Italiana en España. Casualmente, la celebración giró en torno a fomentar los ingredientes de la cocina italiana y mediterránea, poniendo el foco en su efecto en la salud de las personas y el cuidado del planeta. Tal y como lo establece la estrategia europea ‘De la Granja a la Mesa’, cuyo objetivo es promover a la vez el consumo de alimentos y dietas saludables, como sostenibles, a través de herramientas como el etiquetado frontal nutricional. Es por ello que la Comisión debe escuchar con atención las críticas constructivas contra los sistemas que van en contra de ambos principios: el de promover dietas saludables y sostenibles como lo es la Dieta Mediterránea.

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