Su promoción en redes sociales de la mano de influencers sitúa a la población de entre 16 y 20 años como la más susceptible a su utilización
Se desconocen las consecuencias en la salud a largo plazo de este tipo de dispositivo, pero los estudios ya muestran displasias, enfermedades pulmonares graves e incluso necesidad de trasplantes de pulmón en casos extremos
"Usar el cigarrillo electrónico como un método para dejar de fumar es un error con consecuencias graves para la salud", recuerda con motivo del Día Mundial sin Tabaco el doctor Allan Sam, jefe del Servicio de Neumología de MD Anderson Cancer Center Madrid, quien destaca que la mayoría de esos dispositivos contienen más nicotina que el tabaco normal, lo que genera más adicción y dependencia cuando se intenta dejar.
"No son una solución y no se sabe a largo plazo los efectos que tendrán en la salud", sostiene el especialista, quien reconoce que originalmente estos cigarrillos electrónicos se inventaron como terapia para dejar de fumar. "Nacieron como un sustituto que simulara el hecho de volver a echar humo, pero al añadirles más carga de nicotina que la que lleva el cigarrillo normal, resultan más adictivos", alerta. Estos cigarrillos electrónicos también se conocen como vapeadores, ya que generan un vapor de agua que recuerda al humo del tabaco tradicional.
De acuerdo con el Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, "los cigarrillos electrónicos, denominados Dispositivos Susceptibles de Liberación de Nicotina (Ley 28/2005 y Real Decreto 579/2017), están incluidos en la categoría de productos relacionados con el tabaco. Se han encontrado sustancias cancerígenas en líquidos y vapor de cigarrillos electrónicos, por lo que no se pueden excluir los riesgos para la salud asociados al uso o exposición al vapor"1. Por todo ello, el Ministerio de Sanidad no recomienda el uso de cigarrillos electrónicos como una estrategia para dejar de fumar.
Sam señala que el problema del tabaco reside en la adicción que provoca la nicotina. "La nicotina es un estimulante (no una de las sustancias que acompañan en la combustión al tabaco y que son cancerígenas). Al tabaco se le considera una droga porque genera síndrome de abstinencia y eso es precisamente por la nicotina. Al ser adictiva, se sigue consumiendo", explica el experto. "Los vapeadores, los de cartucho cerrado, que están aprobados principalmente en Europa, son los que llevan concentraciones más altas de nicotina, generando mayor adicción que el cigarrillo tradicional. A mayor carga de nicotina, se origina una mayor dependencia", aclara.
El especialista advierte también de que el vapeador se ha puesto de moda en la población adolescente y existen tasas de tabaquismo o de vapeo casi equiparables a las tasas de tabaquismo en edades tempranas, especialmente entre los 16 y los 20 años. En España, prácticamente la mitad de los estudiantes de 14 a 18 años ha utilizado en alguna ocasión cigarrillos electrónicos (48,4%), siendo más frecuente entre los chicos que entre las chicas, con independencia de la edad. Esta proporción supone un incremento de más del doble en dos años2.
"Su proliferación en redes sociales de la mano de influencers juveniles, además de los sabores atractivos que se están añadiendo a este tipo de productos, son en parte responsables de este aumento de usuarios jóvenes", apunta el especialista. De hecho, en Europa ya se están empezando a regular, y los sabores se han prohibido en los vapeadores cerrados, aunque en aquellos que incluyen un tanque sí están permitidos.
Secuelas graves para la salud y mayor preocupación durante la pandemia
Se desconocen los efectos a largo plazo. "Sin embargo, el hecho de que la mezcla para generar este vapor de agua conlleve formaldehído, un cancerígeno, lleva a pensar que el vapeador a largo plazo puede provocar cáncer de algún tipo, a nivel orofaríngeo e incluso pulmonar", sostiene el especialista.
Es más, algunos estudios ya han detectado secuelas en la salud de los usuarios. "En las muestras de Anatomía Patológica que se han obtenido de ciertos vapeadores, sí se llegan a observar cambios no cancerígenos como displasias a nivel de todo el aparato respiratorio y, en algunos casos, enfermedades pulmonares bastante graves en jóvenes que utilizan con frecuencia vapeadores, llegando a necesitar hasta trasplantes pulmonares en aquellos que mezclaban aceite de cannabis con su vapeador habitual", alerta el Dr. Sam.
Según recoge el Informe sobre los cigarrillos electrónicos: situación actual, evidencia disponible y regulación (2020), del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, a corto plazo, se han hallado efectos fisiológicos adversos en las vías respiratorias similares a aquellos asociados al humo del tabaco y se han encontrado sustancias cancerígenas en líquidos y emisiones de cigarrillos electrónicos2.
El consejo del neumólogo de MD Anderson Madrid es claro: "No fumar, no vapear y no calentar el tabaco. El vapeador nunca puede ser un sustituto. Solo el hecho de calentar la glicerina y formar formaldehído provoca que se introduzcan sustancias en el cuerpo que no son benignas y que, a largo plazo, lo más probable es que vayan a generar problemas muy graves."
En cuanto al riesgo de contagio por la COVID-19 con estos dispositivos, al ser un aerosol y vaporizar, la tasa de virus que pueda exhalar una persona en el vapor que produce el vapeador, y que puede ser inhalado por las personas a su alrededor, es más alta que una exhalación normal. El informe del Ministerio de Sanidad, Bienestar y Consumo de 2020 sobre cigarrillos electrónicos2 sostiene que "el consumo de cigarrillos electrónicos está relacionado con la inflamación de las vías respiratorias y, por tanto, complica el pronóstico de cualquier enfermedad con síntomas relacionados con el sistema respiratorio, como es la COVID-19", alerta.