Aquí estoy, envíame, es el lema de la campaña del Domund, la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra este próximo domingo, 18 de octubre. Un día que la Iglesia dedica, de forma especial, para orar por los misioneros y también para recaudar fondos que puedan ayudar económicamente a las misiones. Con el lema de este año, el Papa Francisco recuerda en su mensaje que todo bautizado está llamado y enviado a la misión, así lo explica el delegado de Misiones en la Diócesis de Cartagena, Ignacio Gamboa: «El Domund es una llamada de atención de que la Iglesia es misionera y lo podemos ver en los sacramentos desde el Bautismo, pero también en cada Misa, que es una misión, un envío para llevar a todo el mundo el mensaje de esperanza que nos trae Jesucristo».
Son muchos los hombres y mujeres de la Diócesis, religiosos y religiosas, sacerdotes y laicos, que viven en diferentes países del mundo en lugares de misión. Ignacio Gamboa tiene para ellos un recuerdo especial: «Tenemos constancia de unos 140 misioneros en activo, de los que la mayor parte son religiosos, de un montón de congregaciones, repartidos por todo el mundo, pero entre los que hay también sacerdotes y laicos».
La jornada del Domund es un día para orar por los misioneros, pero también para colaborar económicamente con las misiones de la Iglesia, «cada uno desde sus posibilidades», señala Gamboa, pero recordando que cada céntimo suma y puede ayudar. «La caridad, que se expresa en la colecta de las celebraciones litúrgicas del tercer domingo de octubre, tiene como objetivo apoyar la tarea misionera realizada en mi nombre por las Obras Misionales Pontificias, para hacer frente a las necesidades espirituales y materiales de los pueblos y las iglesias del mundo entero y para la salvación de todos», dice el Papa al final de su mensaje.
Es esta jornada del Domund un día especial de oración por quienes han entregado su vida para llevar la Buena Noticia del Evangelio a quienes no conocen a Cristo. Día especial, por tanto, para pedir la intercesión de los patronos de la misión: el jesuita San Francisco Javier y la carmelita descalza santa Teresita del Niño Jesús. «Tenemos el prototipo de misionero que es san Francisco Javier, que dedicó toda su vida a misionar por todo el mundo, y, por otro lado, a santa Teresita del Niño Jesús, santa Teresa de Lisieux, una muchachita francesa que dentro del convento siente la vocación de ser el corazón, el amor de la Iglesia. Ambos santos nos demuestran que podemos ser misioneros en el lugar de misión, pero también desde nuestra propia realidad», destaca Gamboa.