La mayoría de países ven a China con malos ojos.
De hecho, la mayoría de los adultos encuestados en distintos países expresan una imagen negativa sobre el país asiático.
Además, según he leído, el 61% de los adultos de estos países critica el manejo de todas las políticas del régimen chino.
Este régimen, alabado por algunos, puede no ser tan sólido como nos lo pintan.
Es importante entender que toda la información que se maneja o sale del país es controlada por el Partido Comunista, y predecir el colapso de un sistema autoritario es muy complicado.
El colapso de la URSS y otros países comunistas del Este de Europa fue previsto por muy pocos, y aquellos que lo preveían fueron tachados de anticomunistas, hasta que finalmente ocurrió.
Es arriesgado hablar del colapso del régimen chino actual, pero hay claros indicios que muestran su decadencia :
1) Las élites chinas tienen ya medio pie fuera del país, de hecho el 64% de los ricos de ese país asiático tienen pensado emigrar.
Las élites chinas están enviando a sus hijos a estudiar fuera en cifras récord (dicen que las universidades europeas y norteamericanas están llenas de estudiantes chinos), y eso es una muestra de la mala calidad del sistema de enseñanza chino.
Es de recibo indicar que hay “negocios” que permiten a mujeres chinas viajar a Estados Unidos, tener a sus hijos en ese país y volver a su país con hijos con nacionalidad norteamericana, además de que ciudadanos chinos con altos patrimonios están comprando propiedades fuera del país a niveles nunca antes vistos.
Cuando las élites del país, y más teniendo en cuenta que en muchos casos son miembros del propio Partido Comunista, buscan refugio fuera del país, podemos entender que la confianza en el régimen y en el futuro del país cada vez es menor.
2) La represión desde el año 2012 ha aumentado considerablemente, ya que el Partido Comunista ha puesto el ojo sobre la prensa, las redes sociales, las películas, el arte y la literatura, los grupos religiosos, internet y los intelectuales.
Además, se ha reforzado la represión dentro del partido contra cualquier tipo de apoyo a los conocidos como valores universales del oeste (democracia constitucional, libertad de prensa, liberalismo...) El aumento en la represión de las libertades individuales puede ser un síntoma de preocupación.
3) La corrupción impregna la sociedad china en su conjunto, y si bien es cierto que la campaña anticorrupción del Gobierno chino es la más severa y mantenida en el tiempo, el problema está precisamente radicado en la naturaleza del sistema (partido único, redes clientelares, una economía sin transparencia, control de los medios de comunicación y la ausencia del imperio de la ley).
4) Finalmente, la economía china está atrapada en una serie de “trampas” de las que es muy complicado salir, ya que cualquier medida que fomente el crecimiento o la innovación, la llamada “destrucción creativa”, será bloqueada por los grupos de interés (empresas públicas y dirigentes políticos)..
Y esto ocurre porque uno de los efectos de la “destrucción creativa” es precisamente el cambio en la estructura de la economía, una estructura a la que los grupos de interés, buscando preservar sus intereses, y siendo a la vez personas con mucha influencia política, se aferran con todo lo que tienen.
En cuanto a los datos económicos que vienen de China es importante dejar claro que si bien se anuncia que China pasa a ser la primera economía mundial, eso sólo quiere decir que el Producto Interior Bruto (PIB) chino es el más elevado del mundo, y eso tiene poco mérito, porque su población es de miles de millones de personas.
También es preciso indicar que en China no hay organismos independientes que revisen las cifras diariamente, además de que existe un claro incentivo por parte de los gobiernos locales de presentar unas cifras planificadas en concordancia con el Ejecutivo central.
Según he leído, los datos se inflan ante los intentos de los funcionarios provinciales para justificar ascensos en la Administración.
En definitiva, el PIB chino no está motivado por el consumo, como en los países occidentales, sino con lo que el Gobierno establece independientemente del consumo, es decir, se produce independientemente de si se necesita o no, ya que el objetivo es única y exclusivamente llegar a unas cifras de producción predeterminadas.
El problema de “producir por producir” es que los recursos del país se desperdician, no solo en construir y financiar construcciones o producción que no se acaban utilizando, sino en mantener las empresas públicas gobernadas por grupos de interés con influencia política, que no se mantienen por el valor que generan para la sociedad, sino por las conexiones políticas e influencia.
Estaremos de acuerdo, querido lector, que la solución pasaría por renovar el sistema desde dentro, algo imposible debido precisamente al interés que tienen esos mismos grupos que controlan el país en mantener sus privilegios.
Como mencionaba anteriormente, es muy complicado prever el colapso de un sistema autoritario, pero hay muchos indicios que muestran que, como ha pasado en el resto de países con sistemas parecidos, acabará cayendo.