Existe un gran drama mundial : el perro ya no es el animal preferido de la izquierda, que lo ha sustituido por el chivo, pero no cualquier chivo, ya que ellos son muy elitistas y han seleccionado al chivo expiatorio, pero no el criado en granjas y en cautividad sino el criado con los colegas tiranos de Cuba, Venezuela..., es decir, son chivos no españoles..
Un político de izquierdas en la actualidad no es nada ni nadie sin un gurú y una manada de chivos expiatorios a los cuales endosarles el muerto.
Hoy el escenario público está intoxicado con sobredosis de obscenidad, amplificada por los líderes difusos y confusos.
Entender la complejidad del momento es bastante fácil, porque importa más el cuento que las cuentas, importa más el relato que los hechos, e importan muchísimo más las palabras que confunden que las que aclaran.
En momentos de transición social, complejos y cambiantes, y en los que se produce un vacío social de liderazgo, los “okupas del poder” suelen ser las personas menos evolucionadas y con más carencias.
Los falsos líderes son personas psicotizadas, personas incapaces de manejarse mentalmente con la problemática que se encuentran, y confundidos en sus límites, analizan lo personal como social y a la inversa.
Muchos líderes de izquierdas sufren de estupidez y maldad, y lo comprobamos viéndolos casi a diario en lamentables espectáculos que nos ofrecen, espectáculos que los convierten en pequeños rateros omnipotentes y mentirosos : mienten compulsivamente, gozan mintiendo, y además de forma infinita.
Su cabeza y sus emociones no conocen la culpa, y su lema es “todo vale si consigo el control y el poder”.
Estos líderes impostores de la izquierda se dedican desmesuradamente a su imagen en detrimento de su yo, están huérfanos de honestidad, son egoístas, se centran en sus propios intereses, carecen de valores, y aunque las estupideces son mayúsculas, lo que más les delata es la respuesta que dan cuando se les pilla en algo sucio.