Con frecuencia me sorprende que algunas ideas de sociólogos, publicistas o propagandistas las ha descubierto y aplicado, con anterioridad, el pueblo llano y de forma efectiva.
Más de media España está en rebeldía, ante las imposiciones de quienes la quieren tener sumisa y manipulada, y al final, las masas se habitúan y se conforman con el pesebre social que permite aceptar lo ética y moralmente inaceptable.
La filosofía de estos manipuladores es “no se preocupen, ya se habituarán y vendrán a comer de la mano”, y esta es la filosofía que mantiene el presidente Sánchez para someter a más de media España a sus intereses ideológicos y personales.
¿Qué puede ocurrir? Que las masas rebeldes estarán agradecidas por haber sido engañadas, manipuladas, para aceptar con sumisión las imposiciones del poder, de la fuerza, de la mentira y de la propaganda.
El hábito programado por el poder, la costumbre, es el pensamiento repetido para la masa que da por bueno el mal sufrido, porque el hábito le ha puesto en condiciones de olvidarse de las humillaciones y renunciar a su acto libre, a la libertad personal, y lo más fácil es resbalar hasta el fondo del precipicio, hasta donde quiera el manipulador.
Me explico : el pueblo ha perdido la inocencia del acto libre y se ha sometido al hábito manipulado, a la costumbre, que mata la libertad del acto, es decir, es el paso de la verdad al interés, de lo justo a lo práctico, a lo útil..., un paso de la conciencia de la injusticia a la aceptación de la injusticia por intereses inconfesables.
El Gobierno Sánchez trata de buscar la “droga” más conveniente para que la masa piense que es mejor humillarse que rebelarse, dadas las amenazas.
Esta es nuestra situación como españoles cuando se compra la Presidencia del Gobierno por unos votos, por los cientos de millones que hagan falta porque los pagará el pueblo español.
Lo pagaremos nosotros, los agredidos por esa ambición exacerbada de poder y por satisfacer a las minorías separatistas y golpistas que pretenden modificar la Constitución a su antojo de forma tramposa.
Desde este momento, la manipulación del lenguaje permite que el delito se convierta en un bien objetivo y el delincuente, en el ciudadano más honrado al que hay que agradecer el incumplimiento de la ley y compensarle del mal trato recibido.
No comprendo que los jueces, que cumplen y aplican la ley, puedan convertirse en los enemigos del pueblo porque sean los golpistas y delincuentes los que hacen la ley a su medida para aplicársela ellos mismos, con la complicidad y el protagonismo del propio Gobierno.
No hace falta ser un intelectual para comprender cómo el proceso al que está sometida España, hace que estemos en una situación de grave peligro de destrucción para satisfacer la ambición personal de un candidato y los intereses de unos golpistas y delincuentes convertidos en héroes.