El ser humano demuestra cierto afán de recolección, de posesión de todo tipo de ídolos y mitos. Ese nivel de apropiación de las características de otros, al incluirlas en nuestro álbum, nos hace sentir importantes, recolectores de tesoros. Durante los Mundiales se popularizan los álbumes de cromos de futbolistas.
En España, el boom de los cromos llegó con el Mundial del 82, el de Naranjito, ya que era imprescindible tener en tu habitación a Arconada, Juanito, Santillana, Quini, Camacho, Gordillo, Maceda..., y Rossi o Platini fueron figuras indiscutibles del Mundial y tener una de sus imágenes era un tesoro.
Los delanteros que metían goles multiplicaban su valor, y cuando en la puerta de la tienda abrías el sobre te dabas cuenta de que tenías muchos cromos repetidos y otros eran difíciles de conseguir. Estos últimos eran piezas clave para completar una selección, y empezaba entonces el regateo : «te cambio uno de Rossi por Alexanco, Maceda y Satrústegui».
Con 11 o 12 años, estos inocentes inicios mercantiles en la oferta y la demanda nos hacían poner en la balanza el valor de cada cosa.
¿Preferías tener un álbum completo o tener más cromos que no sabías dónde poner? Cuando hay dinero en exceso todo se pervierte, y del mismo modo, vivir de una subvención lleva a callejones sin salida.
Cuando hace más de 30 años se iniciaron en España las ayudas de la PAC (Política Agraria Común) todo parecía coser y cantar, ayudas que se siguen considerando importantes, pero que se van reduciendo poco a poco.
A cambio se han fijado precios bajos para el grano y se ha marcado qué se puede cultivar y cómo, es decir, las explotaciones están dirigidas hacia lo que paga Europa, y por sí mismas y a los precios actuales, han dejado de ser sostenibles.
Todo está orientado al cobro de la PAC, y tal vez un día esa ayuda desaparezca o cambie sus términos, de tal manera que los cultivos, tal cual se vienen realizando, serán inviables.
Nada es sostenible en el tiempo.