Opinión

“Volar y Mariano José de Larra

No somos totalmente conscientes como los cambios científicos y de conceptos y técnicos nos van cambiando la vida y la existencia, a nivel individual y a nivel colectivo.

Volar ha sido un sueño dentro de la historia y la imaginación humana, cierto es, que para la mayoría de humanos y de generaciones, era una realidad imposible, una facultad de los dioses mitológicos, cada uno diversos en sus sociedad y cultura, pero también, hubo personas que estudiaron dicho fenómeno, y, que intentaron de alguna manera y alguna forma que el vuelo fuese realidad. Porque se decían, si los pájaros, algunos con mucho peso, son capaces de volar, quizás, los humanos también.

En ese sentido, por eso, todos los intentado se hacían copiando las alas de los pájaros, y, hubo intentos aquí en la España musulmana, que no recordamos, hubo intentos, al menos teóricos en el Renacimiento italiano, y, no solo Leonardo Da Vinci, y, después en siglos posteriores, hasta que se descubrieron dos grandes artilugios: el globo con aire caliente, hacia mil ochocientos, y, el avión con motor, en 1905, que es la gran fecha, en la cual, no solo se puede flotar en el aire, y, trasladarse en el aire, con globos, sino que además, se puede viajar en una dirección concreta, independientemente del viento y del clima.

Se habla de la antigua China, de que una persona huyendo de la policía se tiró desde una torre apoyándose en unos globos y, que llegó al suelo, sin terminar con sus días. También me pregunto y me he preguntado muchas veces, como Leonardo Da Vinci, y, otros antes y después y al mismo tiempo que él, que yo sepa, no se les ocurrió algo semejante a las alas delta. Al menos, como intento o experimento, porque durante siglos han existido las cometas humanas… Me pregunto como no ampliaron ese concepto, las hicieron más grandes, y, se empeñaron siempre en volar con las alas, a semejanza de águilas y semejantes especies, y, podrían haber flotado de alguna manera…

No sé, si somos conscientes, que si tomamos una generación en veinte-veinticinco años, en nueve o diez generaciones, el ser humano ha conseguido de forma material, volar, al menos, ascender y flotar junto a las nubes, y, por tanto también trasladarse y moverse, con algunas direcciones, con los globos aerostáticos, y, con los aviones, ya en dirección concreta. Aquel viaje de un minuto, más o menos que duró lo de los famosos hermanos Wright. A cambio técnico el planeta se hace más pequeño.

De un minuto del primer vuelo o algo más, se pasó diez años después a ser utilizados en la primera guerra mundial, al principio como observadores, y, en medio con ametralladoras, como si fuesen viejos caballeros en caballos de tela y madera y motores de combustión. En diez años se produjo un enorme cambio. Pero en cuarenta, dos generaciones, redondeando, en la Segunda Guerra Mundial, ya atravesaban todos los cielos de todo el planeta, con una autonomía de cientos de kilómetros, con aviones de distintas clases, etc.

No vamos hablar solo de aviones, sino de la técnica/tecnología, son dos realidades, que en filosofía de la ciencia, tienen conceptos y explicaciones diversas, y, aquí, no podemos desarrollar. Pero si, un principio, que casi todo el mundo está de acuerdo: nosotros los humanos creamos la ciencia y la técnica y la tecnología, pero después de ya hecha y fabricada, nos introducimos por ella, o ella en nosotros, y, la técnica-ciencia-tecnología nos hace a nosotros. No solo nos influye el clima, con tantas connotaciones, sino ese complejo de esas tres realidades que por cierto se interrelacionan. Puede que nosotros hace quinientos mil años, aprovechamos el fuego natural, y, después lo supimos fabricar y no solo mantener o transportar, sino que ya construido esta realidad, el fuego nos trajo cambios a todos los niveles, no solo de calentarse, sino incluso cerebrales como nos indican la actual antropología cultural…

No sé, no sé si somos conscientes que hemos entrado en un enorme carrusel de cambios, pequeños y grandes, conceptuales y de ideas, en todos los saberes, especialmente ciencia, pero también artes, filosofía, teologías, culturas en general, y, también técnicos y científicos. Esos cientos o miles de cambios, teóricos y prácticos, conceptuales e instrumentales, pequeños o grandes, nos van cambiando la vida. En tantos temas que no somos capaces de apreciar, totalmente, las consecuencias. Porque unos cambios se hibridan o sinergizan o se combinan con otros, llevándonos hacia direcciones que no somos capaces de prever. Puede que dentro de tres décadas, si funcionan los ordenadores cuánticos y la informática cuántica, podamos calcular multitud de preguntas que llevan con nosotros siglos. Pero de momento, no sabemos cómo será la vida humana, en este planeta dentro de dos generaciones… cuarenta o cincuenta años. Esa es la realidad –al menos en muchas variables y campos y realidades…-.

Pero los cambios se producen, en todos los saberes, en cientos y miles de factores, vectores, realidades, construcciones, interrelaciones, funciones, finalidades, ecuaciones, functores, etc. No solo técnicos, sino en formas de organización y estructuración humana. Pero existe un talón de Aquiles, por un lado la tecnología-ciencia avanzan una barbaridad, siguiendo el chotis madrileño, por otro lado, concepciones sociopolíticas, son semejantes a la de los griegos. Este desfase es enorme y grave. Hoy, no pueden jugar en el tablero mundial del planeta, doscientos Estados con sistemas teóricos básicos sociopolíticos de Platón y Aristóteles, porque es muy peligroso para la supervivencia de la especie. Por ejemplo… Necesitamos planes Manhattan, de miles de investigadores que hagan que las ciencias sociales avancen una barbaridad, para que no continúe el enorme desfase, eso de que somos una escultura con el torso de titanio, pero los pies de barro, eso es la civilización actual, por eso estamos a dos minutos del famoso reloj del punto final.

Todo esto me lo ha recordado, y otras cosas, al enfrentarme y confrontarme con un artículo del gran Mariano José de Larra, titulado: Ascensión aerostática, publicado en La Revista Española, el 30 de abril de 1833. Ni Larra, con todo su realismo y costumbrismo e imaginación, pudo imaginar/conceptualizar/prever que tres generaciones después, vendrían los famosos hermanos, y, que cuatro generaciones después, cien años después, se producirían los primeros viajes en avión de Europa a Norteamérica. ¡Cuántas veces, pienso, me viene a la cabeza, cuánto nos podría haber aportado el gran Larra, si hubiese vivido cincuenta años más, o al menos, cuarenta años más, cuánto nos habría aportado, cuánto…!, ¿¡quizás la guerra incivil civil no se habría producido, un silgo después de este artículo…!?

Debo decirle, que bajo mi modesto entender y comprender, no puedo decirles, como será el mundo dentro de dos generaciones, ni siquiera dentro de tres, al final, del siglo, en 2.100, solo espero que una moral y ética correcta siga siendo el norte de la civilización y de los humanos… Paz y bien.

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""Hay que regresar al cultivo de la certeza, a la óptica de la evidencia y de la generosidad, al manifiesto creativo cooperante y al verdadero amor humano como don de sí. A partir de esta comunión existencial, será como realmente progresemos""