Suponemos que, a más de uno de ustedes la palabra "sostenible", a estas alturas, con tanto manosearla ya debe ser en sus hogares una reina más de la casa, pero eso sí, con cierto regusto a "spot publicitario". Pensemos por un impasse si le damos la vuelta a la tortilla y soñamos con la idea de mejorar nuestros entornos naturales y la vida de todas las personas, me parece que ahora, la susodicha palabra toma otro matiz más agradable. Pues así es. Si tenemos claro que los ciudadanos estamos cansados de tanto mensaje catastrofista ¡allá vamos! Vamos a darle el toque necesario.
Cuando hablamos de tal "palabro" nos referimos, por ejemplo, a que la cuestión ambiental ha dejado de ser patrimonio de unos cuántos y ahora todos estamos implicados y, el empeño por este parte de la confianza en la capacidad humana y para que todo marche con soltura, la ciencia sigue estando ahí, no la ciencia manipulable y compleja, no, sino una ciencia veraz que esté al servicio de la naturaleza y de las personas. Por otro lado, en cualquier empresa seria, no lo duden, marcharán las diversas áreas a su justa medida si sus apuestas van dirigidas a experiencias compartidas y están avaladas verazmente. Todo ello, producto de la cercanía, del diálogo y del entendimiento mutuo. Estamos en los tiempos de saber escuchar, conocer al otro, búsquedas de visión compartida y el trabajo en equipo. Supongo que el tema ya les va sonando.
Me da la impresión de que algo se nos queda en el tintero. ¿Demasiada ciencia? No, la justa en su medida, pero ella por sí sola se queda a medio gas. La aportación de las Humanidades le da el toque definitivo. La filosofía y la ética tienen su protagonismo en esta fiesta tan singular. Si en los próximos debates hacia las elecciones europeas de 2024 deseamos dar la profundidad y la relevancia suficiente, si buscamos soluciones que merezcan la pena, sostenibles, no podemos obviar temas tan profundos como ¿Qué es el bien común? ¿Cómo se estructura en sociedades tan complejas como las de hoy? Todo ello exige un mínimo de reflexión y son los pilares claves donde se construye día a día nuestra civilización y en algo debemos darle su espacio. IES, Universidades, Medios de Comunicación, Debates Públicos deben ser la auténtica ágora de encuentro de saberes y no de patios escolares.
Echemos por momentos un vistazo al mundo mediático referido a la juventud, lo que de ellos se habla y hemos de reconocer que son más amenazadores que esperanzadores. Si le damos la vuelta también, podemos desear hacer una revisión médica en profundidad y encontrar posibles soluciones halagadoras. Para ello hemos de tocar algunas teclas esenciales, de manera integral, y seguro damos con la solución. Mirando con alegría la vigorosa esperanza de nuestros muchachos, velando por su porvenir, observamos las necesidades que les surgen, sus problemas internos por donde pasan, pero también la esperanza de pisar lo que es la vida por primera vez. En definitiva, que saquen lo mejor de ellos mismos. De esta manera también hemos de ser sostenibles cultivando la mediación de la que hablábamos con anterioridad para que sus mejores talentos, sus ganas de recorrer los diversos caminos que les esperan llegue por fin a todos ellos.
Sabemos que nos movemos entre arenas movedizas, en una cultura que es demasiado amante del control y lo predecible, pero también disponemos de medios sobradamente extraordinarios como nuestros conocimientos pero, sobre todo, las personas que nos miran con ojos de verdad, que desean ver en todos ellos las cualidades humanas para echar a andar. Estos momentos son bastantes inciertos, con demasiados sobresaltos y también generadores de soluciones creativas. Ser sostenibles también nos enriquece con darnos las suficientes oportunidades para que nos planteemos el sentido de lo que hacemos y cómo. Es el momento de lograr aportaciones creativas que de ello son auténticos profesionales, que nos permitan avanzar hacia una sociedad más solidaria y justa, más humana. Mirar la vida así, más que sostenibilidad, más que esperanzadora, es humanista cien por cien.
MARIANO GALIÁN TUDELA