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Estudiar en familia: cuando la pareja o los hijos se convierten en compañeros de la universidad

Estudiar en la UOC es cosa de familia… algunas veces. Horas de estudio, entrega de PEC o pruebas de evaluación se convierten en un elemento más que hay que tener en cuenta para la logística de algunos hogares en los que más de un miembro estudia en la universidad. Francisco, a punto de finalizar Derecho, y Nazaret, que estudia Psicología, son un buen ejemplo de esto. Profesionales y padres de cuatro hijos, apuestan por el diálogo y la planificación familiar para sacar adelante las carreras de ambos. Hay días en los que la casa de Carmen, estudiante de Criminología, y Juan, estudiante de Educación Social, parece una biblioteca. Junto con sus dos hijos, cada uno concentrado en lo suyo, es fácil crear un ambiente de estudio. Y cuando les dan las notas, que normalmente son buenas, comparten la alegría en familia. Sara, estudiante del grado de Diseño y Creación Digitales, y Andrés, del grado de Ciencia de Datos Aplicada, también lo celebran, pero en Londres. Reconocen que, a pesar de que sus estudios son diferentes, comparten técnicas de estudio y ponen en común ideas y nuevos aprendizajes.

"Siempre quise estudiar Criminología. Cuando acabé el ciclo superior de FP encontré trabajo y no continué estudiando. Más tarde abrí un negocio con mi pareja, tuvimos dos niños y, entre una cosa y otra, nunca encontraba el momento de volver a estudiar. Una amiga que estudiaba en la UOC me animó y, en septiembre de 2018, me matriculé", explica Carmen, orgullosa de que su marido se animara a estudiar al verla tan motivada. "Juan, que trabaja en un centro médico como técnico de rayos X, acaba de empezar Educación Social y, al principio, me pedía consejo.

Cuando salimos solos a cenar algún sábado por la noche, nos explicamos las asignaturas, nos damos ánimos y nos ayudamos, pero no competimos porque sabemos que cada uno tiene sus propias capacidades", añade esta madre de dos hijos de dieciocho y once años, que trabaja en un colegio de técnica especialista de educación infantil (TEEI). Reconoce que, al trabajar y estudiar los dos, el principal problema son los niños: "Muchas veces tenemos que sacrificar salidas familiares, pero lo entienden y nos apoyan. Nos hemos organizado y repartido las tareas y, a pesar de que hemos pasado momentos difíciles, el conjunto ha sido muy gratificante". Y es que, además de algunas dificultades, estudiar tiene sus ventajas: "Mis hijos nos ven estudiar, y eso les motiva. Pueden comprobar que, si te propones algo, puedes conseguirlo. Cuando nos dan las notas, que normalmente son buenas, compartimos nuestra alegría, y eso hace que ellos también se esfuercen en sus estudios".

El mismo año, 2018, Francisco empezó el grado de Derecho. Durante estos cinco años, este licenciado en Humanidades ha compaginado sus estudios con su trabajo de profesor de ESO y bachillerato, movido por la inquietud de un cambio de especialidad en su trabajo. Su esposa, Nazaret, obtuvo el título de técnica superior en administración y finanzas y, desde 2020, estudia el grado de Psicología. "Nuestra manera de estudiar es distinta, como lo son nuestras disciplinas. Así, cada uno dispone de su espacio, de sus recursos tecnológicos y de un horario en el que encajar el estudio. Mientras yo estudio por la mañana temprano —antes del trabajo—, ella lo hace por la tarde y los fines de semana. La logística se concentra en proporcionar al otro tiempo de calidad para que pueda leer, estudiar y trabajar sin interrupciones.

La organización compartida es común y en nuestro caso, con cuatro hijos, es fundamental", comparte. Tiene claro que estudiar juntos les ayuda a focalizarse "en nuestro presente y futuro" y, como en el caso de Carmen, "cunde el ejemplo a nuestro alrededor: no solo entre nuestros hijos, también entre mis alumnos, que saben que tienen un profesor que, además, sigue formándose. Nazaret ejemplifica en sí misma el modelo de mujer empoderada: valiente, formada, ambiciosa y partícipe de su propio futuro —uno mejor— y el de nuestros hijos". El hecho de estudiar en la UOC les permite darse cuenta "de cómo nos preocupamos por nuestra familia. Cada vez que voy al parque solo con mis hijos, comprendo mucho mejor que estudiar no es sino un sacrificio personal que se proyecta en el futuro, porque lo que buscamos es un mayor bienestar de todos". A Francisco le encantaría cursar un máster el próximo semestre y a Nazaret dedicarse a la enseñanza, aunque "aún le quedan varios años de formación; años en los que veremos crecer a nuestros hijos y aumentar nuestro bagaje de conocimientos".

Sara estudia el grado de Diseño y Creación Digitales desde hace tres años. Andrés probó suerte con el grado de Técnicas de Aplicaciones de Software, y este septiembre empezará el grado de Ciencia de Datos Aplicada. Esta pareja vive en Londres y explican que "fue la ambición por nuevos conocimientos, aunada al crecimiento personal y la mejora económica que puede obtenerse como resultado de un cambio de rumbo", la que los llevó a estudiar de nuevo. Sara, que se define como una estudiante metódica, organizada y participativa, asegura que "una ventaja de estudiar los dos de forma simultánea es que ambos nos mantenemos ocupados y las horas que no estamos dedicando a cosas como, por ejemplo, el ocio no se hacen tan pesadas. A veces compartimos técnicas de estudio, lo que ayuda al otro a seguir el ritmo y no sentirse 'solo' en una metodología de estudio en línea. Y, a pesar de que sean carreras distintas, algunos conocimientos pueden ser compartidos y podemos poner en común ideas y nuevos aprendizajes".

Además, reconoce que "el ver al otro estudiar nos mantiene motivados y nos genera un mayor interés por seguir". Andrés se considera un estudiante flexible, innovador y curioso, y afirma que "lo que se nos ha hecho más difícil es renunciar a horas de ocio: terminar de trabajar y tener otra obligación requiere mucha disciplina, estar muy enfocados en un objetivo a largo plazo durante un tiempo indeterminado, así como la creación de nuevos hábitos para vencer la procrastinación y no perder el foco en un nuevo reto como es sacarse un grado universitario en edad adulta". Sin embargo, aseguran que "cuando llegan las vacaciones y podemos compaginar las de la universidad con las del trabajo es muy reconfortante, y ahí es cuando te das cuenta de que el esfuerzo de todo el año merece la pena".

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