La organización ecologista colgó el martes en una lona gigante el mensaje “Las macrogranjas no existen”, escuchado en el debate político de estas semanas sobre la ganadería, y lo ha completado con un contundente “pero cerradlas ya”
En plena emergencia climática, no es momento de hacer de la ganadería intensiva un arma electoral sino de tomar las medidas necesarias para acabar con su devastador impacto
De no hacerse nada, proyectos como la macrogranja proyectada en Noviercas (Soria), con más de 23.000 vacas, podría ser realidad en un futuro próximo
Madrid, 20 de enero de 2022.- Activistas de Greenpeace se han colgado hoy en una fachada de la Gran Vía de Madrid para pedir el fin de la ganadería industrial y el cierre de las macrogranjas. La organización colocó allí este martes una lona, de más de 30 metros, con la frase “las macrogranjas no existen”, en clara alusión a las declaraciones que algunos políticos están realizando estos días. Hoy han completado la acción rematando el mensaje: “Las macrogranjas no existen… pero cerradlas ya!”
Con esta denuncia en dos fases, la organización quiere manifestar lo sorprendente que resulta que la clase política española desoiga las evidencias sobre el daño de la ganadería industrial y genere un circo mediático sobre un tema indiscutible: las macrogranjas no solo existen, sino que se están convirtiendo en uno de los principales problemas ambientales de nuestro país.
Para el responsable de agricultura en Greenpeace España, Luís Ferreirim, “No se debe convertir la ganadería industrial en un arma electoral arrojadiza. En plena emergencia climática no hay tiempo que perder sino de solucionar. Greenpeace pide, a todos los partidos, y en particular a quienes tienen en este momento competencias sobre las macrogranjas, responsabilidad para poner fin a este problema que está provocando el incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero, envenenando las aguas del país, maltratando a los animales y agravando el despoblamiento rural”.
La producción de carne ha crecido de forma exponencial en España, casi un 1.000% desde los años 80, frente a poco más del 150% en la UE o en otros países como Alemanía, Dinamarca o Francia. La inmensa mayoría de alimentos de origen animal producidos en España provienen ya de la ganadería industrial y las consecuencias están a la vista. La principal y más tangible es que la Comisión Europea haya decidido llevar a España ante el Tribunal de Justicia de la UE debido a la grave contaminación del agua por nitratos que ha dejado incluso a muchos pueblos sin agua potable. Según la Comisión, España tiene un “problema sistémico” en su modelo agroalimentario que ha llevado a esta situación. Afirma además que el 81% de las aportaciones de nutrientes a los sistemas acuáticos en Europa están provocados por la ganadería, lo que deja claro cuál es la principal causa de este grave problema. Por otro lado, el 65% de las emisiones de gases de efecto invernadero del sector agrícola (de las pocas que han crecido en 2020) y el 94% de las emisiones de amoniaco, declaradas en el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes, están generadas también por la ganadería. Si la ganadería industrial es claramente la predominante en España, es también la principal responsable de estos problemas.
Esta semana, el Gobierno ha aprobado un Real Decreto para reducir la contaminación por nitratos, un paso para afrontar este grave problema. Sin embargo, va a seguir siendo insuficiente si no se va a la raíz del problema: la agricultura y la ganadería industrial. Greenpeace considera que se puede y debe hacer mucho más y, por supuesto, la organización espera que se aplique y cumpla esta nueva legislación.
Actualmente está también en preparación el primer Real Decreto de ordenación bovina, al cual Greenpeace presentó alegaciones. De no eliminarse o modificarse la redacción actual de la “Disposición transitoria primera. Resolución de expedientes en tramitación”, se permitiría la puesta en marcha de los proyectos ya en trámite, como el de Noviercas (Soria), donde se pretende explotar hasta 23.520 vacas, más de 20 veces la capacidad máxima establecida en el borrador de este Real Decreto. Después del debate actual, sería indignante que esta macrogranja se hiciera realidad, así como otras que están sobre la mesa.
En España existen un total de 507.020 explotaciones ganaderas activas, lo que significa que hay una explotación ganadera por kilómetro cuadrado. La superficie afectada por la contaminación por nitratos (el área incluída dentro de las Zonas Vulnerables a Nitratos) alcanza ya casi a una cuarta parte del país y, solo en 2020, se sacrificaron más de 910 millones de animales para consumo humano. Con estas cifras, Greenpeace demanda urgentemente:
Establecer una moratoria inmediata a la ganadería industrial en todo el estado español, tanto a nuevos proyectos como a ampliaciones de los existentes así como a aquellos que están en tramitación;
Reducir al menos un 50% la cabaña ganadera en intensivo de aquí a 2030;
Reducir el excesivo consumo de carne hasta alcanzar un máximo de 300 gramos por persona a la semana;
Apostar por la ganadería extensiva de base agroecológica y de pequeña escala.
La petición de Greenpeace para acabar con las macrogranjas ya ha recogido casi 350.000 firmas, con un incremento sustancial en los últimos días. Ahora queremos llegar al medio millón para exigir acciones a los dirigentes políticos.
Además de pedir el cierre de las macrogranjas, la acción de Greenpeace quiere, también, invitar a reflexionar sobre el negacionismo y los bulos (‘fake news’), dos graves obstáculos que frenan muchas soluciones urgentes en esta emergencia ecosocial en la que estamos y que han estado muy presentes en el reciente debate sobre las macrogranjas.