El Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (IMIDA), dependiente de la Consejería de Agricultura y Agua, está desarrollando varios proyectos de investigación basados en el manejo de los enemigos naturales autóctonos para el control biológico de las plagas en diferentes cultivos.
Los excelentes resultados de más de un lustro de investigación en esta materia, han puesto de manifiesto la conveniencia de potenciar las estrategias de lucha biológica contra plagas y enfermedades en agricultura, como alternativa viable para la reducción del uso de pesticidas en los cultivos agrícolas. Así mismo, han reportado grandes beneficios socioeconómicos a la Región de Murcia. Entre los beneficios obtenidos cabe citar la mayor seguridad para los consumidores, la disminución de efectos nocivos para la salud de los trabajadores del cultivo y la reducción del impacto sobre el medio ambiente.
El IMIDA se propone el desarrollo de programas de control biológico de plagas basados en el aprovechamiento de los enemigos naturales autóctonos, como alternativa a los actuales programas de control químico. El control biológico consiste en mantener a niveles bajos las especies plaga mediante depredadores y parásitos de las mismas, bien sea por la conservación de los ya existentes en la zona o mediante la cría en insectarios y la suelta en los cultivos.
Un ejemplo ilustrativo de los logros alcanzados es que, en la actualidad, el cultivo protegido de pimiento en el Campo de Cartagena es la mayor superficie de control biológico de la Comunidad Europea y de toda la cuenca Mediterránea. En el 90 por ciento de la superficie de este cultivo, lo que supone alrededor de 1.500 hectáreas, se realiza un control de plagas basado casi exclusivamente en el empleo de enemigos naturales.
Pera, pimiento, tomate y lechuga
Uno de los proyectos estrella de investigación es el que afecta a la pera de Jumilla, que goza de la etiqueta de Denominación de Origen, en reconocimiento de la calidad intrínseca de la variedad Ercolini, producida en dicho municipio. Esta variedad de pera tiene un gran peso específico dentro de la denominación de origen. Actualmente se cultivan 1.340 hectáreas de pera Ercolini en Jumilla, que representan el 48 por ciento de la producción de pera Ercolini en España y el 24 por ciento de esta variedad en Europa.
El control de plagas en los cultivos de pera se realiza fundamentalmente por métodos químicos, que se han revelado escasamente viables y suponen un empeoramiento de la calidad del cultivo. El uso reiterado de pesticidas ha conducido al incremento del número de tratamientos necesarios para el control de la plaga de la sila (Cacopsylla pyri). Por lo tanto, el control biológico es en estos momentos una de las pocas alternativas viables para el control de esta plaga.
Este proyecto, incluido en el Programa de Agricultura Limpia, que lleva a cabo por el Servicio de Sanidad Vegetal, de la Dirección General de Modernización de Explotaciones y Capacitación Agraria, se apoya en los estudios de investigación realizados por el IMIDA.
Otros proyectos exploran el potencial de los enemigos naturales autóctonos para el control de plagas en los cultivos de pimiento, tomate y lechuga. Uno de los objetivos principales en todos los proyectos es investigación de estrategias de manejo de las plantas silvestres del entorno para la conservación de las poblaciones de enemigos naturales, con el fin de favorecer la colonización de los cultivos y de aumentar el control biológico natural.
Problemática de cada zona y cultivo
Según Juan Antonio Sánchez, biólogo e investigador del programa Ramón y Cajal, responsable del grupo de Control Biológico del departamento de Biotecnología y Protección de Cultivos del IMIDA, las diferencias existentes entre zonas productivas hacen que sea necesario “el desarrollo de estrategias de control adecuadas a las problemáticas regionales”.
Sánchez apunta que el origen de la aplicación comercial de enemigos naturales para el control de plagas en cultivos hortícolas protegidos data de los años veinte, aunque inició su expansión en los países del norte de Europa a finales de los sesenta. Esta práctica llegó a España con varios años de retraso debido, entre otras razones, a la mayor presión de plaga en los cultivos y a la mayor complejidad de los agro-ecosistemas mediterráneos, e influenciada en sus orígenes por las experiencias de países del norte de Europa.
En los últimos años, añade Sánchez, “en el área mediterránea se ha producido un cambio de estrategias, encaminadas a favorecer el control biológico natural mediante la conservación de las poblaciones de enemigos naturales, el desarrollo de programas de control biológico basados en la problemática y los recursos faunísticos locales, y la búsqueda de soluciones a plagas mediante la multiplicación y suelta de enemigos naturales autóctonos”.