La IA, el aprendizaje híbrido y la personalización dejan de ser innovación para convertirse en exigencias estructurales, obligando a los centros a replantear metodologías, organización y el rol estratégico del profesorado.
Crece la preocupación por la salud emocional y el uso de pantallas, situando el acompañamiento personal, la educación socioemocional y el pensamiento crítico como ejes clave para afrontar el escenario que viene.
El 2025 se despide con una sensación compartida en el sector educativo: por primera vez en décadas, la escuela y la sociedad avanzan a la misma velocidad. La irrupción de la Inteligencia Artificial, la consolidación del aprendizaje híbrido, el impulso de metodologías activas como STEAM y la preocupación creciente por la salud mental infantil han convertido las aulas en el epicentro de algunos de los debates más relevantes del país. Y lo que se espera para 2026, según coinciden expertos y escuelas consultadas, será aún más disruptivo.
Los informes de la OCDE y la UNESCO publicados este otoño lo dejan claro: la IA ha dejado de ser una herramienta complementaria y empieza a convertirse en infraestructura básica del sistema. Más del 60% de los estudiantes europeos ya utiliza plataformas educativas que incorporan IA, y la Comisión Europea trabaja en reglas específicas para controlar su impacto en menores y garantizar un uso ético. A esto se suma la previsión del Foro Económico Mundial, que estima que en menos de cinco años casi la mitad de las habilidades profesionales actuales habrán cambiado, obligando a los centros a preparar a los alumnos para un escenario laboral que todavía no existe..
Pero mientras la tecnología acelera, otro fenómeno se intensifica en paralelo: la búsqueda de una escuela más humana. El 2025 cierra con cifras preocupantes de ansiedad en adolescentes, asociadas en parte al uso descontrolado de pantallas y redes sociales, y con familias que reclaman más acompañamiento emocional, más referentes adultos y menos ruido digital. La tendencia, según los expertos, marcará la agenda educativa del próximo año: más educación socioemocional y más formación en hábitos digitales.
Un 2026 determinante
Docentes, orientadores y equipos directivos coinciden en que el 2026 será un año bisagra: o se consolida la transformación del modelo educativo, o se ensanchará la brecha entre los centros que evolucionan y los que se quedan anclados en el modelo previo a la pandemia. La personalización del aprendizaje ya no aparece como innovación, sino como exigencia: itinerarios flexibles, seguimiento individualizado y herramientas que permiten detectar dificultades antes de que aparezcan en las notas finales. También se prevé un auge del microaprendizaje, contenidos más breves y aplicados, y una maduración de las experiencias híbridas, que combinan presencialidad y digitalización sin perder interacción humana.
En este contexto, algunos centros están analizando cómo se prepara el sistema para el salto que viene. “2026 va a marcar un antes y un después. No por la tecnología en sí, sino por la forma en la que obligará a la escuela a reorganizar tiempos, espacios, metodologías y expectativas”, explican desde la dirección de Highlands School Sevilla, un centro con décadas de trayectoria educativa y con experiencia en metodologías activas y proyectos STEAM.
Según el equipo directivo del colegio, el reto no pasa por incorporar más herramientas, sino por sostener una visión educativa clara en mitad del ruido. “La tecnología transforma, pero el alumno sigue necesitando criterio, carácter y acompañamiento personal. Si algo nos ha enseñado 2025 es que cuanto más digital es el mundo, más humana debe ser la educación”.
El colegio confirma que 2026 les exigirá reforzar la formación docente en IA y metodologías activas, intensificar la educación emocional y consolidar procesos de personalización que ya se han vuelto imprescindibles. Su análisis coincide con el de otros centros consultados: los profesores pasarán a desempeñar un papel más estratégico, más centrado en guiar, interpretar y acompañar, mientras las herramientas digitales automatizan tareas rutinarias..
Una oportunidad histórica
Los expertos aseguran que la manera en que los colegios aborden 2026 marcará el futuro de toda una generación. El desafío es grande, gestionar pantallas, reducir ansiedad, aprovechar la IA sin deshumanizar las aulas, formar en pensamiento crítico y en competencias que aún no existen, pero también lo es la oportunidad.
Tal como resumen desde el centro: “Estamos ante el curso más decisivo de los últimos diez años. La educación ya no se prepara para el futuro: lo está construyendo.”