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Más allá del algoritmo. Las Relaciones Públicas son la clave para construir reputación en la era de los KPI's

Durante años, las métricas digitales se convirtieron en el eje rector de las estrategias de comunicación y marketing. Alcance, impresiones, engagement, CTR o conversiones son indicadores que nos permiten medir resultados tangibles y demostrar impacto ante la dirección o los clientes. Sin embargo, la comunicación no puede reducirse a los números que arrojan las plataformas.

Hoy más que nunca, las marcas enfrentan un fenómeno silencioso pero creciente: la fatiga algorítmica. La sobreexposición a mensajes automatizados y la competencia por la atención han erosionado el vínculo genuino entre organizaciones y públicos. En ese contexto, el reto va más allá de optimizar campañas, es reconstruir relaciones duraderas que sostengan la confianza y la reputación corporativa a largo plazo.

"El éxito en comunicación ya no puede medirse únicamente por la visibilidad. Las vistas, los clics y los likes muestran la superficie del impacto, pero no revelan la profundidad de la relación con los stakeholders", afirma Claris González-Monreal, experta en comunicación corporativa y relaciones públicas. "Cuando las marcas enfocan su estrategia solo en los KPI's, corren el riesgo de sacrificar autenticidad y, con ello, credibilidad. Las Relaciones Públicas tienen la capacidad de construir y mantener vínculos de confianza basados en valores compartidos, algo que ningún algoritmo puede replicar. Mientras las plataformas cambian con frecuencia, los principios de la disciplina permanecen: comprender a los públicos, comunicar con transparencia y gestionar expectativas con coherencia", advierte.

La reputación corporativa es un ecosistema complejo que integra múltiples dimensiones: desde la calidad percibida y la innovación, hasta la ética, la responsabilidad social y el liderazgo visible. Cada aspecto requiere acciones reales, no solo mensajes bien elaborados. Como explica Claris González Monreal, las Relaciones Públicas efectivas entienden que comunicar no basta: es indispensable respaldar el discurso con coherencia y resultados. Los KPI's digitales pueden reflejar visibilidad, pero no miden confianza; una marca con pocos seguidores, pero relaciones sólidas y auténticas, puede tener una reputación mucho más fuerte que otra con millones de impresiones y escasa credibilidad.

La propuesta no es abandonar las plataformas digitales ni ignorar sus métricas. Se trata de reconfigurar la jerarquía estratégica: las tácticas digitales deben servir a una estrategia de RP, no al revés. Este cambio de paradigma implica varios ajustes fundamentales en cómo las organizaciones planean y ejecutan su comunicación:

De métricas a indicadores de relación. Más allá de contar clics o interacciones, el verdadero valor está en evaluar la calidad de los vínculos, considerando la profundidad de los diálogos con líderes de opinión, la credibilidad de quienes amplifican los mensajes y el nivel de comprensión que los stakeholders alcanzan sobre el propósito y la propuesta de valor de la organización. En comunicación, la relación siempre pesa más que la cifra.

De contenido viral a contenido valioso. Priorizar materiales que aporten conocimiento, perspectiva o utilidad real a audiencias específicas, aunque su alcance sea menor. Un whitepaper leído y compartido por cien tomadores de decisión en tu industria puede tener más impacto estratégico que un meme visto por cien mil personas ajenas a tu sector. La comunicación debe diseñarse pensando en públicos prioritarios, no en audiencias masivas indiferenciadas.

De publicación constante a presencia estratégica. La comunicación efectiva no depende de estar en todas partes, sino de elegir con inteligencia dónde y cómo participar. Una presencia digital selectiva, alineada con los públicos prioritarios y con los espacios que favorecen una conversación significativa, genera mayor impacto que una exposición dispersa. Dos plataformas bien gestionadas pueden construir más reputación que siete sin dirección ni coherencia.

De reacción a proactividad. La comunicación estratégica parte de liderar, no de seguir. Anticipar tendencias, generar conversación propia y aportar conocimiento relevante fortalece la credibilidad y posiciona a la organización como referente en su sector. Las marcas con mejor reputación son aquellas que inspiran diálogo y contribuyen activamente a definir el rumbo de su industria.

De comunicación unidireccional a diálogo estratégico. Las plataformas digitales ofrecen la oportunidad de escuchar y construir conversaciones reales, no solo de emitir mensajes. Una estrategia de Relaciones Públicas efectiva promueve la participación, detecta inquietudes y genera valor compartido con los públicos. El engagement deja de ser un objetivo aislado para convertirse en el camino hacia relaciones auténticas y sostenibles.

Para profesionales de la comunicación y el marketing, el desafío actual no es dominar el próximo algoritmo o la plataforma emergente. Es recuperar la visión estratégica de largo plazo que ha caracterizado a las relaciones públicas desde sus orígenes: construir organizaciones respetadas, confiables y resilientes, capaces de mantener su licencia social para operar incluso cuando los vientos digitales cambien de dirección.

"Esto requiere valentía organizacional, entendida como la capacidad de resistir la presión por seguir cada tendencia. Implica decidir con criterio, priorizar la sustancia sobre la viralidad y tener la madurez de decir 'no' a tácticas que generan números pero erosionan reputación. Además, exige paciencia estratégica en un entorno que premia la inmediatez. Los resultados de una estrategia de Relaciones Públicas bien ejecutada no siempre son visibles a corto plazo, pero se acumulan con el tiempo", comenta Claris.

La comunicación del futuro no será solo tecnológica, sino relacional. Los algoritmos pueden amplificar mensajes, pero solo las relaciones humanas sostienen la credibilidad. Las marcas que comprendan esto y adopten estrategias de PR centradas en la escucha, la coherencia y la empatía, serán las que logren trascender la volatilidad de las métricas. Construir reputación es un proceso estratégico, que no se construye con publicaciones virales, ni campañas de alto engagement. Se construye con coherencia entre discurso y acción, con respuestas oportunas y honestas ante desafíos, con liderazgo de pensamiento genuino y con contribución real a las conversaciones que importan en tu industria.

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