Tristeza, apatía, irritabilidad, falta de concentración o sueño son algunos de los síntomas físicos y psíquicos que pueden aparecer en todo el entorno familiar como consecuencia de un cambio brusco de hábitos, según el Dr. Enrique Cantón, coordinador de la División de Psicología de la Actividad Física y del Deporte del COP
Además, de acuerdo con un trabajo de investigación de la Universidad de Comillas, la falta de una correcta adaptación tiene consecuencias perjudiciales sobre la autoestima de los más pequeños, generando un "sentimiento de autoculpa"
La Copa COVAP, iniciativa deportiva y educativa infantil organizada por COVAP, Cooperativa Ganadera del Valle de los Pedroches, y el Consejo General de la Psicología de España (COP), recomiendan la introducción progresiva de cambios en la rutina de toda la familia para prevenir alteraciones de tipo emocional en la 'vuelta al cole'. Y es que hasta un 8% de los niños sufre una mala adaptación tras el regreso de las vacaciones de verano, según un estudio promovido por la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SemFYC).
Según el COP, estas variaciones, que se pueden manifestar en forma de tristeza, apatía, irritabilidad, nerviosismo, falta de concentración, interés o sueño, son consecuencia de un ajuste a nivel físico y psicológico que se produce en cada persona cuando se da un cambio brusco de hábitos. Estos, además, no dependen tanto de la época del año como de la personalidad de cada uno y su capacidad para adaptarse a una nueva rutina.
Por ello, desde la Copa COVAP y el COP apuestan por la progresividad como clave en un periodo de habituación para todo el entorno familiar, como es el regreso a la rutina tras las vacaciones. "Por ejemplo, podemos ir ajustando los horarios de sueño, tanto de los menores como de los padres y madres, para adaptarse al nuevo escenario o, si se realiza alguna actividad (deportiva, artística, musical, etc.), mantenerla, aunque sea de forma parcial", afirma el Dr. Enrique Cantón, coordinador de la División de Psicología de la Actividad Física y del Deporte del Consejo General de la Psicología de España.
Del mismo modo, añade que el acompañamiento al colegio y la recogida, así como el normalizar la vuelta al día a día, son prácticas que pueden facilitar la transición y ayudan a paliar esos efectos psicológicos. Es fundamental no realizar cambios de forma radical para evitar que la vuelta a la rutina suponga una alteración no deseada del ritmo de vida, tanto a nivel de hábitos deportivos como de alimentación.
El deporte como mecanismo de adaptación y mejora de la autoestima
En este sentido, el deporte es un hábito que se debe mantener durante todo el año y, en momentos como la vuelta al cole, adquiere un papel favorecedor en la adaptación al cambio de rutinas tras las vacaciones de verano para todo el ámbito familiar, ya que "implica ejercicio físico, gran parte al aire libre, además de interacción social, diversión en la mayoría de casos, y puede contribuir a que tanto adultos como niños noten menos el cambio y se sientan mejor", explica el doctor Enrique Cantón.
La actividad deportiva también tiene ventajas sobre la autoestima en general, sobre todo "contribuyendo a disminuir el sentimiento de autoculpa en los más pequeños porque asocian el no saber adaptarse a los cambios a un fracaso propio", afirma el coordinador de la División de Psicología de la Actividad Física y del Deporte del COP. Estas palabras coinciden con un trabajo de investigación de la Universidad de Comillas que relaciona la mala adaptación con la autoestima.
Consejos para ayudar a adaptarse a la nueva situación tras el verano
Varios estudios advierten que la disciplina, crianza y educación que brindan los padres tienen un "efecto fundamental en el desarrollo personal, afectivo, social y moral de los hijos, incluyendo la capacidad de adaptación a diferentes circunstancias difíciles o adversas", aseguran desde el COP. Para ayudar a las familias a que la adaptación sea lo más sencilla y cómoda posible para todos, se recomiendan estas claves:
- Intentar que el cambio se lleve a cabo de manera gradual y natural, haciendo partícipes a todos los miembros de la familia.
- Reducción de actividades intensas antes de irse a dormir y recuperar los hábitos de sueño (intentar dormir 8 horas mínimo).
- Mantener algunas actividades lúdicas, aunque se modifiquen y adapten al lugar de residencia habitual, para evitar que se perciban como una finalización radical.
- Dedicar esfuerzos a generar espacios de encuentro e interacción, tanto con amistades como familiares.
- Todos los miembros de la familia deben estar preparados para manejar con paciencia y comprensión los posibles cambios de estados de ánimo con los que se van a encontrar.
- Intentar implicar e ilusionar a los menores en el curso que se aproxima, así como en los nuevos retos y actividades por realizar.