Según el Informe 'Brecha salarial y techo de cristal', elaborado por Gestha, las mujeres tendrían que ganar 28,6 % más para igualar el sueldo de los hombres y se necesitarían 105 años para conseguirlo. Con este panorama sobre la mesa y con una desigualdad que se ensancha cada vez más cuando hablamos de altos cargos y donde los hombres reciben casi 31.000 euros más que las mujeres, el Consejo de Ministros aprobó ayer dos reales decretos con los que pretende acabar, o al menos intentar, con la desigualdad de género en el ámbito laboral. El primero regulará el desarrollo de las auditorías salariales y el segundo los planes de igualdad que se tendrán que implementar en los centros de trabajo. Es importante recordar que el registro salarial es una obligación que afecta a la totalidad de las empresas, desde marzo de 2019 solo que ahora tendrá un desarrollo reglamentario, que facilitará su implantación. Desde luego es una noticia que hay que celebrar ya que supone un paso más para la igualdad laboral entre hombres y mujeres tan necesaria en este país.
Ahora, todas las empresas deberán cumplir con los principios de transparencia que se pretende alcanzar con esta norma. Será necesario contar con registros salariales, es decir, con auditorías de las retribuciones en el caso de las empresas de más de 50 trabajadores y un sistema de valoración objetivo de puestos de trabajo, que deben establecer los criterios básicos que garanticen igual retribución por trabajo de igual valor. Parece algo obvio, ¿verdad? Lo cierto es que en 2020 esta realidad no existe. Los sueldos siguen siendo subjetivos y, en la mayoría de los casos, esa subjetividad se basa principalmente en el sexo del trabajador sin importar su valía en el puesto de trabajo que lleva a cabo.
Sin embargo, a pesar del esfuerzo por intentar garantizar la igualdad laboral entre hombres y mujeres, deberán ser las empresas las que hagan un verdadero ejercicio de transparencia y concienciación para acabar con la brecha salarial. Sabemos que muchas compañías harán lo posible por eludir estos cambios y que los salarios de muchas mujeres no se moverán en absoluto. En la mayoría de los casos, la respuesta va a ser “no es necesario”. Y, en otros, se acompañará de un “En mi empresa no se produce discriminación entre mujeres y hombres. El ambiente es muy bueno”. Y, seguramente, así sea, pero teniendo en cuenta la obligación legal existente, quizá es un buen momento para comprobar si esta visión que tiene de su empresa se ajusta a la realidad. Por ello, desde mi posición como Directora General pido responsabilidad. El cambio está en nuestra mano y debemos trabajar para que se haga realidad.