En la última edición de ‘Situación España’, presentada hoy por Jorge Sicilia, director de BBVA Research y economista jefe del Grupo BBVA, y Rafael Doménech, responsable de Análisis Económico, el servicio de estudios de BBVA ha revisado a la baja el escenario publicado hace tres meses, de manera que la variación del PIB nacional pasará a ser negativa en 2020, con una caída del -8% interanual (frente a un crecimiento del 1,6% previsto anteriormente), como resultado de la reducción de la actividad económica derivada de la pandemia de la COVID-19 y de las medidas de confinamiento implementadas para frenar el contagio.
Esta situación podría llevar a una tasa de paro superior al 20% este año. Para 2021, gracias a la recuperación que se espera de la economía mundial y a las políticas impulsadas por las instituciones europeas y por el gobierno de España, el crecimiento del PIB español podría alcanzar el 5,7% interanual.
En la última edición de ‘Situación España’, presentada este martes por Jorge Sicilia, director de BBVA Research y economista jefe del Grupo BBVA, y Rafael Doménech, responsable de Análisis Económico, el servicio de estudios de BBVA ha revisado a la baja el escenario publicado hace tres meses, de manera que la variación del PIB nacional pasará a ser negativa en 2020, con una caída del -8% interanual (frente a un crecimiento del 1,6% previsto anteriormente), como resultado de la reducción de la actividad económica derivada de la pandemia de la COVID-19 y de las medidas de confinamiento implementadas para frenar el contagio. Esta situación podría llevar a una tasa de paro superior al 20% este año. Para 2021, gracias a la recuperación que se espera de la economía mundial y a las políticas impulsadas por las instituciones europeas y por el gobierno de España, el crecimiento del PIB español podría alcanzar el 5,7% interanual.
La publicación ‘Situación España’ refleja que la incertidumbre sobre estas previsiones es elevada y el sesgo sobre ellas es a la baja. Hacia delante, la evolución de la economía española dependerá de la duración de las restricciones sanitarias, del grado de impacto que estas tengan en los distintos sectores, del efecto de las políticas públicas implementadas y de la recuperación que se observe a nivel mundial. Ante esto, se hace necesario un amplio consenso para tomar medidas que ayuden a superar cuanto antes la emergencia sanitaria, protejan el tejido productivo y contengan el impacto económico negativo, en particular sobre los colectivos más vulnerables. Todo ello, a la espera de que cuando la actividad comience a recuperarse, se puedan tomar medidas de apoyo más específicas, preferiblemente de manera coordinada con los socios en el área del euro.
La contracción de la actividad económica está siendo muy intensa, y especialmente significativa en los sectores de consumo social, principales afectados por las medidas de confinamiento. Así, la hostelería, el transporte, el turismo y el entretenimiento, entre otros, vienen registrando durante el último mes descensos del gasto de entre un 60% y un 100% respecto a la misma semana del año anterior, que no podrán ser compensados por el incremento del gasto en alimentación, bienes y servicios sanitarios y ciertas compras por internet. Más allá del ajuste que se observa por el lado de la demanda, otros indicadores disponibles como la afiliación a la Seguridad Social durante el mes de marzo, la masiva utilización de expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) por parte de las empresas, o el consumo de electricidad muestran que la caída por el lado de la oferta está siendo significativa. Todo lo anterior apunta a que, a pesar de que la crisis empezó a finales del primer trimestre, el PIB podría haber disminuido un 3% trimestral (12% en tasa anualizada), en ese periodo, y que la evolución será más negativa en el segundo trimestre.
Las políticas públicas que se han ido implantando están enfocadas a combatir la enfermedad y evitar una elevada caída de la demanda, una desproporcionada destrucción de empleo y la insolvencia de las empresas en este período de cierre sanitario. De no haberse implementado y de no haber contado con el apoyo de instituciones europeas para mantener acotadas las primas de riesgo y relajar los objetivos de déficit, la caída del PIB en España en 2020 podría ser alrededor de 3,5 puntos porcentuales mayor de lo que se prevé en esta publicación.
La caída y la recuperación de la actividad en España será intensa
La caída de la actividad será históricamente intensa y la recuperación, significativa, pero la economía tardará en volver a los niveles de finales de 2019. La velocidad de salida se verá restringida por dos características particulares de la economía española.
La primera es la elevada destrucción de empleo, mayor que en otros países, producto de la dependencia de la contratación temporal. Buena parte de la destrucción de empleo que se observó durante el mes de marzo tuvo su origen en la no renovación de contratos temporales: tres de cada diez contratos tenían una duración de una semana o menos. La segunda es la elevada dependencia de sectores particularmente afectados por las restricciones. Aquí, hay que destacar el impacto sobre el sector turístico. Los ingresos relacionados con visitantes extranjeros rondaron el 6% del PIB en 2019 y el 63% de ellos se registró entre abril y septiembre. La gradualidad con la que se levantarán las restricciones y la situación que se pueda observar en los países de origen de estos turistas evitará una recuperación significativa del sector.
Por otra parte, es de esperar que incluso en un entorno donde buena parte de los anuncios realizados tiene un efecto temporal sobre las cuentas de las administraciones públicas, el déficit público podría elevarse hasta casi el 11% del PIB y el endeudamiento del sector público, alcanzar alrededor del 115% del PIB en 2020. En 2021, se mantendría esta tendencia al alza. Esto podría limitar la capacidad de respuesta del Gobierno español si se requieren medidas de soporte adicionales. Por ello, es imprescindible avanzar en acuerdos que no dejen lugar a duda sobre el respaldo que el conjunto de los países de la zona euro dará a cada uno de sus integrantes en escenarios donde la priorización de la salud de la población puedan dar paso a un mayor deterioro de la actividad.
Una recesión global es inevitable, pero las medidas adoptadas apoyarán la recuperación
Una recesión global es inevitable, pero las actuaciones de política monetaria y fiscal reducirán la contracción de la actividad y apoyarán una recuperación parcial en 2021. En la zona euro, se espera una disminución del PIB en 2020 del 5,2% (frente a un crecimiento del 0,9% previsto anteriormente). Las medidas adoptadas en Europa, tanto por el lado de la política monetaria como de la fiscal, deberían evitar efectos negativos más persistentes. El Banco Central Europeo (BCE) ha establecido un nuevo programa de compra de activos durante la emergencia pandémica, de un monto contundente (750.000 millones de euros), y ha introducido una gran flexibilidad en su uso.
Además, el BCE ha anclado las expectativas de tipos de interés hacia delante y ha señalado que no tolerará ningún riesgo para la ejecución de la política monetaria dentro de la eurozona. Finalmente, ha adoptado un amplio conjunto de medidas temporales para respaldar la liquidez de los bancos y ha dado flexibilidad a estos para evitar medidas procíclicas que puedan llevar a una restricción del crédito. En el frente fiscal, el estímulo en la eurozona, después de agregar medidas específicas por país, podría alcanzar el 2% del PIB. A esto hay que añadir facilidades de liquidez de, al menos, un 13% del PIB de la Unión Económica y Monetaria (UEM). Para este déficit adicional, la UEM ha relajado sus reglas fiscales, así como las de ayuda estatal.
De manera más importante, el Eurogrupo ha acordado un plan de emergencia conjunto inmediato (equivalente al 4% del PIB de la UEM) y la necesidad de un programa de recuperación, aunque todavía existe incertidumbre acerca de cómo podría financiarse este impulso coordinado. Este plan será imprescindible para apuntalar la recuperación a nivel europeo, aumentar su simetría entre países -beneficiando, especialmente, a aquellos más afectados y/o con menor margen fiscal- y reforzar el proyecto europeo.