Totana

Rincones de Totana. Avenida de Santa Eulalia

Es esta una de las calles con solera de Totana, con recuerdos a anciano señorío que tuvo en su día algunos de los mejores comercios de la ciudad y aún se mantiene alguno, si bien el devenir del tiempo ha hecho que se convierta más en una vía de oficinas que de comercios. Aún perviven algunos clásicos como Modas Pepita, Confitería Carreño, Ferretería Morales, pero aún podemos recordar la Droguería Almagro y otros ya desaparecidos.

Nace elegante en las cuatro esquinas de la calle del Puente, San Antonio y Mayor de Triana, es ascendente y aún conserva alguna casona con añejo sabor, con fachadas dignas de tener muy en cuenta, como la de uno de los matrimonios más queridos de la localidad por su forma de amar a Totana: el formado por Paco Guerao y Narcisa Navarro.

La Avenida de Santa Eulalia es amplia en su inicio hasta la plaza de Juan Miguel Marín. Yo recuerdo con agrado la tarde que vine siendo niño con mi padre y otros aficionados a los toros a la vieja y ya inexistente plaza de toros. Ante la insignificancia del espectáculo, aquellos señores, varios periodistas entre ellos, decidieron ir a tomar unos vinos al Chamones. Esa plaza la conocí posteriormente como cine y hoy, derribada dio paso a un nuevo edificio con un excelente cine-teatro.

Se ensancha la avenida en la gratificante plaza llamada en otro tiempo del Francés, que tiene uno de los templos vinícolas más señalados, El Chamones. A su izquierda se puede acceder por La Ribera a la Rambla con la bonita visión del Puente de San Pedro.

La avenida se hace un poco más estrecha con la escalinata que nos lleva hasta la ermita de San Roque y su hermoso entorno, hasta venir a morir gloriosamente en la Cruz de la Misión, uno de los más gratos lugares totaneros, abriéndose a la zona de los Huertos iniciando la subida hacia Sierra Espuña. En este enclave podemos encontrar uno de los paraísos de las meriendas: El Bar de la Cruz, donde el hijo del gran Pepe nos sigue brindando las gracias de su cocina.

Entre las curiosidades de esta principal vía totanera estaba un singular personaje ya fallecido: El anciano señor Bedia sentado en su silla en la acera con su perro siempre a su vera y saludando a cuantos pasaban, liando la hebra con cuantos lo intentaban.

Esta avenida viste sus mejores galas en dos ocasiones al año: el día de la bajada en procesión de La Santa desde la ermita de San Roque hasta la parroquial de Santiago y la mañana en que los totaneros la acompañamos al son de la música a la patrona cuando subimos en romería para dejarla en su aposento habitual.

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