Mantiene el nombre que tuvo cuando en ese lugar estaba la balsa vieja, la anterior plaza de abastos y la manzana de vetustas casas que rodeaba el conjunto. Para su urbanización el Ayuntamiento promovió un concurso de proyectos y se ejecutó el ganador, que ha llegado a nuestros días con algunas modificaciones que han mejorado y embellecido sensiblemente su aspecto y practicidad.

Los mayores recuerdan la balsa cuando se utilizaba para recoger el agua de riego, los establecimientos que había en la manzana superior, dando a la Plaza de la Constitución y a la calle Puente y es frecuente encontrar en las redes sociales fotografías de la misma, dejando un agradable sabor añejo a lo que era el pueblo cuando tenía menos habitantes y una antigua urbanización. Yo recuerdo el enorme solar enarenado en el que aparcaba mi vehículo cuando vine a Totana, a cuya entrada había un quiosco de madera en el que los niños adquirían las clásicas chucherías y otros juegos propios de la edad.

Lógicamente, el centro urbano debía modernizarse, eliminar la vetustez de sus edificios y ponerlo al día y su resultado ha sido bueno, algo que hay que agradecer a nuestro Ayuntamiento. En un principio a la gente no le pareció bien la mezcla del estilo clásico de la Plaza de la Constitución con la Balsa Vieja, pero nos hemos acostumbrado y lo conseguido nos complace a todos.

El resultado que nos encontramos ahora es un espacio agradable y elegante con un pequeño estanque para solaz de los niños y bastante lugar para juegos con fuente para beber agua incluida, siendo el resto un rectángulo de mesas al aire libre de heladerías y cafeterías que con el buen tiempo suelen estar llenas, mostrando a las claras la vitalidad y alegría de los totaneros que se manifiesta en su forma de relacionarse.

La vista desde cualquier ángulo es agradable, ya que se puede contemplar la magnífica fachada de la iglesia de Santiago el Mayor, la traza del Ayuntamiento, la cristalera del Casino modernista y el resto modernas edificaciones. Es también digna de mención la propia plaza porque resulta elegante y bonita, especialmente cuando los colegios o asociaciones realizan actividades infantiles o juveniles como patinaje o baile.

Cierra el espacio una edificación del Centro de la Tercera Edad, que reúne a los mayores que dentro juegan al dominó, desayunan y suelen tomar el sol en las mañanas invernales en toda la plaza. En dicho centro se realizan actividades de centro de día para mayores y otros servicios adecuados a la tercera edad, como peluquería, pedicura y actividades motrices dirigidas por profesionales.

Con relativa frecuencia, en tiempos normales que no son estos, suelen hacer conciertos para la tercera edad, poniendo un escenario y se amenizan las tardes-noches con alegría de los usuarios de la plaza. Esperamos que cuando esta pandemia remita y volvamos a una vida normal, este espacio de ocio urbano recobre su vitalidad con ferias de cerveza, libros, asociaciones y cualquiera otras que vitalicen el tejido cultural de la ciudad.

Juan Ruiz García