Internet ha provocado una riqueza lingüística y creativa. El audio y el lenguaje oral, en esta fase de la pandemia, han cobrado gran importancia, sobre todo en adolescentes y jóvenes. Son algunas de las conclusiones de la última charla de la mañana del congreso #Comunica2
El aperitivo del Congreso sobre Comunicación y Tecnología, #Comunica2, que se celebra en el Campus de Gandia (Universitat Politècnica de València) desde el 2010, cierra la mañana con una charla sobre cómo cambia nuestra forma de comunicarnos con Internet en la que han participado Mar Abad, periodista y Premio Don Quijote de Periodismo 2020, Toño Fraguas jefe de sección en eldiario y Javier Bezos de la FundéuRAE.
“Tenemos más información que nunca, escribimos más, utilizamos el lenguaje más creativamente y con diferentes registros” ha destacado Mar Abad sobre todo por parte de los jóvenes y adolescentes, “Internet ha aportado mucha riqueza al lenguaje”. La FundéuRAE hizo un estudio sobre la riqueza léxica en los medios a lo largo de un siglo “y la conclusión es que no ha cambiado nada” matiza Javier Bezos; “la curva es plana, utilizamos unas 500 palabras, en número siguen siendo las mismas pero dichas palabras sí han cambiado porque lo esencial es que hablamos distinto”.
Sin embargo, sí se aprecia un cambio en los registros;” a veces no se contemplan para adaptar las expresiones a un registro determinado y es esencial” señala Toño Fraguas, “Internet ha funcionado como una máquina del tiempo que nos acelera hacia el futuro”.
Los ponentes sí han destacado algunos cambios de hábitos como el uso de emojis o la oralidad de los mensajes a través de las redes que realizan los jóvenes y los adolescentes, al contrario que los adultos que continúan comunicándose con llamadas telefónicas o con mensajes más largos. El gran peso de la comunicación de la gente joven es audiovisual, una generación multitarea que no debe olvidar los beneficios de una conversación larga y profunda para no quedarse en la superficie del mensaje. Los adultos también han cambiado “nos hemos vuelto adictos a la hiper conexión, con una conversación flotante entre chats, teléfono, redes y es una gran dependencia de la conversación” destaca Mar Abad