Sociedad

Autocompasión (self kindness): ser menos exigentes y más compasivos con nosotros mismos

La autocompasión se basa en escucharnos, explorar nuestras inquietudes, hallar nuestro dolor emocional y dejar que ese sentimiento nos conmueva de manera real y nos impulse a cuidarnos.

La autoexigencia y la autocrítica excesivas pueden provocar frustración, dañar nuestro autoconcepto, aumentar nuestro estrés y llegar a bloquearnos y a poner en peligro nuestra estabilidad psíquica.

Vivimos en un mundo meritocrático y competitivo en el que utilizamos la autoexigencia y la autocrítica como armas para alcanzar la excelencia.

Pero esas armas tienen un doble filo, ya que pueden convertirse en jueces inflexibles que nos sometan a una evaluación constante e implacable, invadiendo nuestros pensamientos con dudas, ataques y descalificaciones inclementes. El problema se hace patente cuando establecemos como normal una actitud claramente hostil hacia nosotros mismos.

Esa actitud, lejos de potenciar nuestro desarrollo personal, provoca frustración, daña nuestro autoconcepto, aumenta nuestro estrés y puede llegar a bloquearnos y a poner en peligro nuestra estabilidad psíquica. Pero ¿qué podemos hacer para desactivarla?

La autoexigencia y la autocrítica excesivas llegan a estar tan fusionadas con nuestro dialogo interno, que nos resulta complicado detectarlas. Según el psicólogo sanitario y psicoterapeuta Buenaventura del Charco, afirma que “el primer paso es tomar conciencia de que esos pensamientos y sentimientos de crítica, culpa o vergüenza hacia nosotros mismos, y darnos cuenta del dolor que nos estamos provocando y si esa actitud de ser jueces y verdugos crueles de nosotros mismos es como necesitamos y queremos tratarnos en un momento de dificultad y sufrimiento”.

Ser más compasivos con nosotros mismos

La autocompasión (self kindness) se basa en escucharnos, en explorar nuestras inquietudes y hallar nuestro dolor emocional y dejar que ese sentimiento nos conmueva de manera real y nos impulse a cuidarnos. O lo que es lo mismo, evitar juzgarnos y criticarnos y flexibilizar esa estricta actitud mediante el consuelo y el amor propio.

Se trata de reconocer que la imperfección, los fracasos y las adversidades son ineludibles y forman parte intrínseca de la condición humana. Tras interiorizarlo será más sencillo dejar a un lado las críticas, ser más comprensivos ante nuestros fallos y frustraciones y utilizar un tono emocional más afectuoso y alentador en nuestros diálogos internos.

Y cuando las dificultades vitales nos resulten insuperables, la autocompasión nos ayudará a afrontarlas emocionalmente proporcionándonos apoyo y bienestar.

Para el psicólogo sanitario y psicoterapeuta, la autocompasión nos ayuda a trabajar la vivencia del problema. Por ejemplo, en una persona que sufre un accidente y pierde la movilidad física “la autocompasión le serviría para hacer duelo por la movilidad perdida, para encontrar algo que le importe y le de fuerza para encarar su nueva realidad y para no culpabilizarse por lo sucedido”, añade del Charco.

La autocompasión es incondicional, todos los seres humanos la merecemos independientemente de nuestros rasgos o circunstancias propias. No debemos actuar como nuestros peores críticos. En vez de eso, ¿por qué no intentar ser tan amables, considerados y cuidadosos con nosotros mismos como lo somos con nuestros seres queridos?

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