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“Espero que el Señor me conceda la gracia de servirle bien allá donde me manden”, David Flor de Lis González

El próximo 18 de julio, David recibirá el Orden sacerdotal en la Catedral de Murcia, junto a Juan Pablo Palao, Joaquín Conesa y Jesús Márquez

David Flor de Lis González nació hace 25 años en Alicante y es el octavo de una familia católica de doce hermanos. Desde pequeño sus padres siempre le transmitieron la fe, algo que según él “ha tenido sus frutos” y que le ayudó en el discernimiento de su vocación. “La oración siempre ha sido un momento de unidad familiar y de reconciliación entre los hermanos que, como somos muchos, siempre encontrábamos algún motivo para pelear”, explica el futuro sacerdote.

Aunque ahora tiene muy clara su vocación, no siempre fue así. “Al principio pensaba que no serviría nunca para ser cura. Creía que un sacerdote debía de ser una persona santa y yo, desde luego, no lo era”. Sin embargo, el 23 de mayo de 2010 –solemnidad de Pentecostés–, David se sorprendió de sí mismo cuando, después de jugar un partido de fútbol con sus amigos, comenzó a charlar con uno de ellos acerca de la Iglesia, la fe y Dios y acabó expresando que quería ser sacerdote. “No sé cómo le hablaría, ni qué le diría para que él me preguntase si yo quería ser cura y, antes de poder pararme a pensarlo, le dije que sí. La respuesta me salió sola”. David asegura que cuando fue consciente de lo que había dicho se asombró tanto de su propia respuesta que decidió regresar a su casa y abrir el Evangelio al azar. “Me salió el de la boda a la que los invitados deciden no ir y el novio manda a sus criados diciéndoles: Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda (Mt 22,9). Y pensé: ¡Madre mía! que esto va en serio”. Al día siguiente, David fue a hablar con su párroco y este le recomendó calma y reflexión.

Un año después de aquella revelación, el futuro sacerdote viajó a Düsseldorf a un encuentro preparatorio para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Madrid. “Allí, escuchando la predicación de Kiko Argüello, sentí de nuevo la llamada del Señor y cuando pidieron vocaciones para el sacerdocio, me levanté”. Más tarde en la JMJ, tras el encuentro con el Papa Benedicto XVI, David sintió cómo crecía en su interior el deseo de ser sacerdote y comenzó un periodo pre-vocacional.

Pese a que había sentido en varias ocasiones la llamada del Señor, David cuenta que se resistió mucho a seguir su vocación. Por eso, en 2013, cuando su comunidad lo invitó a una convivencia vocacional en Italia no tuvo claro si debía ir o no. “Afortunadamente, acudí a otro encuentro con Kiko Argüello, en Murcia, y allí sentí que Dios seguía llamándome. Así que, con la ayuda de mis padres, decidí ir a la convivencia de Italia –pese a que coincidía con la boda de uno de mis hermanos– y cuando pidieron vocaciones me levanté, comenzando, así, mi camino al sacerdocio”. 

De su paso por el Seminario Misionero Redemptoris Mater de Murcia, David destaca que la convivencia con compañeros de distintas nacionalidades le ha servido para comprobar la universalidad de la Iglesia y ver cómo “Dios actúa en distintas partes del mundo y se hace presente en la gente, siempre de una manera diferente y personal”. También señala que estos años de formación le han ayudado a “sentir la fidelidad de Dios” y notar como Él guiaba sus pasos. “Nunca fui bueno en los estudios, por eso pensaba que terminar una carrera era imposible para mí, sin embargo, hace poco aprobé mi examen final de grado y dentro de poco me ordenarán sacerdote. Sé que todo esto jamás hubiese sido posible sin la ayuda de Dios que, a través de pequeños signos, ha ido guiando mis pasos”.

El pasado 21 de diciembre, junto a otros cuatro seminaristas, David fue ordenado diácono. Debido a la alerta sanitaria provocada por el Covid-19, su diaconado, en la parroquia de San Bartolomé-Santa María de Murcia, ha sido diferente de como lo había imaginado. “Al principio iba todos los fines de semana a la parroquia para ayudar en misa, visitar enfermos y colaborar con todo lo necesario, pero al llegar el confinamiento todo cambió, comencé a vivir en la parroquia y mi tarea pasó a ser la de animar a los fieles y fortalecerlos en la fe a través de nuestro canal de YouTube”. Además, durante este tiempo, también ha tenido que oficiar un funeral. “Fue una situación difícil, sobre todo para la familia, porque debido a las medidas de seguridad no pudieron contar con el apoyo de sus allegados, pero pude comprobar cómo en lugar de culpar a Dios por las circunstancias, se apoyaron en Él y en su consuelo para seguir adelante, fue todo un ejemplo de fe”.

Ante su próxima ordenación, que tendrá lugar el 18 de julio, a las 11:00 horas en la Catedral, se muestra “ilusionado y confiado en Dios”, reconociendo que el Señor ha vuelto a cambiar sus planes: “Siempre que me ha quitado las expectativas de en medio, he vivido todo mucho mejor y más intensamente de como yo lo había esperado”.

Para su ministerio, David pide a Dios que le ayude a servirle con fidelidad. “Espero que el Señor me conceda la gracia de servirle bien allá donde me manden y amar a su pueblo donde quiera que esté, sea este grande o pequeño”. También anima a quienes estén discerniendo su vocación a que se fíen de Dios. “El Señor conoce lo bueno y lo malo de nosotros, por eso, si te ha tocado el corazón, sigue su llamada porque, en todo este tiempo, yo he aprendido que abandonarse en las manos de Dios y seguir su camino es lo que realmente da la felicidad”.

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